Ciencia y Cultura


REIVINDICACIÓN DE LA SOCIOLOGÍA DE LA CIENCIA

 

Sociología de la ciencia. Valero, Jesús A (coord.).  Madrid, EDAF, 2004


Un grupo de investigadores rinde homenaje al eminente Robert K. Merton.


 
 

En este volumen recopilatorio participan filósofos como Javier Echeverría, León Olivé, Robert Nola , A. Gupta, y sociólogos como J. A. Valero, J. Beriaín, A. Ovejero y F. Morentes. Es un volumen de homenaje a Robert K. Merton, historiador y, sobre todo, sociólogo de la ciencia a quien se debe en buena parte la instauración de esta disciplina, que nace en parte de la sociología del conocimiento de K. Manhein y en parte de la historia de la ciencia de J. Bernal y P. Sorokin. De Merton se conocen básicamente tres ideas que han sido sistemáticamente discutidas, criticadas y malinterpretadas. La primera, llamada "tesis de Merton" sobre el origen de la ciencia moderna, establece una correlación en los siglos XVII y XVIII entre el protestantismo más radical (el calvinismo, el pietismo, el puritanismo.) y la práctica de la ciencia como modo ejemplar de conducta. La segunda idea se ejemplifica en el acrónimo "CUDEOS" que resume el código normativo de la ciencia: comunitarismo, universalismo, desinterés, escepticismo organizado (del inglés organized skepticism). La tercera es la idea de que en las sociedades en las que prima la competencia como modo de alcanzar los objetivos sociales se produce una forma de estado social calificado como anomia, que expresa la incapacidad de numerosas capas sociales e individuos para realizar sus objetivos en este modo competitivo de existencia social. En el volumen que presentamos se tratan variados aspectos del pensamiento de Merton y especialmente de su contribución a cómo entender la ciencia contemporánea.

Las grandes aportaciones de Merton se desarrollaron en las décadas de los cuarenta y cincuenta. Habrían creado una tradición larga en los estudios de la ciencia de no haber ocurrido el fenómeno que supuso la universal adhesión de sociólogos, historiadores y filósofos a las ideas de Kuhn y, posteriormente, su traducción en varias escuelas de sociología y sociologismo de la ciencia. Merton había comenzado a estudiar las motivaciones y valores que constituyen los códigos profesionales de la ciencia y por tanto a penetrar en lo que podría ser llamada la psicología social de las comunidades científicas. Después de Kuhn, los sociólogos olvidaron todo lo que pudieran ser valores constitutivos de la ciencia y postularon la imposibilidad de distinguir tales cosas como valores "internos". Después, ya era casi imposible hablar de valores y todo quedó en "intereses". Robert Nola, filósofo australiano tan inteligente como ácido, desmonta la lógica de estas derivaciones postmertonianas, en el volumen que comentamos. Echeverría y Olivé, por su parte, pretenden con mucha razón recuperar el espíritu mertoniano y muchas de sus ideas. La estructura de los valores en las prácticas científicas es una de las asignaturas pendientes de la sociología, y su estudio es lo que proponen estos autores. Otros artículos, como los de Valero y Gupta, estudian lo que han sido las trayectorias después de Merton en la sociología y filosofía de la ciencia, de forma que el volumen en su conjunto tiene una utilidad mucho mayor de la que pudiera ser una mera evocación de Robert K. Merton. Se trata más bien de un trabajo "a propósito de." que explora vías alternativas al pantano de los actuales "estudios sobre la ciencia" tan llenos a veces de "superstición superior" y de "casos" que en ocasiones recuerdan más a programas televisivos de salsa rosa que a una urgente comprensión de las prácticas científicas como parte la institución que más ha revolucionado la historia humana desde la generalización de la escritura.

Merton explicó como nadie los mecanismos de recompensa de la ciencia, el principal cemento de la institución científica. Explicó igualmente la base de la autoridad y del reconocimiento interno en las comunidades científicas, así como la estructura básica de las regularidades que subyacen al sistema de publicación, el llamado "efecto Mateo" (a quien mucho tiene se le dará más y a quien tiene poco aún se le quitará lo que tiene.). Estableció los principales instrumentos que constituyen el sistema actual de evaluación de la ciencia, sin la cual sería imposible ninguna política científica sensata. Gracias a Merton tenemos un esquema que nos permite explicar cuál es la estructura de esta institución meritocrática y competitiva. Pocos autores han contribuido tanto a nuestra comprensión de la ciencia y pocas ideas han sido tan útiles. La mejor época de Merton coincidió con el crecimiento exponencial de la ciencia en todo el globo, más, claro, en unos países que en otros. Posiblemente ya haya acabado definitivamente este crecimiento: la ciencia ha entrado en un estadio de estabilidad que exige una fase de crecimiento en calidad de la institución, en reforzamiento de sus capacidades productivas. Las ideas de Merton son ahora más que nunca inapreciables para reforzar los sistemas de autoridad científica, única forma de resolver las interferencias del poder y de sus varias formas de intereses. En este sentido, este volumen nos ayudará a recuperar este espíritu, por suerte, nunca perdido definitivamente.

Fernando Broncano
Universidad Carlos III de Madrid