Ciencia y Cultura


"ESO ESTÁ MUY BIEN, PERO AQUÍ NO SE PUEDE HACER"

 

Biografía del cáncer. La aventura de Joan Massegué. Pujol Gebellí, Xavier.  Editorial Península-Atalaya. Barcelona, 2004. 204 pág.


Ve la luz la crónica de un personaje emblemático


 
 

"¿Quién podrá nunca aspirar otra vez al galardón nórdico, a la sonrisa del rey, a la dignificación, al buen pasar del sabio que en la península seca espera que fructifiquen los cerebros y los ríos?", se preguntaba Luis Martín-Santos en "Tiempo de silencio". Pasados 44 años si hay alguien que pueda satisfacer este lamento es, sin duda, Joan Massagué.

El "Biografía del cáncer. La aventura de Joan Massegué" es más que una biografía de un personaje de actualidad por la concesión del Premio Príncipe de Asturias. Nos ofrece la posibilidad de acercarnos de manera rigurosa y amena al español, que en la actualidad, para muchos goza de una mayor influencia y reconocimiento internacional. Un investigador científico, nacido en Barcelona en 1953, cuya obra le coloca como uno de los cinco investigadores más citados en el mundo en el área de biociencias en los últimos 20 años y, como el único español entre los cincuenta científicos más citados en cualquier rama de la ciencia. En la actualidad director del programa de Biología y Genética del Cáncer del Instituto Sloan Kettering de Nueva Cork.

Conocer y valorar la obra de Massagué debería ser una referencia en la formación cultural de un ciudadano en nuestro país. El trabajo de Xavier Pujol, más que para reparar una injusticia inexistente, es una invitación a reflexionar acerca del papel de la ciencia en nuestra sociedad.

La política científica y la ciencia son dos ámbitos entrelazados, pero distintos en sus lógicas y objetivos. Sin política científica, o si se prefiere, sin una estrategia de Estado en ciencia y tecnología, es imposible alcanzar un nivel científico destacable y, menos aun, su implicación con las necesidades e inquietudes sociales. A lo largo de la conversación entre científico y periodista, que sirve hilo conductor al libro, queda claro que la obra de Massagué ha sido posible gracias a que ha trabajado en "la otra orilla de la ciencia", según sus palabras. Esto es, en un país en donde existe una política científica capaz de recoger y promover el compromiso entre las instituciones científicas y la sociedad a la que sirven. Como quedan claras las limitaciones de nuestras instituciones científicas para aunar, talento, disciplina, flexibilidad y medios. "La formula ya esta inventada la cuestión es aplicarla" señala el científico catalán.

Dicho esto, el libro de Pujol es, por encima de todo, un guiño al optimismo. Al optimismo frente al cáncer y frente a las posibilidades de nuestros científicos. Desde la experiencia privilegiada de Massagué, volcado en los últimos años en intentar desentrañar las bases biológicas del cáncer, y más concretamente el mecanismo que lleva a la metástasis, el autor nos acerca a las expectativas de bienestar que la investigación científica esta generando en este ámbito. La curación del cáncer es posible, y lo será de manera mucho más eficaz en los próximos años.

Optimismo que surge de la información y del análisis, en ningún caso de la ingenuidad, ni de la ignorancia de los conflictos de intereses que encarna cualquier empeño científico. ¿Por qué ahora sí tendremos resultados?, ¿por que seguir construyendo nuevos y costosos centros de investigación?, se pregunta Pujol.

200.000 millones de dólares, sólo en EE. UU., destinados a la investigación oncológica desde que el Congreso americano diera luz verde al Acta contra el Cáncer, hace en estas fechas 34 años, hacen cuestionarse, como recientemente lo hacía la revista "Fortune", cuando menos la eficiencia del gasto público en este programa. El modelo utilizado para conquistar la Luna con resultados en menos de 10 años, y que se trasladó a lucha contra el cáncer, se ha manifestado inadecuado. Más dinero no garantiza más resultados.

Los científicos responden a estas preguntas. "Todas las investigaciones que ahora parecen irrelevantes, eran absolutamente necesarias" Señala Ángel Pellicer. "Ya no damos palos de ciego como antes. Ya hay resultados. Ahora sabemos por donde avanzar" señala Massagué. El volumen de saber necesario para entender el funcionamiento interno y externo de una célula ha llevado 25 años. Hoy día disponemos de ese conocimiento acumulado, de una tecnológica para crear y analizar información hasta hace pocos años impensable, y además, de instituciones científicas que han aprendido a organizarse para entrelazar "la ciencia elegante, profunda y eficiente", a las necesidades de los enfermos. En estas condiciones no parece un sueño la propuesta del libro de, mirar con esperanza a los ojos al cáncer, o mejor dicho, a las más de 200 enfermedades que se agrupan bajo este nombre. "Ahora más que nunca, se está equipado para atacar al cáncer".

Pocos temas aúnan interés científico y social, como el trabado por este libro. Señala María Blasco que "El cáncer es una clara contrapartida del envejecimiento" y la esperanza de vida crece año a año. El 77% de los españoles de acuerdo con los datos de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología, consideran el área de investigación prioritaria debe ser la solución del cáncer, seguido del SIDA con el 47%.

Por otro lado, nuestro sistema científico ahora más que nunca esta en condiciones de dar un salto de calidad. Atrás quedan los sótanos de la Facultad de Farmacia, las oposiciones "un acto de humillación un proceso que estaba reñido con el desarrollo lógico de las instituciones y con trabajo o el talento del aspirante", las Becas Fulbright, contrapartida de la presencia militar de EE.UU., las promesas incumplidas de las administraciones, la utilización partidista del prestigio científico. Las administraciones tienen la respuesta, suya es la obligación de establecer un liderazgo que permita que el talento científico de nuestro país libere su energía. De ellas depende disminuir las disfunciones existentes entre las actuaciones del Estado, las CC.AA. y la UE, dotar a las instituciones científicas de la organización adecuada para ser competitivas e incorporar los recursos que indudablemente necesita el sistema.

La presencia de Massagué en nuestro país, por importante que pudiera resultar, no es la cuestión fundamental, más allá de impactos mediáticos y los réditos políticos, como el científico insiste en señalar.

Lo decisivo es crear las condiciones para que los investigadores que trabajan en nuestro país interactúen en las mejores condiciones con los laboratorios de Massagué o de otros investigadores de su calidad y, estamos en condiciones para hacerlo. Dejar pasar la oportunidad, por ignorancia, por incapacidad o por falta de recursos sería imperdonable. La incorporación de investigadores españoles que hayan triunfado en el extranjero no es un bálsamo para el sistema, y solo adquirirá relevancia real si se produce en el marco de una estrategia, de un proyecto nacional de ciencia y tecnología, que empiece por dotar al talento del que ya disponemos del entorno adecuado. Mientras tanto habrá que seguir asumiendo como inevitable la contestación con la que los gestores neutralizan las propuestas innovadoras, según Miguel Beato "Eso está muy bien, pero aquí no se puede hacer"

Por último, el libro sirve para cuestionar un tópico avalado por los datos de la Comisión Europea, presentados el 23 de noviembre en Bruselas, según los cuales, el 53 % de los encuestados señalaron que "los periodistas no tienen suficiente preparación para informar de los proyectos de investigación". Cada vez es más frecuente disponer de libros rigurosos y amenos, firmados por los periodistas responsables de las áreas de ciencia de las principales cabeceras periodísticas de nuestro país. Nuestro periodismo científico no está por detrás de nuestra ciencia. Al fin y al cabo, los periodistas son los responsables de informar a los ciudadanos sobre sus inquietudes, y sin interés social sobre la ciencia difícil sería justificar los crecientes fondos públicos que necesita y sobre los que se soporta. Si alguien lo duda que lea este libro.

Alfonso González
Universidad Rey Juan Carlos