Ciencia y Cultura


¿DE DÓNDE VENIMOS? ¿HACIA DÓNDE VAMOS?

 

La historia más bella de la tierra. Brahic, A.; Tapponnier, P.; Brown, L.R. y Girardon, J.  Anagrama, Barcelona, 2003, 192p.


La historia de la Tierra en tres actos: origen, presente y ¿futuro?


 
 

Mediante un ágil y apasionado diálogo se narra la historia de nuestro planeta de un modo que huyendo de una visión catastrofista, nos hace conscientes de nuestra fragilidad.

La historia se establece en tres actos y tres escalas utilizando como hilo conductor la dinámica conversación dirigida por el periodista Jacques Girardon con el astrofísico André Brahic, el geólogo Paul Tapponnier y el agrónomo o mejor "ecologista", como a él le gusta ser definido, Lester R. Brown.

Son tres actos en los que se combinan tiempo y espacio, conceptos sólo válidos como referencias tranquilizadoras de nuestro mundo local. Se establece un orden cronológico de exposición desde el origen, pasando por el presente y planteando hipótesis de futuro que al menos en un corto plazo dejan un margen a la esperanza, si tal y como dice L.R.Brown "el hombre aprende a vivir en su entorno y no contra él".

Esta aventura que se inicia guiados por el astrofísico André Brahic, parte, como no podía ser de otro modo, del nacimiento de nuestro planeta, en un proceso cargado de casualidad: en un Universo inmenso, hay un pequeño sistema formado alrededor de una estrella, el Sol, de la que la Tierra se sitúa a la distancia precisa y necesaria para su desarrollo. Sobre ella se dieron las coincidencias necesarias para que apareciera la vida sobre un planeta que, en este sentido debe mucho a una compañera fiel, la Luna y a la presencia de un tesoro: una tenue capa de atmósfera hospitalaria y agua líquida.

Sin embargo se trata de una historia cargada de provisionalidad, sin un principio ni un final definitivos dado nuestro aún modesto conocimiento; partimos del "Big Bang" entendido como el horizonte más allá del cual no vemos nada de momento, en un Universo que parece inmutable pero que es extremadamente violento e inquieto y en el que nuestro planeta presenta un incierto futuro.

La Tierra continúa viva, con un corazón caliente que dirige el ritmo agitado de unas células de convección que trasladan las rocas fundidas desde el interior hasta la superficie; allí al enfriarse vuelven a caer en una dinámica dominada por los seísmos y volcanes, procesos de respuesta de la corteza a las tensiones provocadas por el motor interno de la Tierra y que origina la continua apertura de océanos que finalmente desaparecen en sus propios abismos, como si de una cinta transportadora se tratara. Así surgen continentes que marchan sobre el viscoso manto, chocan, se erigen grandes cordilleras, puntos de sutura o cicatrices de esa violenta dinámica que ha modelado el planeta.

Ya en el tercer acto entra el hombre en escena para modificar, como ninguna otra especie lo ha hecho, el panorama del globo. Su intensidad probablemente parte de su propia incapacidad para situarse dentro de una escala espacial y temporal que supera ampliamente sus referencias vitales. Y si en algo se nota esa intervención es en problemas tales como el agujero de la capa de ozono o el efecto invernadero, pero sobre todo en la escasez de ese tesoro que posibilitó la vida en el planeta: el agua y ello debido a la sobreexplotación de las capas freáticas. Sin embargo Brown en su mensaje huye del catastrofismo y de un pesimismo excesivo: las cosas pueden cambiar bastante rápido tal y como ha demostrado el hombre en distintas ocasiones modificando el rumbo de la historia.

Mª José González Amuchastegui
Dpto. Geografía. Universidad del País Vasco