Ciencia y Cultura


CANTÁRIDAS Y ACEITERAS


Un paseo fotográfico por la diversidad biológica de una familia de coleópteros



Cantárida oficinal, Lytta vesicatoria (Puerto de Santa Cruz, Cáceres)La familia Meloidae está formada por las "aceiteras" y las "cantáridas", coleópteros de tamaño mediano o grande que tienen la particularidad de poseer altas concentraciones de cantaridina en su organismo. La cantaridina es un compuesto orgánico que tiene efectos letales o subletales en otros organismos, incluidos los seres humanos. La ingestión accidental de uno de estos animales puede provocar la muerte del ganado, sobre todo si no son capaces de vomitar como les ocurre a los caballos. Su toxicidad también es eficaz contra otros insectos por lo que tradicionalmente se han utilizado para matar a las larvas de moscas de las heridas del ganado y de ahí su popularidad en el medio rural donde se los conoce, entre muchos otros, con los nombres de "aceiteras", "carralejas", "curitas" o "boticarias".

Mascaflor mesetario, Mylabris hieracii (Griegos, Teruel)En muy pequeñas dosis, la cantaridina produce irritación en el sistema urogenital por lo que se ha utilizado a lo largo de la historia como afrodisiaco, aunque generalmente este uso produce a corto plazo problemas de riñón o incluso la muerte, como parece haberle ocurrido a Fernando El Católico. Su utilización como veneno o como afrodisiaco es el que les ha dado popularidad en la literatura, habiéndose llegado a conocer a una de las especies más populares en el mercado con el nombre de "mosca de España". El contacto con la cantaridina produce ampollas en la piel por lo que también se han utilizado en la farmacia tradicional como vesicantes, que es el nombre general que se aplica a todos los escarabajos de la familia de los meloidos: "coleópteros vesicantes".

Lyta quadrimaculata México (México) La diversidad de formas, colores, comportamientos y ciclos reproductivos de las cantáridas y aceiteras es extraordinaria. Sus ciclos biológicos son complicadísimos, incluyendo metamorfosis complejas (hipermetamorfosis) a la vez que presentan fenómenos singulares como foresia larvaria, hematorrea defensiva, apterismo, afagia, etc. Pero a pesar de esta diversidad y de su distribución geográfica, que ocupa la mayor parte del Planeta, las cantáridas y aceiteras constituyen una familia (los Meloidae) muy pequeña dentro del órden de los coleópteros, ya que con sus poco más de 2.500 especies apenas representan una fracción insignificante de las más de 350.000 especies conocidas.

Nuestra intención al presentar las fotografías de coleópteros de la familia Meloidae de la Península Ibérica y de los grandes desiertos de América del Norte es precisamente resaltar ese aspecto: si una fracción insignificante de coleópteros posee la diversidad que se muestra en estas imágenes ¿se pueden hacer una idea de cuánta biodiversidad esconden los coleópteros en conjunto?

Cantáridas y aceiteras de España

Eupompha fissiceps Nuevo Méjico (Estados Unidos)La mayor diversidad de cantáridas y aceiteras se concentra en regiones templadas de climas relativamente secos, de forma que muchas de las especies se concentran en la región mediterránea, en el extremo sudafricano, en los semidesiertos y desiertos americanos, en zonas áridas australianas y en las regiones occidentales de Asia. La Península Ibérica, integrada dentro de la región mediterránea, alberga cerca de 70 especies de la familia Meloidae, un número muy alto si se compara con el de otros países europeos. Además muchas de las especies de aceiteras y cantáridas españolas son endémicas dela Península Ibérica y por lo tanto no se encuentran en ningún otro lugar del Planeta. Pero el estado de conservación de sus poblaciones en España es preocupante, y en el caso de la Comunidad de Madrid, ya casi podemos considerar a tres de sus especies extinguidas, dos carralejas (Meloe variegatus, Meloe cavensis) y un mascaflor (Mylabris uhagonii).

Tetraonyx frontalis Veracruz (México)El ciclo biológico de las carralejas es muy complicado por lo que cualquier alteración del entorno (cambios de fechas en la floración, en la aparición de los hospedadores o en la densidad de los mismos) pueden provocar su disminución o incluso la extinción. Las larvas recién eclosionadas de las carralejas trepan hasta las flores donde esperan la llegada de ciertas especies de abejas solitarias. Cuado la abeja se acerca a la flor, la larva de la carraleja, llamada triungulino, se agarra a los pelos de la abeja y se deja transportar hasta su nido. Una vez allí, la larva se suelta y se introduce en la celdilla de una de las larvas de la abeja donde se alimenta de sus provisiones y de la propia larva de la abeja hasta que pasados uno o dos años completa su ciclo y se transforma en adulto. Esta capacidad de recorrer grandes distancias sin poseer alas, agarrándose al hospedador, se denomina foresia y es lo que ha permitido a las carralejas colonizar numerosas islas, como las Baleares y las Canarias.


Mario García París
Dpto. de Biodiversidad y Biología Evolutiva
Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC

Lugar: Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC
C/ José Gutiérrez Abascal nº 2. Madrid
Fecha: Hasta principios de 2009
Horario: De martes a viernes, de 10h a 18h. Sábados, de 10h a 20h y Domingos y festivos, de 10h a 14h30.
Enlaces: www.mncn.csic.es/noticia.php?page=3&cat=1&it=92