A Jorge Juan y Santacilia se le conoce como una de las figuras científicas más destacadas de nuestra Ilustración. Fue caballero de la Orden de Malta (por consiguiente, con voto de celibato: no tuvo descendencia) y Comendador de Aliaga, Comandante de la Compañía de Guardias Marinas, Jefe de Escuadra de la Armada, Director del Seminario de Nobles de Madrid, consejero de la Junta de Comercio y Moneda y embajador en Marruecos. Se trata de una carrera militar y política destacada que queda ensombrecida por su reputación dentro de los campos de la geodesia, de la navegación y de la física de fluidos.

Calificado en ocasiones de “pequeño Newton español”, Juan inició su andadura científica cuando partió, junto con Antonio de Ulloa, a tierras americanas para participar en la expedición geodésica francesa al Virreinato del Perú encargada de la medida de un arco de meridiano que dilucidase la polémica sobre la figura de la Tierra. A su retorno desempeñó diversas misiones para el entonces todopoderoso Marqués de la Ensenada y tuvo un papel activo, entre otras cosas, en la renovación de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, en el diseño de los arsenales de Marina y en el de un nuevo modelo de navío basado en sus investigaciones sobre mecánica y construcción naval. Fue autor, junto con Ulloa, de unas Observaciones astronómicas y físicas (1748) donde se recogía su trabajo geodésico en tierras americanas; también de una Disertación histórica y geográfica sobre el meridiano de demarcación entre los dominios de España y Portugal (1749). En solitario escribió un Compendio de navegación (1757) para la enseñanza de los guardias marinas, el Examen marítimo (1771), obra en dos volúmenes dedicada a la mecánica ingenieril y a la construcción naval, y el Estado de la astronomía en Europa (1773) en defensa del sistema copernicano, cuya aceptación había encontrado resistencias en nuestro país. Asimismo, en diversos archivos se conservan manuscritos con informes y propuestas, como por ejemplo un proyecto para la fundación de una Academia de Ciencias o para la elaboración de una carta de España.

Fuera de estas publicaciones y manuscritos, que hablan de su vida pública, se conoce más bien poco sobre su vida privada (fundamentalmente, algunas cartas familiares) y su correspondencia con otros personajes del momento. Por ello la biografía de Nuria Valverde se vuelca de lleno hacia los asuntos públicos, entrelazando con habilidad las actuaciones y obras del marino alicantino con los problemas de la época. El resultado es un amplio fresco que va mucho más allá de la figura de Juan, desvelando con viveza y buenos datos en la mano muchos aspectos de la España del Siglo de las Luces. Contextualización, aunque rigurosa, ágil, de modo que en nada resta la amenidad a un libro que se ha pretendido que llegue a un público general.

El libro no es –ni lo pretende- una biografía de Juan escrita para especialistas en historia general o en historia de la ciencia en particular; baste con decir que el lector no encontrará notas a pie de página. No obstante, tampoco tiene nada de trivial. De hecho, que sepa quien esto escribe no hay ninguna otra biografía de Juan comparable en extensión, y las no pocas horas de investigación se dejan notar. Su muy cuidada contextualización –apoyada en una amplia bibliografía ordenada por Capítulos- y su estilo, aunque ameno, riguroso la convierten en una obra muy recomendable no sólo para quienes deseen acercarse y comenzar a profundizar en la figura del marino alicantino, sino también para aquellos interesados en el siglo XVIII español, quienes por otra parte sin duda encontrarán de no poca utilidad el índice onomástico insertado al final.