Ciencia y Cultura


DE LO QUE NO PUEDO HABLAR
Amparo Garrido


La faz del afuera


Los ejemplos son incontables: el orangután impúber aprende de uno de sus progenitores cuáles son las hierbas medicinales que convienen a tal dolencia estomacal y, mientras engulle este las hojas entre muecas hilarantes ¿porque al parecer «sabe que este tipo de hoja en concreto ha de ser enrollada y tragada sin masticar»?, la perplejidad del teleadicto da paso al pasmo, ya que el locutor, con su característica voz crepitante, afirma que «podemos aprender mucho de estos animales a la hora de elaborar nuevos fármacos». Bueno es que, además de expertos biólogos, haya criaturas salvajes que prodiguen sus enseñanzas (si bien por alguna razón nosotros no podemos, en contrapartida, ofrecerles más que un amaestramiento tosco y dícese incluso que humillante), pero el que la poderosa industria farmacéutica pueda sacar provecho -esperemos que no sólo económico- de la ciencia infusa propia de aquel cercano ancestro indica también que la trayectoria seguida por la evolución es, en cierta medida, involutiva (habríamos perdido algunas facultades útiles en un ignoto recodo del camino que va de la rama a la Luna) o que nuestra curiosidad, que es indiscutiblemente malsana, conduce al hallazgo de problemas allí donde otros animales y no pocos sabios aprecian sólo un discurrir de las cosas. Por eso resulta difícil sustraerse al embrujo de ciertos discursos hipercríticos y camaleónicos que reducen la epopeya humana a la categoría de gran rodeo (hoy, antiecológico; ayer, sólo pecaminoso, y anteayer, maldito), estéril circunloquio fundamentado en la insatisfacción intelectual (y/o sexual) y el afán desmedido de lucro ¿llamado a veces capitalismo? y cíclicamente próximo a su conclusión catastrófica: crónicas arcanas mencionan una acalorada discusión al respecto ya en el Edén, por lo que toda pista, toda indagación lúcida, debería seguir siendo tan bienvenida como fútil (por lo demás, hay quien dice que el arte también es inútil y bienvenido).

Mujeres y primates

En el texto titulado Hago fotos porque necesito palabras, escrito especialmente para un cronista que no lo merece, Amparo Garrido (Valencia, 1962) describe con evidente apasionamiento sus experiencias con los cinco gorilas del Zoo de Madrid que protagonizan las perturbadoras fotografías de gran formato de esta exposición y el vídeo que las acompaña. Hay en aquél una referencia inquietante al libro de Carole Jahme Bellas y bestias: el papel de las mujeres en los estudios sobre primates, el cual repasa las vidas de Jane Goodall, Biruté Galdikas, Dian Fossey y otras científicas: «La gran pregunta que subyace en este texto es -dice la artista- ¿por qué casi el 70 por ciento de los primatólogos son mujeres? ¿Por qué la primatología es la única rama de las ciencias donde existe un mayor numero de mujeres que de hombres? ¿Qué hay ahí que atrapa tanto a estas mujeres?».

Recordemos -cuando se haya disipado la visión de Jessica Lange abrazada al gran dedo palpitante- que si bien Leroux, Cooper y Wallace eran hombres, La bella y la bestia es obra de madame Leprince de Beaumont (esposa, por cierto, del pintor Jean-Baptiste Leprince) y que la otra gran versión moderna del mito sigue siendo la de Mary Shelley, la cual tampoco tenía tras de sí a un pequeño hombre; pero de existir tal fascinación atávica en la hembra humana (se atempera algo mi incipiente temblor al constatar que Desmond Morris no dice nada semejante en su levemente insustancial best seller La mujer desnuda), su estudio le correspondería al zoólogo -nunca al psicoanalista-, por lo que nada he de añadir.

Ojos invertidos

Interesan más las referencias a la inaudita Octava elegía de Duino, de Rilke, que empieza así: «Con todos los ojos ve la criatura lo abierto. Sólo están nuestros ojos como invertidos, por entero puestos como trampas a su alrededor, y en torno a su libre salida. Lo que afuera es lo sabemos tan sólo por un rostro de animal; pues ya al niño reciente lo volvemos y forzamos a que vea hacia atrás conformación, no lo abierto, que es tan profundo en cara de animal. Libre de muerte». Versos estos ¿el poema completo debería presidir esta galería de retratos de la Bestia? que nos confrontan con la paradoja irresoluble que nos ocupa y que en vano sigue reclamando palabras. Por eso en esta exposición todo es esencialmente ambiguo (la ambigüedad es como el recurso al díptico, característico de Amparo Garrido, Premio ABC de Fotografía 2001 y autora, desde 2000, de varias series inapelables): ni en las fotografías ¿en las que el animal adopta graciosas poses humanas y aun femeninas?, ni en el vídeo ¿donde aparecen bella y bestia frente a frente siendo, paradójicamente, la segunda quien imita la serena expresión y el extraño ensimismamiento del gran simio? se afirma nada, pero surgen infinidad de mudas preguntas que, lamentablemente, tampoco yo soy capaz de traducir a palabras.


Javier Rubio Nomblot.
ABCD las artes y las letras


Lugar: Galería Travesía Cuatro. C/ Travesía de San Mateo, 4 28004 Madrid
Fecha: Hasta el 27 de enero
Horario: De martes a sábados de 11.00 a 14.00 y de 16.30 a 20.30
Enlaces: www.travesiacuatro.com