Ciencia y Cultura


LA HISTORIA DE LAS PRIMERAS MÁQUINAS TÉRMICAS Y SUS PATENTES

 

Bielas y álabes. 1826-1914. Amengual Matas, Rubén.  Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Madrid, 2008. 268 páginas.



 
 

Es prácticamente imposible que pasemos un sólo día de nuestras vidas sin tener alguna relación directa o indirecta con las máquinas térmicas: usar un vehículo de transporte como nuestras motocicletas y automóviles, o emplear la electricidad de nuestras casas y trabajos implica el empleo de este tipo de mecanismos. Y muchos de estos dispositivos están protegidos por sus correspondientes patentes, figura que todos asociamos con el progreso y la innovación tecnológica. Bielas y álabes 1826-1914 relata la historia de las primeras máquinas térmicas empleando como hilo conductor las patentes que se solicitaron en España relacionadas con estas invenciones.

Bielas y álabes 1826-1914 es un libro derivado de la tesis doctoral de su autor, presentada en la ETSI Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid en 2004. A pesar de esta relación entre el libro y la tesis original, hay considerables diferencias entre ambos textos; con ello el autor ha pretendido consensuar en el libro el rigor de un trabajo de investigación con la generalidad de una obra de divulgación, aunque con una destacada componente tecnológica. Quiénes estén familiarizados con el mundo de las máquinas térmicas, sin duda encontrarán una particular satisfacción descubriendo ciertos inventos e inventores en su particular contexto, con formulaciones a veces harto curiosas, de lo que a nosotros nos ha llegado depurado a través del tiempo. Pero quiénes sean legos en la materia también disfrutarán al ir descubriendo algo que les suena de oídas, y que de repente se ve plasmado en un curioso documento, en apariencia burocrático, pero inmediatamente lleno de vida física, como es el motor de nuestro automóvil.

El estudio arranca en 1826, cuando las patentes empezaron a regularse por primera vez en España con una legislación específica ad hoc, y finaliza en 1914, fecha en que empezó la Primera Guerra Mundial. A pesar de estos límites temporales, se hacen análisis de las primeras máquinas térmicas que aparecieron en los siglos XVII y XVIII, como las conocidas de Savery, Newcomen o el famoso James Watt. Igualmente, también se encuentran referencias a la primera turbina de gas patentada por Sir Frank Whittle en 1930 por lo que, a pesar de tener el estudio centrado en el mencionado periodo 1826-1914, enlaza con tiempos pasados y futuros del lapso temporal objeto del análisis.

El texto está estructurado en seis capítulos. El primero de ellos es una presentación general de la obra en la que se plantean los objetivos de la misma. Después, los capítulos 2 a 4 son eminentemente técnicos, centrados en el desarrollo de las máquinas térmicas en sí. El capitulo 5 hace unas consideraciones entre la historia económica y la historia tecnológica, y el capitulo 6 es un breve epílogo.

Los capítulos eminentemente técnicos, del 2 al 4, están relacionados con distintos campos técnicos de las máquinas térmicas. Así el capitulo 2 se centra en las primeras máquinas térmicas, que empleaban el vapor de agua como fluido de trabajo, y llega hasta los primeros motores de combustión interna alternativos sin compresión previa. Por las páginas de este capítulo el lector encontrará, entre otras, invenciones tan conocidas como las ya mencionadas de Savery, Newcomen y Watt, y otros ingenios como las máquinas de Stirling, Corliss, Ericsson y Lenoir.

El capítulo 3 se centra en los primeros motores de combustión interna alternativos, y en él se analizan destacadas patentes, como la del francés Beau de Rochas (quien estableció el ciclo teórico del motor de cuatro tiempos en 1862), y los conocidos motores de Otto (1876), Diesel (1892), o el de dos tiempos de Clerk (1878). También aparecen patentes de otros famosos ingenieros como Langen y Daimler, que trabajaron junto con Otto durante muchos años. Seguidamente se revisan otros aspectos técnicos relacionados con motores de combustión interna alternativos, como la alimentación, la distribución y el encendido. El capitulo finaliza estudiando las patentes de motores de Marc Birkigt, el ingeniero jefe de la prestigiosa empresa Hispano-Suiza, líder de la industria internacional de la automoción en los primeros años del siglo XX. También se muestran las primeras propuestas de motores sobrealimentados (los conocidos motores "turbo" que tan populares se hicieron a partir de la década de 1980), de los que hay constancia documental de su existencia a través de patentes de la década de 1910.

En el capítulo 4 se analizan las primeras turbomáquinas térmicas, centrándose casi en exclusiva en turbinas de vapor. Así, aparecen patentes de turbinas de reacción de Parsons, la turbina de acción de De Laval, y la turbina mixta de Rateau (que combina características de las de acción y reacción). También se citan otras conocidas turbinas como la de Curtis, un curioso dispositivo del famoso ingeniero eléctrico Nikola Tesla, y otras patentes de George Westinghouse, o de la conocida compañía Brown Boveri & Cie Aktiengesellschaft. Se analizan las primeras patentes que trataron de turbocompresores, la patente de Brayton (base del ciclo termodinámico de las turbinas de gas) o, como ejemplo de tentativa inicial, la turbina de gas de Lemale de 1903. El capítulo finaliza con una rápida visión, fuera del contexto temporal de la obra general, de lo que supuso la patente de la turbina de gas de Whittle en 1930.

En el capítulo 5 se hace una valoración histórica y económica basada en el estudio que el autor realizó sobre las algo más de 1.300 patentes analizadas correspondientes al lapso temporal 1826-1914 y vinculadas con esta tecnología, presentado diversos resultados estadísticos de especial interés para ingenieros, economistas e historiadores. También se platean algunos modelos curiosos, como una revisión de la llamada oferta tecnológica ("tipos de invenciones", en función de su novedad), un modelo de evolución del desarrollo técnico de estas máquinas con un cierto paralelismo biológico, o una propuesta (que el autor denomina el modelo de la pirámide de innovación) sobre las influencias existentes en los procesos de innovación tecnológica en función de diversos parámetros, como son la influencia institucional, la oferta tecnológica, la economía evolutiva o la vida de las empresas. El texto finaliza con un breve capítulo que hace de epílogo, destacando las principales características de la obra a juicio del autor.

Quizá uno de los mayores logros de Bielas y álabes 1826-1914 sea el combinar en su estudio varias disciplinas, como la ingeniería térmica y energética, la historia de la técnica y la historia económica, mostrando que las parcelas del conocimiento humano no deben analizarse por sectores cerrados, sino que están interrelacionadas ente sí. Además, resulta de especial interés comprobar como las patentes, algo que muchas personas entienden como documentos secretos que no pueden divulgarse (cuando la realidad es exactamente la contraria), permiten analizar la evolución histórica de estas máquinas que tan presentes están en nuestras vidas cotidianamente. Y echamos de menos que el estudio no se prolongue unos cuantos años más en el tiempo, finalizando en 1914 cuando todavía la tecnología de las turbinas de gas no estaba madura y faltaban casi 25 años para que se empezaran a tener los primeros prototipos de estos ingenios. A pesar de eso, Bielas y álabes 1826-1914 permite tener un correcta perspectiva del desarrollo evolutivo de las primeras máquinas térmicas.

Los lectores que estén interesados en el texto, podrán acceder a él a través de la página Web de la OEPM (navegando por sus secciones Propiedad Industrial, Publicaciones, Monografías/Libros), mientras que aquellos que quieran consultar la tesis doctoral inicial, pueden descargarla igualmente desde la página Web del Archivo Digital de la Universidad Politécnica de Madrid.

José Mª Martínez-Val Peñalosa
Catedrático de Termotecnia. ETSI Industriales, UPM