Ciencia y Cultura


EL EMPEÑO POR CONTAR LA HISTORIA DE LA "DOBLE HÉLICE" Y SUS IMPLICACIONES EXISTENCIALES

 

Genes, chicas, y laboratorios. Después de la doble hélice. Watson, James D.  Colección Metatemas. TusQuets Editores. Barcelona, 2006. 408 páginas.


Densa obra sobre uno de los descubrimientos científicos más notables de la segunda mitad del siglo XX


 
 

El 28 de febrero de 1953, en el pub The Eagles de Cambridge, Inglaterra, los clientes, en su mayoría investigadores del cercano y prestigioso laboratorio Cavendish, asistieron a una revelación trascendental para el futuro de la biología: dos jóvenes científicos con una exagerada falta de modestia entraron en dicho local y uno de ellos, Francis Harry Compton Crick, manifestó "a grito pelado" "Hemos encontrado el secreto de la vida"...

Aunque el descubrimiento de la estructura de la doble hélice del ADN nunca hubiera sido posible sin los conocimientos previos aportados por grandes genios como Griffith, Avery, MacLeod, McCarty, Hershey, Chase, Todd o el doblemente laureado Linus Pauling, ciertamente, la publicación, el 25 de abril de 1953, del Nature más famoso de la historia, firmado por James Dewey Watson y Crick, supuso la entrada directa de la bioquímica y biología molecular moderna y el pistoletazo de salida en la lucha por desentrañar todos los misterios de la expresión génica. En este sentido, el libro "Genes, Chicas y Laboratorios. Después de la doble hélice" escrito por Jim (tal y como le gustaba llamarse a J.D. Watson) y que acaba de publicar TusQuets (Metatemas) da testimonio, a través de los ojos de un joven investigador, de la convulsión científica vivida en aquella década. Además, junto al devenir científico entre congresos, reuniones de trabajo y visitas a diferentes laboratorios de Inglaterra y EE.UU., principalmente, el libro pretende describir la difícil compaginación del trabajo de laboratorio con la vida sentimental.

"Genes, Chicas y Laboratorios" está estructurado en pequeños capítulos que describen, desde abril de 1953 hasta septiembre de 1956, prácticamente mes a mes, la lucha del joven Watson por conseguir, a toda costa, su éxito científico; dicha lucha se convierte en angustia cuando entramos en el terreno sentimental. Precede, a esta especie de diario, unas palabras de su buen amigo Peter Pauling, hijo de Linus, quien ya advierte, como "líder no designado de las Víctimas mencionadas", que el libro podría ser "poco digno de confianza de lo que realmente ocurrió en aquella época". Asimismo, en el Prefacio que sigue a estas declaraciones, el propio Jim advierte que su conducta inexperta y egocéntrica de los años 50-60 podría provocar el enfado del lector actual. Lo que no comenta es su bajo criterio a la hora de emitir juicios sobre las mujeres que aparecen en el libro, así como de la escasa valoración que le merecía la malograda Rosalind Franklin, química física que trabajaba en el King's College de Londres y que obtuvo las imágenes del ADN claves para el establecimiento del famoso modelo de la doble hélice. Con solo 37 años, Rosalind murió de cáncer en 1958, cuatro años antes del Nobel ofrecido por la doble hélice. Tachada de intransigente, algunas de las frases que se le dedica en el texto son: "Rothschild me envió un mensaje acerca de que Rosalind se comportaba como un avispón"; incluso, cuando Watson pretende elogiarla, lo hace con desatino: Rosalind Franklin, para mi alivio, ahora resultó ser lo contrario de desagradable. Por otra parte, prácticamente toda descripción que hace Jim de una mujer se basa en su color de pelo. En 15 ocasiones serán rubias (o "rubitas"), como su amada Christa, hija mayor del famoso ornitólogo y profesor del Museo de Zoología Comparada de Harvard, Ernst Mayr; toda la trama amorosa de Jim en el libro gira en torno a su amor por esta estudiante, su angustia por la sospecha de falta de correspondencia y su desesperación cuando se confirman sus temores.

El libro se desarrolla en capítulos prácticamente a tiempo real, mes a mes, de forma lenta y tediosa en ocasiones, debido a la profusión de nombres propios complicados de seguir para el lector no experto en la historia de la física, química o biología. Desde sus investigaciones en Cambridge, en el Cavendish, su paso por el Instituto de Tecnología de California (Caltech), Harvard y, finalmente Cold Spring Harbor, Watson mezcla constantemente los nombres de amigos científicos, con datos de seminarios y visitas a diferentes laboratorios y centros de investigación poco ágiles de situar en el relato. Entremezclados con los datos de interés históricos, como he indicado, Jim describe algunos de sus intentos de escarceos amorosos con varias chicas (como indica el título del libro) con frases tales como: "Al principio, Urs (Ursula Szent-Györgyi) entabló una conversación formal, propia de una chica e insípida" o "Sólo el alcohol de mi sangre me impidió lamentar al instante haber rechazado una joya inmediata por otra que quizá nunca fuera mía", en relación a un conato de infidelidad a su amada Christa. El egocentrismo de Jim le lleva a la coquetería de salir en Vogue, al verlo como la mejor oportunidad para que "chicas americanas tuvieran más interés en conocerme". De hecho, ego no es algo que escasee en el protagonista; en una ocasión que solicita ver a Dalí, en una estancia que nuestro universal pintor realizó en EE.UU., que aprovecha para mostrar su cuadro homenaje de la doble hélice titulado "Galacidalacidesoxiribunucleicacid", Jim le escribe la siguiente nota: "La segunda persona más brillante del mundo quiere ver a la más brillante" ¿cortesía o pedantería? Asimismo, se respira soberbia en la siguiente descripción de los virólogos de la época: "Eran muchos los virólogos que no pensaban todavía en términos de información genética y seguían aferrados a chapuceros procedimientos inmunológicos y bioquímicos". Sin embargo, y como compensación justa, tanto él como Crick tuvieron que soportar comentarios de científicos tan notables como Erwin Chargaff, tachado de celoso por Jim, al argumentar que "la investigación real se hace en la poyata y no jugando con modelos de meta", en clara alusión a los modelos de ADN y, posteriormente, de ARN y proteínas que Watson y Crick elaboraron.

Después de 31 capítulos cortos, súbitamente y como epílogo, la trama se acelera notablemente para abarcar 12 años muy intensos desde el punto de vista histórico y científico que, quizás, habrían merecido un mejor desglose en intervalos más equitativos, aunque se hubiera sacrificado algo de... intimismo. Tras dicho epílogo, se muestra la excesiva correspondencia entre George Gamow y Jim Watson; recuerdos del físico teórico ruso, enamorado del proceso de secuencias que va desde el ADN a la proteína y que fundó, junto a Jim, el denominado Club de la Corbata del ARN. Geo Gamow murió en 1968 a consecuencia de sus excesos con el alcohol -Jim lo recuerda como un científico pegado siempre a un vaso de güisqui-. Otro personaje clave para el descubrimiento de la doble hélice, con clara enemistad hacia Jim, es Maurice Wilkins, quien acusa a Watson y Crick de utilizar los datos del King's College de manera impropia. Aparte de su compañero Crick, junto al que desea continuar investigando en todo momento en la identificación de la estructura del ARN y su mecanismo para conducir la traducción de proteínas, otros personajes omnipresentes en el relato son Linus Pauling, frustrado competidor por la estructura de la doble hélice, su hijo Peter, mujeriego e irresponsable, y su hija Linda, "rubia" estudiante que mantuvo una relación de amistad-coqueteo con Jim.

Aunque como mera contextualización del relato principal, algunas noticias interesantes que se tratan en "Genes, Chicas y Laboratorios", son: la escalada de la guerra fría entre la U.R.S.S. y EE.UU., el asesinato de Kennedy, la coronación de Isabel II, la subida al Everest de Edmund Hillary en 1953 -Jim es un apasionado del alpinismo, deporte que practica tanto en California como en los Alpes suizos- o, algo que me llena de satisfacción, la enorme contribución de nuestro Nobel Severo Ochoa al desarrollo de la biología molecular con su descubrimiento y caracterización del enzima polinucleótido fosforilasa.

"Genes, Chicas y Laboratorios" muestra, en definitiva, dos vertientes: la histórica y la literaria. Esta última sucumbe claramente al mérito de la primera. Como indiqué anteriormente, la gran profusión de nombres propios hace difícil y arduo seguir con detalle el texto. Para intentar paliar este problema, el libro incluye una lista de personajes de obligada consulta continua. Asimismo, el libro peca de "escasez visual" al ser muy parco en fotos. Finalmente, además de la lista de personajes, habría facilitado mucho la lectura contar con fotos y mapas de los laboratorios donde transcurre la mayoría de la acción. Claro está que, en ese caso, el libro se habría convertido en algo así como el Silmarillion de la biología molecular...

José Antonio López-Guerrero
Centro de Biología Molecular "Severo Ochoa"