Según la investigación, esta creciente sequedad en el ambiente supone una amenaza a largo plazo para muchas funciones vitales de los ecosistemas
La atmósfera de toda Europa se ha vuelto notablemente más seca en las últimas décadas en comparación con la época preindustrial y la tendencia continúa. Esta es la conclusión de una investigación reciente publicada en Nature Geoscience liderada por la investigadora Kerstin Treydte del Instituto Federal Suizo de Investigación sobre Bosques, Nieve y Paisaje (WSL) y en el cual han participado las investigadoras de la Universidad de Barcelona Elisabet Martínez-Sancho y Emilia Gutiérrez, también la investigadora ICREA del CREAF Laia Andreu Hayles, entre otros.
El estudio también señala que el motivo detrás de esta desecación es la actividad humana, en concreto, las emisiones de gases de efecto invernadero. Los autoras advierten que estos resultados son realmente preocupantes, ya que una atmósfera más seca puede agravar las sequías hidrológicas y agrícolas o aumentar aún más el riesgo de incendios forestales, entre otras cosas.
Los resultados también apuntan a diferencias en la sequedad del aire en diversos puntos geográficos. Por ejemplo, en el norte de Europa no ha aumentado tanto en comparación con otras regiones europeas. En cambio, en las tierras bajas centroeuropeas y en los Alpes y Pirineos, la situación es más grave, con valores máximos en los años de sequía 2003 y 2015.
Para descubrirlo, se ha llevado a cabo un amplio análisis de los anillos de los árboles con datos que se remontan al año 1600. “Gracias a los anillos hemos podido trazar la memoria de estos árboles y saber cómo de seco era el aire en los últimos 400 años, algo que todavía no se había mapeado”, explica Andreu Hayles.
“Gracias a los anillos hemos podido trazar la memoria de estos árboles y saber cómo de seco era el aire en los últimos 400 años, algo que todavía no se había mapeado”.
En concreto, el equipo conformado por casi 70 investigadores e investigadoras internacionales ha reconstruido el déficit de presión de vapor (VPD), que describe la diferencia entre el contenido real y el máximo posible de agua del aire, es decir, la «sed de agua» del aire.
El aire sediento -cuando la VPD es alta- extrae más agua de los suelos y las plantas, reduce el crecimiento de la vegetación y puede incluso provocar la muerte de los árboles. “Además, sabemos que cuanto más cálido es el clima, más aumenta el VPD. Así que frenar el aumento de temperatura debería ser una prioridad ”, añade Andreu Hayles.
Consecuencias para los bosques y la agricultura
De acuerdo a las autoras, esta creciente sequedad en el ambiente supone una amenaza a largo plazo para muchas funciones vitales de los ecosistemas. Por ejemplo, es especialmente importante para la agricultura porque cuanto más seco es el aire, mayor es la demanda de agua de los cultivos.
Además, es necesario regar más y el rendimiento de los cultivos disminuye. Por otro lado, también tiene un impacto en los bosques, por ejemplo, su función como reguladores del clima y el almacenamiento de carbono podrían verse gravemente afectados.
Elisabet Martínez-Sancho y Emilia Gutierrez, explican que, «esta investigación ayudará a refinar las simulaciones de futuros escenarios climáticos y a evaluar la amenaza de la desecación del aire para los ecosistemas, la economía y la sociedad”.
Referencia bibliográfica: Treydte, K., Liu, L., Padrón, R.S. et al. Recent human-induced atmospheric drying across Europe unprecedented in the last 400 years. Nat. Geosci. 17, 58–65 (2024). https://doi.org/10.1038/s41561-023-01335-8.