Ciencia y Cultura


UNA EXCELENTE APROXIMACIÓN A LA EXPANSIÓN ISLÁMICA

 

Del Nilo al Ebro. Estudios sobre las fuentes de la conquista islámica. García Moreno, L. A. y Viguera Molins, Mª J. (editores).  Universidad de Alcalá de Henares, Servicio de Publicaciones. 2009. 266 páginas.



 
 

La expansión islámica de los siglos VII-VIII constituye uno de los procesos históricos más importantes de la historia de la humanidad, dada la amplia escala de su proyección y el carácter irreversible, en la mayoría de los casos, de sus consecuencias. La historiografía, sobre todo anglosajona, no ha dejado de prestarle atención, destacando las monografías clásicas de F. M. Donner The Early Islamic Conquests (1981), W. E. Kaegi, Byzantium and the Early Arabs Conquests (1992), o la más reciente de H. Kennedy, Las grandes conquistas árabes (2007). No resulta necesario insistir en la relevancia de este estudio para nuestro pasado cuando, en 2011, se van a cumplir 1.300 años de la llegada del Islam a la Península. Sin embargo, a pesar de ello, lo cierto es que en nuestro país apenas se ha atendido a la expansión islámica fuera del caso concreto de nuestro territorio.

La publicación reseñada viene a compensar este desequilibro, ya que contiene los trabajos presentados a las I Jornadas de Estudio de las fuentes no islámicas (textos, documentos y arqueología): de la conquista islámica del Norte de África y la península Ibérica, celebrado en Alcalá de Henares los días 19-20 de diciembre de 2008, reunión científica de la que se ha informado en publicaciones recientes (véase Collectanea Cristiana Orientalia 7, 2010, páginas 302-308) y que tuvo continuidad en dos convocatorias posteriores, celebradas en Granada (26-27 octubre 2009) y Córdoba (11-12 junio 2010), respectivamente, cuya publicación está anunciada. El contenido de la obra lo integran en total diez textos, la mayoría redactados en castellano, aunque hay tres artículos en lenguas extranjeras (italiano, francés y portugués), y los trabajos se dedican a tres espacios históricos diferenciados, Egipto, el Magreb ('África Menor') y la península Ibérica ('Hesperia').

E. Motos y J. Soto estudian las sucesivas disputas de bizantinos, persas y árabes por el control de Egipto durante la primera mitad del siglo VII, hasta el año 642. Los autores plantean una crítica a trabajos previos sobre la conquista islámica del país, tanto clásicos (A. J. Butler) como recientes (H. Kennedy), en especial por el manejo inadecuado de las fuentes. Por su parte, S. Abboud aborda el análisis de cinco fuentes coptas en árabe, procedentes de épocas posteriores a la conquista islámica: la crónica del obispo Juan de Nikiu (m. 609), la historia de los patriarcas de Alejandría del obispo Ibn al-Muqaffa' (m. 979-1003), el tratado geográfico de Ibn Mammati (m. 1209), la obra de Abu-l-Makarim (ss. XII-XIII) y la crónica de al-Makin (m. 1273). En tercer lugar, R. González Salinero, especialista en el judaísmo durante la Antigüedad Tardía, analiza la situación de los judíos en el Norte de África (Egipto y el Magreb) a través de las fuentes greco-latinas, tanto documentales (papiros, epigrafía) como literarias (Pseudo-Cirilo de Alejandría, Juan Mosco, Leoncio de Neápolis, Doctrina Iacobi nuper baptizati, Procopio, Máximo el Confesor) y jurídicas.

Tres artículos conforman el segundo apartado, dedicado al ámbito magrebí. La investigadora italiana Ch. Tommasi Moreschini desarrolla la transición del dominio bizantino al musulmán (533/34-698) desde la perspectiva de las fuentes literarias de los siglos VI y VII, tanto latinas (Coripo, Máximo el Confesor, Gregorio Magno) como griegas (Procopio). En ausencia de fuentes de procedencia norteafricana sobre la dominación bizantina en el Magreb (salvo la crónica de Víctor de Tununa) y dado el desinterés general de las orientales por este ámbito, Mª E. Gil Egea analiza la información que aportan tres fuentes latinas hispanas de los siglos VI y VIII, respectivamente. Primero, la crónica de Juan de Bíclaro, obispo de Gerona, que pretende ser continuación de la de Víctor de Tununa y enlazar con la tradición creada por Eusebio de Cesarea y continuada por Jerónimo y Próspero, aportando datos inéditos respecto a la situación política en el dominio bizantino norteafricano durante el gobierno del emperador Justino II. A continuación, se centra en las dos fuentes latinas del siglo VIII, denominadas respectivamente Continuatio Byzantia-Arabica de 741 y Crónica mozárabe de 754, las cuales contienen una información muy similar sobre el ámbito norteafricano, sea por utilizar alguna fuente común o por influencia mutua. El artículo de Y. Modéran adopta una perspectiva distinta, ya que se centra en un hecho concreto sobre el cual ofrece un dossier completo de la información en fuentes no islámicas. Se trata de la expedición de 647-48, primer gran episodio de la conquista islámica del Magreb, que culminó con la derrota de exarca bizantino Gregorio. Su importancia se revela a través de su presencia en fuentes árabes como no árabes, siendo uno de los pocos sucesos que plantea esta dualidad de registros. A este respecto, el autor revisa información documental (epigráfica, sigilográfica, y arqueológica), así como textual y literaria (Pseudo-Fredegario, fuentes hispanas y fuentes griegas y siríacas).

La tercera y última parte, dedicada a la península Ibérica, lo conforman cuatro artículos, relativos tanto a las fuentes latinas como árabes. Este apartado es algo distinto a los anteriores, ya que, mientras en los relativos a Egipto y el Magreb hay artículos tanto sobre la conquista islámica como respecto a la situación previa, en este tercero todos los trabajos se dedican al primero de ambos. En 'Fuentes no islámicas de la invasión y conquista de España por el Imperio árabe-islámico', uno de los más importantes, a mi juicio, del volumen, L. A. García Moreno plantea cuestiones novedosas en relación con los textos latinos, en particular por lo que se refiere al himno Tempore belli, que fue ya vinculado por M. C. Díaz y Díaz con la conquista islámica, no dudando en calificarlo García Moreno como 'el único testimonio literario llegado a nuestros días contemporáneo de la invasión' (p. 185). Aunque es acertada su insistencia en la relevancia de las fuentes latinas, tal vez su juicio sobre las árabes resulte excesivamente crítico, llegando, incluso, a sobrevalorar, frente a ellas, la Crónica mozárabe de 754, de la que afirma, basándose en Tailhan, que 'parece increíble que cualquier estudio sobre la conquista islámica del reino godo no se base principalmente, por no decir exclusivamente, en ella' (p. 193). Junto a la valoración de fuentes poco exploradas, otro de los aspectos de interés del trabajo de García Moreno radica en la afirmación de la existencia de una tradición cronística mozárabe sobre el final del reino godo y la conquista islámica, respecto a la que anuncia la realización de futuros trabajos.

Los otros tres artículos relativos a la Península están centrados en la problemática de las fuentes árabes. El de Mª J. Viguera recoge, de manera sucinta, una relación de veintidós textos cronísticos, orientales (Ibn Abd al-Hakam, al-Baladuri, al-Waqidi, al-Tabari, Ibn al-Azir, al-Nuwayri), magrebíes (al-Raqiq al-Qayrawani, Ibn Idari, Ibn al-Kardabus, Ibn Jaldun) y andalusíes (Ibn Habib, Ibn al-Qutiyya, Ibn Abi-l-Fayyad, Ajbar machmúa), comentando la disponibilidad de ediciones y traducciones y las características principales de su información sobre la conquista. El artículo de la investigadora francesa C. Mazzoli-Guintard se centra una fuente concreta, geográfico-cronística, el diccionario de topónimos de al-Himyari, autor de los siglos XIII-XIV que aporta información sobre la conquista en diecinueve de los casi doscientos nombres de lugar de la Península que contiene. Dada la cronología del autor, es obvio que se trata de una recopilación de fuentes anteriores, en muchos casos no conservadas. Mención aparte para el artículo de A. Rei, quien aborda, en portugués, la función de la Crónica del moro Rasis, versión portuguesa del siglo XIII del texto fundacional de la cronística omeya de Córdoba, la obra de Ahmad al-Razi, que sólo se ha conservado a través de fuentes interpoladas y en la citada traducción. Dicha versión portuguesa fue elaborada, según el autor, en cuatro fases, a partir de 1263-67, tras la conquista portuguesa de la zona del Algarve, sobre una refundición de dicha crónica árabe y de la obra de al-Bakri (s. XI) realizada en época almohade por Ibn Galib, como fundamento del programa almohade de reconquista del territorio musulmán de al-Andalus. Pese al indudable interés del tema que plantea, se trata, tal vez, del único artículo que no guarda una completa coherencia con la unidad temática del volumen, al margen del hecho de que el autor sólo parece conocer la bibliografía portuguesa, lo que, probablemente, explica que se deslicen algunos errores puntuales.

En conjunto, la obra constituye una excelente aproximación a la expansión islámica por el Norte de África y la Península y, sobre todo, a la problemática de sus fuentes escritas, desde una perspectiva interdisciplinar y con participación de investigadores procedentes de tradiciones académicas diversas. Ello otorga una enorme riqueza al contenido del volumen. Asimismo, la elección de las fuentes como temática central en conexión con el proceso, tan complejo y mal conocido, de la expansión islámica, se produce en un momento muy apropiado, justo cuando, desde ciertos sectores académicos, se hace apología de las extravagantes, disparatadas y trasnochadas tesis negacionistas sobre la conquista musulmana de la Península, postuladas en su día por I. Olagüe. Los trabajos reunidos en Del Nilo al Ebro evidencian que sólo la conjunción de la Arqueología y de la crítica literaria y la hermenéutica de las fuentes puede permitir seguir avanzando en el conocimiento del proceso de la expansión islámica, una labor en la que aún resta mucho trabajo por hacer.

Alejandro García Sanjuán
Universidad de Huelva