Ciencia y Cultura


UN RIGUROSO ESTUDIO HISTÓRICO DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE CATÁLISIS EN ESPAÑA

 

Protagonistas de la química en España: los orígenes de la catálisis. Bosch, Pedro, García de la Banda, Juan F., Pérez, Joaquín y Toural, Manoel.  Colecc. Biblioteca de Ciencias, vol. 37. Madrid, 2010.



 
 

La primera impresión agradable es tener un libro sobre historia de la química española escrito por dos químicos españoles en compañía de un físico mexicano y de un periodista español. Esta buena impresión se confirma con la lectura del libro, que es bastante ameno y documentado. Los autores han realizado un riguroso estudio histórico con referencias a publicaciones y documentos originales, aportando datos de la investigación en catálisis en España y artículos biográficos sobre los cuatro químicos protagonistas de estas investigaciones: José Giral (1879-1962), Enrique Hauser (1866-1943), Antonio Madinaveitia (1890-1974) y Eduardo Vitoria (1864-1958).

La historia de la catálisis se remonta a finales del siglo XVIII. El término fue acuñado por Berzelius en 1836. Desde entonces su desarrollo ha sido paralelo a la de la propia química. La catálisis se refiere al fenómeno en el que una sustancia (el catalizador) aumenta la velocidad de una reacción química sin consumirse en ella. La catálisis es fundamental en el progreso de la química. Por un lado, permite realizar reacciones que en su ausencia serían extremadamente lentas. Por otro lado, el catalizador no se consume, por lo que se puede recuperar y reusar, siendo beneficioso económicamente y medioambientalmente.

Como en otras facetas de la ciencia, la catálisis empezó a ser tardíamente investigada en España, pudiéndose establecer su origen en dos publicaciones de José Giral en 1908. El primero de dichos artículos describe el uso de hilo de platino al rojo como catalizador de reacciones de oxidación, útil para el análisis de compuestos orgánicos; y el segundo la aplicación de tricloruro de aluminio en la reacción de Friedel-Crafts.

El libro está dividido en siete capítulos, cada uno de ellas escrito por un autor individual, lo que se nota en el estilo no homogéneo de los capítulos. En el primer capítulo el Dr. Pérez hace un resumen de los primeros resultados publicados en España sobre el tema, debidas a los cuatro científicos biografiados en el libro.

Joaquín Pérez es también el autor del segundo capítulo, dedicado a la biografía y obra de Eduardo Vitoria, religioso jesuita. La vocación y dedicación del padre Vitoria a la química fue tardía, pues estudió la carrera después de las de ciencias exactas, humanidades, filosofía, y la religiosa. Finalmente, por necesidades de la Compañía de Jesús, estudia química; realizando el doctorado en la universidad de Lovaina. Eduardo Vitoria fue encargado por sus superiores de crear el Laboratorio Químico del Ebro, que posteriormente se convirtió en el Instituto Químico de Sarriá, actualmente formando parte de la universidad Ramón Llull. Debido a que el objetivo de formación del Laboratorio del Ebro era eminentemente práctico, el Dr. Vitoria preparó numerosas prácticas de laboratorio usando catálisis, lo que le llevó a escribir un libro de texto sobre catálisis, probablemente el más completo de su época. Aunque el Dr. Vitoria realizó investigación original, su mayor aportación fue en los terrenos organizativos y didácticos.

Manoel Toural escribe el capítulo sobre Enrique Hauser, profesor de la escuela de minas de Madrid. La aportación de Hauser a la catálisis fue desarrollar métodos que permitían analizar grisú, lo que era importante para la seguridad de los mineros. Hauser fue una persona muy influyente en España durante el primer tercio del siglo XX. Sin embargo, su obra y su nombre está prácticamente olvidado (como indica Toural en el título del capítulo) porque fue uno de los mayores represaliados del franquismo.

Otro gran represaliado del franquismo fue José Giral, aunque su gran talla científica y política no pudo ser disminuida por el anterior régimen. El capítulo dedicado a José Giral está escrito por su nieto, Pedro Bosch Giral, que comienza con recuerdos entrañables de su abuelo. Posteriormente desarrolla la biografía del profesor Giral de manera cronológica, sin separar las diversas e intensas actividades de José Giral, lo que demuestra su dinamismo y su carácter polifacético. En el libro se relatan diversas anécdotas y episodios de personas importantes en la historia de España. Antes del golpe de estado de 1936, el profesor Giral tenía una extensa carrera política (ministro de marina y de estado; y presidente del gobierno), académica (profesor de química en Salamanca y Madrid), burocrática (rector de la universidad de Madrid), profesional (empresario de análisis químico y farmacéutico con farmacia en Madrid, centro de reuniones de alto nivel político) y científico (química, nutrición y oceanografía). La derrota en la guerra civil supuso su exilio a México, dónde siguió manteniendo su actividad en diversas áreas, contribuyendo al progreso de la química mexicana; mantuvo diversos cargos políticos en el exilio, siendo una de las personas de referencia política; y fundó la revista Ciencia, publicación importante para los científicos españoles en el exilio.

El cuarto capítulo biográfico está dedicado a Antonio Madinavetia, joven prodigio (a los 15 años ya estudiaba ingeniería química en la ETH de Zürich), republicano destacado y gran químico orgánico. Manoel Toural ha escrito una muy buena biografía de este químico, destacando su labor científica en España y, posteriormente en México, donde tuvo que exiliarse. Sin duda algunas, la guerra civil truncó la posibilidad de que el profesor Madinaveitia crease una escuela española de química orgánica de calidad.

El quinto capítulo es el menos interesante del libro y como el autor (profesor García de la Banda) confiesa al principio, puede contener errores (este revisor cree haber detectado algunos). Este capítulo está fuera de contexto del resto del libro, pues relata parcialmente la historia de la catálisis en España entre 1940-2008, sin entrar en demasiados detalles científicos ni en explicar las investigaciones de todos los grupos dedicados a la catálisis. El artículo no es completo y más bien se dedica a hacer un elogio a las bondades científicas de la escuela del profesor García de la Banda.

Se echa a faltar un índice, aunque sea breve, de términos y personas. El último capítulo, dedicado a enumerar hechos cronológicos, es innecesario. No es suficientemente completo ni detallado ni se percibe el paralelismo que se le ha querido dar a la situación mundial frente a la española. Hubiese sido mejor haber hecho una cronología más detallada de la catálisis a nivel mundial.

Bernardo Herradón
Instituto de Química Orgánica General, CSIC