De este nuevo libro de Francisco J. Rubia, dedicado a la divulgación de lo que sabemos hoy sobre el cerebro, lo mejor que se puede decir de él es lo que escuché a un periodista de televisión que decía que parecía que el libro lo había escrito un periodista. Quiero decir con ello que el autor ha realizado un gran esfuerzo por colocarse en lugar del lector y hacer que el libro sea entendible por cualquier ciudadano sin muchos conocimientos previos. Además, estructurado en preguntas y respuestas, las preguntas elegidas son realmente las que cualquier persona se hace en relación con este tema del cerebro.

Quizá, lo que más me ha impresionado es lo que el autor menciona en el prólogo, cuando dice que uno de sus objetivos es advertir al lector que los conocimientos que se están adquiriendo en esta rama de la ciencia pueden poner en tela de juicio las opiniones que tenemos de nosotros mismos, de los demás y del resto del mundo. Es, pues, de agradecer que el autor se preocupe de que estos conocimientos nuevos no generen un rechazo que haga retrasar el avance científico.

Por lo demás, pienso que es importante que estas contribuciones mejoren la cultura científica del ciudadano ya que, a fin de cuentas, esta mejora hará que nos preocupemos todos más por la ciencia y la investigación, que falta nos hace. Divulgar conocimientos científicos sin perder rigor, pero utilizando un lenguaje asequible a todo el mundo, no es fácil. En otros países existe ya una larga tradición divulgativa y desearíamos que también en España se haga un esfuerzo en este sentido.

El libro pretende también salir al paso de algunos temas que se repiten una y otra vez en los medios de comunicación, pero que no tienen ninguna base científica, como, por ejemplo, la pregunta de si usamos solamente un 10% de nuestra capacidad cerebral. Es evidente que ninguna técnica de imagen ha podido encontrar zonas silentes en el cerebro y así lo explica el autor.

En otros temas, el autor se enfrenta a cuestiones que son contraintuitivas, es decir que están en contra de nuestras impresiones subjetivas y creencias más firmes, pero que los nuevos descubrimientos ponen en entredicho. Me refiero, por ejemplo, al tema de la realidad exterior que, al parecer, es como una película que el cerebro proyecta al exterior, algo que cuesta creer, sobre todo cuando se nos dice que los colores, los sonidos, el frío o el calor no existen en el mundo externo.

No digamos nada cuando se habla de aquellos experimentos que ponen en tela de juicio nuestra libertad. La impresión subjetiva de que somos libres para elegir entre varias opciones está tan firmemente anclada en nuestra mente que difícilmente se puede admitir que experimentos muestren lo contrario. A este respecto, quizá habría también que decir que creencias firmes, como la de que el sol gira alrededor de la tierra, han sido eliminadas por la ciencia como es sabido.

Algunos temas llaman mucho la atención, sobre todo aquellos que están en relación con síntomas clínicos, como la incapacidad de algunos pacientes en reconocer su propia enfermedad, la llamada ?visión ciega?, o la sinestesia, que muestra que la separación entre los sentidos puede no ser normal y que haya personas que puedan oler los colores. Muchos de ellos son prácticamente desconocidos por el gran público y tienen la facultad de generar la curiosidad por el funcionamiento del cerebro.

En resumen: Se trata de un libro de fácil lectura, estructurado en preguntas y respuestas, lo que permite al lector consultar aquellos temas que le interesen especialmente sin tener que leer todo el libro, pero que también puede leerse de corrido como yo he hecho y sin perder interés.