Ciencia y Cultura


La historia más bella del cosmos... o la aparición y evolución de las formas vivas


Un viaje a través del tiempo desde el origen mismo de la Tierra, hace 4.500 millones de años

MandíbulaPoco menos de un kilómetro en 4.500 millones de años, a tan pasmosa lentitud puede uno imbuirse de la historia del mundo que habitamos y la evolución de las formas que conocemos mediante rastros mudos de cuanto aconteció: los fósiles, restos de seres vivos o de su actividad biológica que se han conservado hasta nuestros días.
A través de 27 puntos de información y avanzando cinco millones de años a cada paso, el visitante puede hacerse una idea de cómo sucedió lo que hizo que las cosas sean hoy como son.
La historia parte de una nube interestelar a la que debemos la formación del sistema solar y que los científicos pudieron rastrear a partir de un meterorito que el 8 de febrero de 1969 se estrelló en un pueblecito de Chihuahua (Méjico) llamado Allende. A partir de este despojo de una supernova que data de hace 4.500 millones de años, esparcido en cuatro toneladas de fragmentos, se ha podido cifrar la fecha aproximada en que el planeta Tierra empezó a tomar forma.

Sopa primordial

PezLa historia más bella del cosmos es una historia de adaptación, marcada por la misteriosa conversión de materia inerte en materia viva. Los expertos hablan de una “sopa primordial”, solución acuosa concentrada de química inestable que, a determinadas condiciones de temperatura y presión, llevó a cabo el milagro de la vida.
Avanza la exposición hacia la aparición de las primeras bacterias, los seres vivos más sencillos que conocemos y que habitan la Tierra desde hace 3.500 millones de años.
El hilo conductor de la historia más bella es una arteria gigantesca que discurre por todas las plantas del Museu de la Ciència y que, en el punto del sublime inicio de la vida, sondea el tronco de una descomunal acaririquara, árbol amazónico de más de 30 metros que pone de relieve la capacidad de la naturaleza para producir formas de apariencia artística.
No habían pasado ni dos mil millones de años desde la formación de la Tierra que tuvo lugar la más importante contaminación gaseosa de la atmosfera. En su metabolismo, los seres vivos de naturaleza bacteriana transformaban el CO2 en energía y liberaban oxígeno al aire. Entonces tuvo lugar otra misteriosa aparición, la de las primeras células eucariotas, dotadas de núcleo y capaces de cooperar de forma simbiótica con finalidad reproductiva… Nació, en definitiva, la sexualidad.
Rápidamente (mil millones de años más tarde), aparecieron los primeros organismos pluricelulares, y hace sólo 570 millones de años la biodiversidad del planeta se resumía en un catálogo de 120 especies. Los primeros animales fueron los peces, cuya forma venía condicionada por uno de los primeros diseños biológicos: la espina dorsal. Eran herbívoros y se alimentaban de los sedimentos vegetales que se amontonaban en el fondo marino. Su aspecto era similar al de las actuales lampreas.

Conquistar la tierra firme

Vida y agua eran casi una sola cosa, hasta que hace 300 millones de años las primeras plantas, aún dependientes del agua, empezaron a conquistar la tierra firme y a esparcirse por el suelo terráqueo. Por entonces los peces habían mejorado sus prestaciones, incorporando branquias a su equipo de serie y una rudimentaria mandíbula. Era el periodo silúrico.

Vertebra de dinosaurioAparecieron los primeros artrópodos, que sin abandonar el medio acuático, colonizaron los cursos de agua dulce de los ríos. Al mismo tiempo, una mutación de los peces llevó algunos a cambiar sus aletas por patas, aunque mantenían la forma primitiva de un celacanto. Ocurrió en el carbonífero, cuando las plantas empezaron a utilizar semillas para expandir su enraizamiento en la corteza terrestre y poder hacer frente a los acusados y extremados cambios térmicos del pérmico.
La eficaz reproducción de las plantas hizo que la atmósfera adquiriera su mayor nivel de oxígeno. Aparecieron entonces los primeros insectos alados, como la libélula meganeura, que tenía las dimensiones de una gaviota de la actualidad. También aparecieron los primeros reptiles, de tamaño discreto y más proclives a la tierra que al agua. Antes que los primeros dinosaurios hicieron su aparición los primeros mamíferos, fue concretamente en el triásico, hace 210 millones de años. A finales del triásico, los reptiles dan un salto sorprendente a su capacidad adaptativa y evolutiva y conquistan el aire, adquiriendo formas gigantescas de 6-7 metros pero sin perder su hábito herbívoro.
Con el inicio del mesozoico, las coníferas adoptan su peculiar forma cónica para aprovechar mejor la luz lejos del ecuador y los dinosaurios señorean el planeta; algunos, como el braquiosaurio, alcanzan los 24 metros de longitud, 12 metros de altura y un peso de más de 75 toneladas.
FósilContra lo que siempre se ha dicho, los expertos sostienen ahora que la extinción de los dinosaurios nunca culminó del todo, sino que su ocaso coincidió evolutivamente con el arranque de las aves. De hecho, los dinosaurios alados fueron los últimos en extinguirse, dando pie a un nuevo tipo de animal volador el Archaeopteryx, de inmenso tamaño, que, en aras de una mayor ligereza, sustituyó las escamas por plumas y que no podía apenas volar si no era aprovechando la fuerza de las corrientes térmicas (como los buitres de la actualidad).
Ocurrió a finales del jurásico, cuando aparecieron también las primeras plantas con flores (angiospermas) y los primeros insectos sociales, dando pie a una de las alianzas estratégicas más asombrosas de la naturaleza: la polinización.
A principios del cretácico, abatidos los dinosaurios, los peces se hicieron reyes de la creación. Eran, hace 120 millones de años, los vertebrados más diversos y mejor adaptados a su medio.
Con la tierra firme libre de gigantescos competidores, los mamíferos empezaron a reproducirse, a evolucionar y a mejorar su porte. Hace sólo 2,6 millones de años, los primeros homínidos fueron agasajados por la luz tenue del sol; se aproximaban las eras glaciales, en la que toda la fauna terrestre fue puesta a prueba y en la que los mamíferos, incluido el ser humano, alcanzaron su mayor plenitud.
La exposición se detiene en ese punto de la evolución, en el que hombres y mujeres idearon un relato sustituto de los fósiles, aunque no menos artístico, para explicar y dejar constancia de los cambios que el tiempo trae consigo. Mauricio Antón Ortúzar, por cierto, se encarga de embellecer la historia de la exposición con artísticos dibujos que acompañan los restos fósiles y su explicación. Es la crónica de una vida anunciada.


Jordi Montaner
Periodista

Lugar: Obra Social Fundación "La Caixa".Cosmocaixa-Barcelona
C/ Teodor Roviralta, 47-51.Barcelona 08022
Fecha: Hasta el 31 de marzo de 2008
Horario: De martes a domingo de 10.00 h a 20.00 h
Enlaces: obrasocial.lacaixa.es/centros/cosmocaixabcn_es.html