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"Si no queremos vivir en un entorno anodino e igualado por la vulgaridad, despojado de significados, debemos cuidar el patrimonio"

Miguel Sobrino<br/>Profesor de Cantería de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid

1.- Para empezar esta entrevista, háblenos de los puentes del río Guadarrama desde el punto de vista los materiales con los que están construidos ¿Qué particularidades tienen?

Lo que une a la mayoría de estos puentes, desde el punto de vista de los materiales, es que están construidos en sillería granítica. Que sean de granito es normal, ya que es la piedra que más abunda en la sierra madrileña; que ese granito esté bien labrado, incluso permitiéndose cierta dosis de ornamento, nos habla de la importancia que se daba a esos puentes y de la relevancia de quienes los encargaban.

2.- ¿Y desde el punto de visto histórico? ¿Qué importancia tuvieron estos puentes en el momento de su construcción?

 

En general, los puentes son buenos testigos del grado de civilización. Son obras costosas, ligadas al trazado de caminos y, por ello, imprescindibles para la organización y humanización del territorio. En el caso de los del Guadarrama, se trata de puentes concebidos para facilitar el paso hacia los sitios reales, por lo que cabe verlos como prolongación de la corte madrileña, por un lado, y de los enclaves regios (como El Escorial) por otro. Si el monasterio de Guadalupe, por ejemplo, no puede desgajarse de la construcción del Puente del Arzobispo (que lo unía a Toledo y permitía el paso de peregrinos), El Escorial o Aranjuez no podrían entenderse sin los puentes y caminos que los unen con la capital.

3.- ¿Cuál ha sido su aportación fundamental en la grabación del documental sobre los puentes?

¡Eso quizá deberían juzgarlo los espectadores! Si acaso, he podido aportar la opinión de quien realmente trabaja los materiales, por mi formación como escultor.

4.- Usted es profesor de Cantería en la Universidad Politécnica de Madrid. ¿Cuándo y cómo nació su vocación por el estudio de la piedra?

Fue a partir del interés por la escultura. Mi padre y mi hermano son pintores, pero la forma de llegar a la escultura en piedra no resultaba fácil; al final, la mejor puerta de entrada fue la cantería. Luego he agradecido muchísimo contar con esa base técnica para enfrentarme a la realización de esculturas, y además nunca he dejado de trabajar también en el campo de la cantería, bien como práctico o bien como profesor. La cantería es ese campo en el que vienen a unirse la talla escultórica y la arquitectura, que es mi otra gran pasión. Ese trabajo práctico, y las preguntas que me plantea, es a su vez lo que me ha animado siempre a asomarme a la parte teórica, la de la investigación, sobre todo para intentar ahondar en el mundo de las técnicas y los materiales.

5.- ¿Qué utilidad económica y social tienen sus proyectos? ¿Cómo va a beneficiarse la sociedad de los resultados que obtengan?

Me resulta extraño hablar de "sociedad". Ni por alcance ni por difusión mi trabajo ha sido nunca masivo, y a lo más que he llegado es a vender unos cuantos miles de libros. Así que prefiero pensar que lo que hago influye en un cierto número de personas, no en algo tan grande e indefinido como "la sociedad". Contando las personas de una en una, sí que he recibido expresiones de satisfacción entre alumnos y lectores; unos por haber tenido la oportunidad de conocer mejor la piedra y todo lo que ello conlleva, otros por haber encontrado en mis trabajos teóricos una visión poco trillada del patrimonio. Por otra parte, como escultor también he vivido ciertas alegrías, como en la reciente inauguración en Madrid del nuevo monumento a Amós Acero, alcalde y maestro de Vallecas durante la II República. La conversación con los descendientes de aquel hombre, valeroso y honrado, me supo a gloria.

6.- ¿Cómo se podría trasladar a la sociedad la importancia de la conservación de la piedra y, de paso, fomentar las vocaciones científicas entre los jóvenes?

No se trata tanto de conservar la piedra sino aquello que los seres humanos hemos hecho con ella. Es como en el caso de la ecología: se empeñan en que debemos ser respetuosos con el medio ambiente para salvar el planeta, cuando el planeta ha salido airoso de mil catástrofes globales anteriores: si debemos ser ecológicos no es por la Tierra, que tiene sobradas capacidades de recuperación, es por nosotros mismos. Con el patrimonio (sea o no en piedra) pasa algo parecido: no se trata de conservar el mundo, sino de conservar "nuestro" mundo. Si no queremos vivir en un entorno anodino e igualado por la vulgaridad, despojado de significados, debemos cuidar el patrimonio. Y a ello parecen querer dedicarse no pocos jóvenes: en la Escuela de Arquitectura, van asentándose las asignaturas y los estudios de posgrado que tratan de la construcción histórica. Quizá algún día caigamos en la cuenta de que la conservación del patrimonio podría convertirse además en un importantísimo recurso (económico, pero no solo económico) para nuestro país.

 



Rutas Geomonumentales. Los puentes del río Guadarrama

 

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