Igualdad de sexos

Igualdad de sexos.

Hablar de igualdad de sexos es referirse a un objetivo contra una realidad de discriminaciones. «Una de las más frecuentas y silenciosas formas de violación de los derechos humanos es la violencia de género», señala el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). «Éste es un problema universal, pero para comprender mejor los patrones y sus causas, y por lo tanto eliminarlos, conviene partir del conocimiento de las particularidades históricas y socioculturales de cada contexto específico. Por consiguiente, es necesario considerar qué responsabilidades y derechos ciudadanos se les reconocen a las mujeres en cada sociedad, en comparación con los que les reconocen a los hombres, y las pautas de relación que entre ellos se establecen» (http://www.undp.org.ni/genero.php).

La enumeración de discriminaciones que hace el PNUD es interminable: «la pobreza afecta en mayor medida a las mujeres», lo que se relaciona con «su desigualdad en cuanto al acceso a la educación, a los recursos productivos y al control de bienes, así como, en ocasiones, a la desigualdad de derechos en el seno de la familia y de la sociedad». Esa discriminación va más allá de las leyes: «Allí donde los derechos de las mujeres están reconocidos, la pobreza (con el analfabetismo que conlleva) a menudo les impide conocer sus derechos». Por otra parte, en los países industrializados, pese haber logrado, no hace mucho, la igualdad legal de derechos «se sigue concediendo empleos con mayor frecuencia y facilidad a los hombres, el salario es desigual y los papeles en función del sexo son aún discriminatorios».

De hecho, al considerar el Indice de Desarrollo Humano específico de las mujeres, aparece por detrás del general en todos los países del mundo. En el artículo «Missing Women», publicado por Amartya Sen en 1992 en la revista British Medical Journal, así como en trabajos posteriores, se refiere a la excesiva mortalidad y tasas de supervivencia «artificialmente» más bajas de las mujeres en muchas partes del mundo, como un descarnado aspecto muy visible de la desigualdad sexual, con datos inquietantes de infanticidio femenino, despreocupación por la salud y la nutrición de las mujeres, en especial durante la niñez, etc. Cabe recordar a ese respecto que en India, las niñas tienen cuatro veces más posibilidades de estar desnutridas que los niños. El 25% de los hombres en los países en desarrollo padecen anemia a causa de la deficiencia del hierro, mientras que la tasa es del 45% para las mujeres y más del 60% para las embarazadas. Y todas estas discriminaciones, desigualdades por razones de sexo, se deben a los prejuicios culturales en las familias y en las sociedades en general. Y también se manifiesta en la educación. Las injustas oportunidades de instrucción para las chicas conducen a su inseguridad económica: las mujeres representan los dos tercios de las personas analfabetas y los tres quintos de los pobres del planeta. Con menos oportunidades educativas y económicas que los hombres, lógicamente las mujeres tienden a padecer hambre y mayores deficiencias en la nutrición. Se habla por ello de «feminización de la pobreza» (Sen, 2000; Vilches y Gil, 2003).

Y por lo que se refiere al trabajo, las mujeres tienen, en general, jornadas mucho más cargadas. Por poner dos ejemplos, en India las mujeres trabajan 12 horas más a la semana que los hombres y en Nepal 21 horas. Cinco años después de la IV Conferencia Mundial para las mujeres celebrada en Pekín, China, tuvo lugar en Nueva York la conferencia «Mujeres 2000: Igualdad, desarrollo y Paz para el siglo XXI», en una sesión especial de la Asamblea General de Naciones Unidas. Se trataba de evaluar el cumplimiento de los compromisos adoptados en Pekín y establecer medidas para seguir avanzando en los derechos humanos de las mujeres. Esa evaluación se concentró en frenar una marcha atrás y tratar de mantener lo consensuado en China, ya que se detectó un incumplimiento de derechos básicos como el derecho a la salud plena, a la educación, a una vida sin violencia…

Mientras, continúa produciéndose un intenso tráfico de mujeres y niñas en muchos países., entre una cuarta parte y la mitad de las mujeres del mundo sufren agresiones de su pareja y siguen ocurriendo hechos como la ablación genital o los «crímenes de honor». Unas agresiones que aumentan en las situaciones de inestabilidad laboral como las que se están viviendo actualmente en todo el mundo, incluidos los países ricos, en los que hay un porcentaje creciente de marginados.

Pero no debemos olvidar que la discriminación hacia la mujer es parte de la discriminación que los «fuertes» ejercen con los «débiles» en defensa de sus privilegios. Unos privilegios que a lo largo de la historia se ha pretendido justificar con «razones» étnicas, de sexo o de mérito; pero hoy sabemos que no tienen fundamento alguno y que generan desequilibrios perjudiciales para todos, aunque algunos sigan pensando que esos desequilibrios constituyen algo natural. Y esas referencias que se hacen al pasado las consideran un apoyo a su punto de vista: «siempre ha habido ricos y pobres y siempre los habrá», «el hombre es superior a la mujer», etc.

La erradicación de la discriminación de las mujeres entronca así con los objetivos de la educación para la sostenibilidad, de la reducción de la pobreza y, en definitiva, de la universalización de los derechos humanos. Así se señala en los objetivos del Milenio: «El tercer objetivo de Desarrollo del Milenio desafía la discriminación contra la mujer y busca asegurar que las niñas, como los niños, tengan el derecho a la escolarización. Los indicadores relacionados con este objetivo buscan medir el progreso hacia la mayor alfabetización de la mujer, hacia la mayor participación y representación de ésta en la política y en la toma de decisiones de los Estados y hacia la mejora de las perspectivas de empleo. Así y con todo, el tema de la igualdad de género no se limita a un solo objetivo sino que se aplica a todos ellos. Sin progreso hacia la igualdad de género y sin la capacitación de la mujer, no se alcanzará ninguno de los objetivos de desarrollo del milenio» (MDG, Naciones Unidas http://www.un.org/millenniumgoals/).

Insistiremos tan solo, para terminar, en que la superación de las discriminaciones de género, la extensión (por supuesto inacabada) de derechos a esa mitad del género humano que constituyen las mujeres, no ha supuesto «acabar con los privilegios de los hombres», como si para que unos ganen otros hayan de perder… El resultado no es ése y hay que afirmarlo con claridad: la extensión de derechos beneficia a todos. Jamás una extensión de derechos a nuevas capas se ha traducido, a medio y largo plazo, en perjuicio de nadie. En cambio los «privilegios», es decir, los desequilibrios, son siempre causa de conflictos destructivos e insostenibles, mientras que los avances hacia la universalización de los derechos se traducen en la potenciación de la creatividad de nuevos colectivos, lo que acaba favoreciendo un desarrollo más armónico y sostenible, beneficioso para todos.

Referencias en este resumen

SEN, A. (2000). Desarrollo y libertad. Barcelona: Planeta.
VILCHES, A. y GIL, D. (2003). Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de supervivencia. Madrid: Cambridge University Presss. Capítulos 10 y 11.

Enlaces de interés sobre el tema

Estado Mundial de la Infancia 2004 – Unicef: Recursos de las organizaciones: género y educación
La sustentabilidad y la androginia: la necesidad de nuevas rebeldías y de nuevas utopías.

Educadores para la Sostenibilidad

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10 comentarios

  1. me parece demasiado bueno este articulo

    yo siempre he apoyado la igualdad de sexos

    a pesar de pensar en como se puede enfrentar estas discriminaciones….

  2. me parece q la igualdad de sexos es algo que no esta demasiado explotado!! mi marido sigue diciendome que le haga de todo en la cama..y que el a mi no me va a hacer nada!! eso no puede serr!!!! necesito igualdad de sexoooss!! aah! y…mas sexo mariano, mas sexo!! que me tienes necesitada amor! bueno besitos! teQ!

  3. Referirse a la inequidad de géneros es hablar de una problemática que no se ha podido controlar desde muchos siglos atrás, debemos tomar cartas en el asunto y tratar de erradicarlo, porque solo así ayudaremos al desarrolo de los países tercermundistas.

  4. estoy de acuerdo con la igualdad de sexos porque todos somos hijos de Dios, por tanto todos somos iguales.

  5. Todos tenemos el mismo derecho a la igualdad sin preferencias hacia la mujer ni hacia el hombre todos tenemos los mismos derecho basta de diferencias…

  6. Yo pienso que en nuestra sociedad y en nuestro mundo en generla deberia de haber mas
    igualdad entre Hombres y Mujeres y no deberia de haber diferencias ni menos discriminaciones entra mabos sexos en el fondo todos somos iguales ante los ojos de Dios los Hombres y las Mujeres somos una misma carne y no deberia de existir esas absurdas diferencias entre Hombres y Mujeres todos somos iguales ante Dios digan lo que digan…

  7. estoy muy de acuerdo con la equidad entre hombres y mujeres pues todos somos iguales y este articulo nos otorga informaciòn muy importante sobre el tema.

  8. Hablar de este tema me parece de gran trascendencia en especial para quienes vivimos en naciones de gran conservadurismo de ideas y costumbres y mucha, demasiada, pobreza cultural, como es Colombia. En este país donde junto con el Salvador son las naciones donde más se ejerce violencia contra la mujer y los homosexuales en Latinoamérica, haciendo con ello una afrenta contra los derechos y la vida de las mujeres y la población Gay.
    Tenemos la deshonra de tener un Procurador que persigue la población Gay por sus ideas anacrónicas, nacidas del fanatismo religioso que practica, al considerar el homosexualismo una aberración o una enfermedad, como lo consideran muchas iglesias o sectas religiosas en el mundo.
    Creo que una sociedad o un individuo dicen de su cultura
    y pluralismo, del respeto de los derechos humanos, cuando respetan la igualdad de género y de sexo.

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