Nosotros desapareceremos y las cosas-cosas subsistirán. A fin de cuentas, los sistemas atómicos de la silla en que me siento y de la copa en que bebo son más estables - es decir, más inmortales - que yo.
Y el yo que se creía, tan orondo y redondo, tan total, paternal, derramando bondad hacia ti y hacia el otro, sin distinción a todos, sin dudar de su fijo, circular y total ser un yo, ser quien fue, ser sólo un ser sin más
descubre de repente que no era tan cerrado, ni tan el que creía, porque un susto: un mesón, uno entre mil millones de su constitución, va de pronto y estalla. La Física hablará si es que hay explicación, del micro y del Señor.
¿Dónde está tu dominio de humanista, Don Yo? ¡Y si a sustos o a saltos te mata un electrón! Piensa bien el desastre. Porque no morirías. Harías explosión. Y sólo quedaría fuera de ti, sin ti, cierto pequeño horror.
La copa de coñac que estás ahora bebiendo, con su sistema propio micro-atómico, extraño a ti, como una estrella puede serlo a otros mundos, quedaría, y tú no. Serías nada-nunca, nunca-más. Sólo subsistiría la copa de coñac.
Y la silla. |
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