Educar y formar para ser capaces de ver

Por Andrea Elissamburu.
CONICET. Cátedra de Anatomía Comparada, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.

Uno de los objetivos educativos, en todas las carreras y en todos los niveles de educación —ya sea en la educación básica, carreras científicas, artísticas o técnicas— tendría que ser el de “generar la capacidad de ver”.

Me refiero a ver como reconocer algo para luego poder generar otra cosa distinta con ello. Si tenemos una olla, puede ser simplemente una olla, pero para aquel que tiene la capacidad de ver la olla será un recipiente, será una herramienta, será sonido, será una invención humana, será un trabajo en metal, será una posibilidad de cocinar, será un aroma a puchero, será la ausencia de comida, será una forma, será el frío del metal o el calor del fuego, será el surgimiento de la sociedad, será un material a reciclar, será una tapa, una trampa, una nave, una cueva o casa para algún animal, será un objeto perdido, será algo que buscar en comunidades arcaicas, será el inicio de algo, el final de algo, algo que mejorar, algo que mantener, será su función, su significado, su esencia, su dueño, su futuro, será tiempo.

¿Cómo es posible educar y formar para generar esta capacidad? Acerco mi humilde percepción personal desde el campo científico y creativo. Si bien creo que el proceso de creación y producción en ciencias y en arte tiene caminos muy distintos, puedo reconocer algunos puntos básicos y comunes que incentivan la capacidad de ver en las actividades que requieren creatividad.

Algunos puntos tienen coincidencias con desarrollos teóricos previos dentro del campo educativo o de la creatividad, aunque otros no coinciden tanto (1, 2, 3, 4, 5). Acerco este esquema simple, que está al alcance de cualquier persona, porque puede ser importante analizarlo como una de las formas posibles de desarrollar la capacidad de ver, y de educar y formar para ello.

Es necesario desarrollar cuatro puntos fundamentales:

Teoría/conocimiento/información. Es necesario adquirir información y conocimiento existente sobre distintos temas que hacen al conocimiento general y específico de las temáticas de interés y sobre conocimiento general. Todo el conocimiento sirve, aunque parezca no estar relacionado. Nunca se sabe dónde estará la solución a nuestro problema y todo lo que podamos incorporar sirve. De esta forma generamos un campo conceptual sobre el que trabajar; un conocimiento amplio de todo. Es tan importante saber cómo funciona una rueda, cómo se forma una semilla, o cómo vemos las estrellas.

Observación. Es necesario desarrollar la capacidad de observación sobre hechos, cosas, en general y en detalle, en temas generales y específicos; tanto en observaciones teóricas como de hechos concretos, cotidianos o no. Esta capacidad es necesario educarla en la forma de una observación consciente, dentro de contextos, razonada y sentida. Es tan importante poder observar cómo cae una gota de agua en un vidrio, cómo crece un hongo, o cómo funciona un motor.

Imaginativa. Es fundamental desarrollar la imaginativa, creo que como uno de los puntos más importantes a incentivar. La imaginativa es algo que se deja en un segundo plano o no se considera importante en algunos textos sobre creatividad (4). Es fundamental ser capaces de imaginar. Se trata de la herramienta principal para generar nuevos conceptos partiendo de los ya existentes, o de donde no los hay. Sin imaginativa es muy difícil que surja algo novedoso. Para poner en práctica la imaginativa, es necesario tener en cuenta lo que percibimos y tenemos presente mediante los dos puntos anteriores, el conocer y el observar. Según la Real Academia Española, imaginar significa “representar idealmente algo, inventarlo, crearlo en la imaginación”; crear se define como “producir algo de la nada”; la imaginativa es la “capacidad de imaginar”. Es la imaginativa, y no la creatividad, la que permite generar nuevos conceptos. Imaginar es el paso previo para crear algo interesante o novedoso. Crear sin imaginación puede convertirse en una repetición de recetas, tanto en la ciencia como en el arte.

Asociación. Cuando tenemos nuestra cabeza abierta a la imaginativa, la observación y el conocimiento, la capacidad de asociación es la que por sí sola genera y acerca asociaciones posibles de analizar. Si tenemos dos registros guardados, y por algún motivo nuestro cerebro los asocia, la asociación se hace tangible y se nos presenta de forma consciente.

Mezclar estos cuatro ingredientes y desarrollarlos utilizando los cinco sentidos (ya que muchas veces las asociaciones no surgen de la razón, sino de lo sentido), es fundamental para poder educar y formar para ver. Enseñar a utilizar estas cuatro herramientas puede ayudar a formar personas capaces no sólo de aplicar conocimiento, sino de generar nuevo conocimiento donde no lo hay, o no se lo detecta como conocimiento posible, ya sea en lo científico, lo artístico o la vida cotidiana.

Cuando formamos a alguien, tenemos que tener presente que esa persona va a ser parte de construir un futuro que nosotros ni imaginamos. Debemos dar herramientas para esa construcción. Cada persona tiene que ser capaz de dar lo que tiene para dar desde su mundo.

Referencias bibliográficas

 

(1) DELORS, S. (1996): La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el S XXI, UNESCO, Santillana.

(2) FURMAN, M. (2017): “Educar mentes curiosas: la formación del pensamiento científico y tecnológico en la infancia”, documento básico XI Foro Latinoamericano de Educación, Santillana.

(3) LITWIN, E. (2009): El oficio de enseñar, Paidós.

(4) MARINA, J. A. y MARINA, E. (2013): El aprendizaje de la creatividad, Buenos Aires, Ariel.

(5) RITCHHART, R, CHURCH, M y MORRISON, K. (2014): Hacer visible el pensamiento, Paidós.

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