Ciencia y Cultura


PENSAMIENTO LIBERTARIO

 

Chomsky y la globalización. Fox, Jeremy.  Barcelona: Gedisa, 2004. 92 páginas


Se publica un útil resumen de las ideas políticas del padre de la gramática generativa


 
 

Noam Chomsky es probablemente uno de los principales pensadores de nuestro tiempo por sus aportaciones a la lingüística. Su idea de que las estructuras sintácticas de las distintas lenguas responden a una estructura innata del cerebro, a una naturaleza humana común, no sólo supuso una revolución -a la vez que un redescubrimiento de la tradición de Port Royal- sino que introdujo una perspectiva nueva, la de la gramática generativa, para dar cuenta de las múltiples formas sintácticas de las lenguas naturales a partir de una estructura profunda y un número limitado de reglas de transformación.

Sin embargo, poca gente conoce a Chomsky, fuera de la lingüística, por sus ideas en este campo, y en cambio son muchos los que han oído su nombre en relación con las críticas del poder de los Estados Unidos, de las empresas multinacionales o de las grandes empresas de medios de comunicación. Se ha subrayado con frecuencia la paradoja de que este crítico implacable del capitalismo global permanece desde 1961 en el Instituto Tecnológico de Massachussets, con una posición académica que nadie, ni siquiera él mismo, pone en cuestión.

La paradoja sólo es aparente: Chomsky es un libertario, un crítico del poder, y sería absurdo que su crítica del poder de Washington le llevara a vivir en otro país, bajo un poder distinto -y quizá más criticable-, renunciando a las ventajas que le da su posición en el MIT no sólo para proseguir su trabajo científico sino también para desarrollar sus posiciones críticas. Pero de esta perspectiva libertaria se deducen las limitaciones de su interpretación del mundo.

Existe en su biografía intelectual una anécdota que puede ser ilustrativa para los lectores españoles. En 1969, en su libro American power and the new mandarins, Chomski incluía un ensayo contra los historiadores de la guerra civil española que a su juicio habían minusvalorado la importancia de las colectivizaciones libertarias como alternativa a la lógica conservadora o estalinista en el bando republicano. El texto era injusto y agresivo contra historiadores no sólo serios sino de talante progresista, pero sobre todo ignoraba los numerosos datos que podían mostrar el lado oscuro de aquella experiencia y a la vez su carácter excepcional.

Los valores de Chomsky pueden suscitar simpatía, pero sus críticas a menudo no son convincentes. Una de las razones podría ser que sus razonamientos se desarrollan como si los males que denuncia fueran fruto de la acción calculadora de un único agente poderoso (el poder de Washington más las grandes empresas) al que se debe criticar y resistir, pero sin pensar en la existencia de otros agentes y en la necesidad de reglas e instituciones que permitan contrapesar esos poderes. Literalmente, Chomsky es tan profundamente libertario que no acepta emocionalmente el fundamento práctico de la democracia: la existencia de intereses poderosos exige la creación de un poder superior que garantice la libertad de los individuos y los represente.

Lo que en este volumen nos ofrece Jeremy Fox es una exposición sintética y muy breve de las críticas de Chomsky contra la globalización. Fox es un admirador de Chomsky, entre otras (buenas) razones por ser una persona sencilla y asequible, y no parece simpatizar con los economistas. De todo ello se deriva una limitación seria de su trabajo, pero éste constituye sin duda un compendio útil de los argumentos de Chomsky. El trabajo original es de 2001, lo que significa que quedan fuera de su exposición no sólo las secuelas de los atentados del 11-S, sino también las crecientes fisuras que la crisis económica global ha provocado en el paradigma neoliberal.

Chomsky ha escrito bastante, y con fortuna discutible, sobre la política exterior de George W. Bush, pero no parece ser consciente de que se hayan producido cambios recientes en la dinámica del capitalismo global. Si lo fuera, en todo caso, no es nada seguro que esto le llevara a replantear sus análisis, porque en ellos la historia es sólo una colección de ilustraciones de sus razonamientos, no el contexto que explica por qué pueden suceder algunos hechos y otros no. Si no es necesario explicar por qué dejaron de funcionar las instituciones de Bretton Woods y cómo se extendieron las ideas neoliberales, tampoco tendría sentido pensar que éstas puedan estar en crisis, ni ocuparse de los debates sobre el futuro del FMI.

Como resume Fox, "o nos doblegamos a la injusticia y a la tiranía globales o nos unimos a la lucha por la justicia, la democracia y la libertad". Ante una dicotomía tan clara no hay mucho espacio para los matices.

Ludolfo Paramio