El habitual "¿para qué sirve?" que acompaña a casi todo avance científico tiene una larguísima respuesta cuando se trata de genes y genomas. La revolución de la ingeniería genética llega a la salud humana y animal en forma de nuevas terapias, prácticas preventivas, diagnósticos, medicamentos y estrategias de trasplantes de órganos; los nuevos alimentos se asoman al mercado; el medio ambiente se convierte en una esfera de actuación urgente; la agricultura y la ganadería desborda sus horizontes tradicionales con el control de los genes y la industria se prepara para introducir estos conocimientos y técnicas avanzadas en sus procesos. Muchas aplicaciones son o están a punto de ser una realidad, otras se planean y algunas no pasan por ahora de meros sueños.