CALIZ MAGNÉTICO
Ningún planeta es rey, ni majestad posible si de cualquier lugar del horizonte se le compara al sol. Es el cáliz magnético, el deslumbrante lirio de un firmamento oscuro, la fuente innumerable de los días terrestres chorreando los cántaros del cielo. Blanca cascada envuelta en su furor, alud fosforescente que transporta el maná para saciar la sed sideral de este mundo.
Por él brota la fe de los trigales, surge la primavera y el verano escancia el claro néctar de su copa, abriendo la fragancia vegetal de la brisa. ¿Quién lanzó su navío incombustible sobre el rumor del mar? Nace en el hemisferio, centellea en los peces que retozan con el afán ardiente de su gozo en las aguas.
La caracola afina su canción invariable. Juventud de la espuma en las hoscas rompientes, juventud de la arena que bautizan las olas. Olas de nieve cálida, resplandeciente amor que su don distribuye como semilla fértil por las tensas praderas de un singular destino.
Sol que vive colmado por su nombre, bebamos de los poros su vino más audaz para hendir día a día los soñadores aires y cruzar las distancias hasta asir su melodía de incurable vértigo. Allí, hombro con hombro, su esplendor colma la alborozada visi6n de la existencia. Encumbrado diamante, incendio bondadoso, arroja su venablo más agudo por el espacio terso donde corre la corza, y aviva con su hálito las casas mañaneras. Estrellas, gotas diáfanas de luz por las rendijas embriagan con su zumo esta temprana hora.
Entresoñada albura como arcángel atraviesa los huertos de arrayanes, los mirtos, inquietando la fresca placidez de la alberca, despertando campanas sumergidas que tañen la risa sorprendida de las aguas.
Sortija transparente que desvela Dos tenues realidades divididas: los espectros anclados de las sombras y el reflejo que asciende desde el líquido. Abraza su cristal ensimismado
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