Hace cincuenta años, el 12 de noviembre de 1956, falleció en París Juan Negrín, médico, fisiólogo y Jefe del Gobierno de la II República desde 1937. Con ánimo de recuperar su memoria histórica, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (Ministerio de Cultura), en colaboración con las Fundaciones Pablo Iglesias y Juan Negrín, y con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, ha organizado una exposición en la que, a través de cerca de 300 piezas (fotografía, documentos, instrumental científico y aún banderas, armas, indumentaria y maquetas) se presenta una aproximación a la biografía contextualizada de este político y hombre de ciencia canario.
La exposición se estructura en seis apartados temáticos, organizados de manera cronológica
"Infancia y juventud en Canarias y Alemania. Negrín como fisiólogo", permite recorrer, a través de fotografías procedentes del archivo personal de Juan Negrín, la etapa inicial de su vida, anterior a que las preocupaciones políticas desbancaran al científico -de brillante y prometedor futuro- formado en Alemania. La reconstrucción de un laboratorio de fisiología -aunque con algunos guiños a los años posteriores a la Guerra- es soberbia, y una muestra del trabajo, -cuidado y meticuloso- con el que se ha llevado a cabo la selección de las piezas expuestas. Trabajos publicados por el Negrín fisiólogo, su propia tesis doctoral y los títulos alcanzados completan este espacio.
"Negrín socialista" ofrece el primer acercamiento a la figura política del personaje, vinculado al Partido Socialista Obrero Español al final de la dictadura primoriverista, en función de su compromiso pro-republicano. La exposición muestra el paso a la política profesional, tras su elección, como diputado por Las Palmas, en las primeras Cortes de la República; los documentos muestran sus trabajos en la OIT y en la Unión Interparlamentaria Europea realizados en estos años.
"La guerra civil: la ayuda de la URSS y el oro de Moscú. Negrín Ministro de Hacienda" refleja su actuación -siempre polémica- como Ministro de Hacienda durante los primeros meses de la Guerra Civil, seriamente comprometida tras la firma del "Acuerdo de no intervención" firmado por las potencias europeas y que limitó, drásticamente, la posibilidad de defensa del Gobierno republicano. Además del expediente relacionado con el "oro de Moscú", cuanto menos curiosa, se muestra una interesante colección de cartelería y algunos documentos personales de excepcional valor histórico.
"El jefe de Gobierno que quiso Azaña", permite valorar la actividad diplomática desempeñada por Negrín desde que, en mayo de 1937, el canario ocupara la Jefatura del Gobierno de la República; en un tono bien alejado de la hagiografía -lo que es de agradecer- el discurso expositivo no obvia algunos de los momentos más críticos de estos meses, el secuestro y asesinato de Andrés Nin o las sucesivas pérdidas territoriales del gobierno republicano.
"Resistir es vencer: Negrín aislado", presenta, a través de una bien seleccionada documentación (escritos al general Rojo Lluch, informes de Palmiro Togliatti al Komintern) y una atinada serie de mapas y fotografías, la actuación de Negrín -y la visión que sus contemporáneos tuvieron de ella- durante los meses posteriores a abril de 1938 hasta el desenlace de la Guerra Civil. La muestra expone trece pequeños carteles con los correspondientes objetivos presentados por Juan Negrín para negociar un acuerdo de paz a finales de abril de 1938
"La doble derrota de Juan Negrín: final de la guerra y exilio" nos introduce, a través de una tierna representación material, los "ajuares" remitidos a los niños en el exilio, a los trabajos del Servicio de Evacuación a los Republicanos Españoles (SERE) en cuya organización Negrín tuvo un marcado protagonismo. Una pequeña colección de objetos cotidianos del entorno vital de Juan Negrín (sus gafas, su reloj, sus estilográficas, su sombrero.) nos acercan a los largos años que median entre su primer exilio en Paris, al acabar la guerra, y su postrer respiro en la ciudad de la luz, tras recorrer, representando a la República española en el exilio hasta 1945, y de manera privada después, un buen número de países de Europa y América; viajes simbólicamente representados por un gabán y un baúl conservados entre las que fueron sus pertenencias. Los últimos testimonios de José Giral o Indalecio Prieto, con quien tan dolorosa relación mantuvo desde abril de 1938, ponen de manifiesto el talante de quien, durante unos duros años, dirigió la política española.
Toda la exposición destila del buen hacer y el profundo conocimiento de la figura de Juan Negrín del que dispone su comisario, Ricardo Miralles. Hace públicos una amplia selección de fotografías y documentos inéditos, custodiados en el Archivo Juan Negrín López (París), de por si merecedora de una visita. Si alguna objeción cabría hacerle -más un deseo que una crítica- sería la enorme relevancia -casi el protagonismo- que cobra el Negrín político frente al Negrín científico; y, dentro de esta actividad pública, el amplio espacio concedido a su actuación en la Guerra Civil frente al conjunto de su biografía, mucho más extensa, al menos en lo que al periodo temporal respecta. Pero quizás esta intensa atención prestada a los años de la Guerra refleje, en definitiva, lo que fue la propia vida de Negrín, y la de tantos otros españoles, lamentablemente marcada por aquella fraticida contienda.