Lengua española, ciencia y diplomacia

Con este título pronunció ayer una Conferencia Álvaro Marchesi, Secretario General de la OEI, en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española.

Una de las grandes conclusiones que deja el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, que se clausura hoy, es la necesidad de expandir el español para que tenga mayor presencia en la ciencia, la técnica y la diplomacia.

La principal acción que propuso Marchesi para incrementar esta presencia fue elevar el nivel de educación en los países hispanohablantes.

 

El texto completo de su intervención es el siguiente:

Reconozco que cuando me plantearon el tema, enarqué las cejas un tanto perplejo. ¿Cómo integrar las relaciones entre la lengua y la ciencia con las relaciones entre la lengua y la diplomacia? Sin duda son dos campos diferentes pero creo que tienen un denominador común que va a constituir el eje argumental de mi exposición: la riqueza y la presencia de la lengua española en el mundo no se corresponde a su presencia en el campo de la ciencia ni en el campo de la diplomacia, que responden más bien a la falta de empuje científico y educativo de los países de habla hispana. Ofreceré unos breves datos iniciales para contrastar esta hipótesis, apuntaré  una línea de interpretación y realizaré al final algunas sugerencias para resolver en el futuro, que desgraciadamente no será inmediato, las asimetrías y las paradojas que se desvelan al abordar las relaciones entre la lengua española, la ciencia y la diplomacia.

Datos de referencia

No voy a comentar las características de la sociedad en la que nos encontramos. Algunos términos pueden ayudar a refrescar lo que ya sabemos: cambio acelerado, desarrollo tecnológico y científico y estrecha relación entre ciencia y tecnología, globalización económica, información y comunicación permanentes, transformaciones de la familia y del mercado laboral, incertidumbre, desarraigo, crisis de identidad,  desigualdad y conciencia de la misma, conflictos de civilizaciones, replanteamiento de los valores y del sentido de la acción humana. Nada que Vds. no conozcan ya. Pero tal vez lo crea más incertidumbre es la dificultad de anticipar el futuro inmediato: ¿cómo serán nuestras sociedades en el año 2015? Permítanme un ejemplo de mi experiencia en la gestión de las políticas educativas. En 1990 se aprobó en España un ambiciosa ley de transformación del sistema educativo. En sus considerandos, apenas tuvimos en cuenta, prácticamente nadie los tuvo en cuenta en los debates realizados durante años, uno de los rasgos que ahora, quince años después constituyen uno de los cambios más importantes que están viviendo nuestra sociedad: la inmigración. Mientras que en 1995 el porcentaje de inmigrantes no legaba al 1% de la población española, diez años después se sitúa en el 10% de sus habitantes.

Les decía que iba a plantear unos datos iniciales. No lo voy a hacer sobre la riqueza de la lengua española, su presencia en el mundo, su ascenso en las últimas décadas y su disputa del liderazgo mundial en este campo con el inglés. Voy a hacerlo porque tal vez es menos conocido en el campo de la ciencia y del uso de las tecnologías de información y de la comunicación.

Como simples pinceladas de la fortaleza del español en el mundo les comento que alrededor de cuatrocientos millones lo tenemos como primera lengua y unos noventa millones lo tienen como segunda. Estas cifras ya resultan muy representativas de lo que representa nuestro idioma.

Los movimientos migratorios a los que aludía ha hecho que la presencia del español en países como Estados Unidos esté creciendo y que sean cerca 30.000.000 los hablantes de nuestro idioma. Esta cifra sólo es superada por México, España, Colombia y Argentina. En resumen con quinientos millones de hablantes el español es la tercera lengua más hablado en el mundo.

Presencia del español en el campo de la ciencia

En el campo de la ciencia, la tendencia hacia un monopolio del inglés es evidente como también lo es en la producción y circulación de la investigación que proviene de los países no anglófonos. Incrementa las ventajas comparativas de los países anglófonos a nivel global, ya que sus estados pueden ahorrarse importantes inversiones educativas al no gastar en la traducción y la enseñanza de lenguas extranjeras. Al mismo tiempo, aumentan las desventajas para los demás países y se incrementan significativamente sus costos educativos y científicos por las necesidades de enseñanza masiva del inglés y de otras lenguas extranjeras, así como los gastos de producción en otras lenguas y la traducción en ambas direcciones.

En la medida en que se extiende la sociedad del conocimiento que hace del saber un capital de primer plano, crece la relevancia del saber científico no sólo como un conocimiento técnico patentable, sino también como saber colectivo de una comunidad cultural, ligado a sus propias raíces históricas y lingüísticas. No por casualidad un número creciente de pueblos indígenas en todo el mundo busca redescubrir las raíces de su propio pensamiento científico y tecnológico como base para la sustentabilidad de su propia existencia.

Los EE.UU. y Gran Bretaña producen juntos el 41 % de las publicaciones científicas (artículos en revistas) del mundo, pero el total de la difusión científica en inglés alcanza, según algunas estadísticas, más del 74% o, según otras, entre el 82% para las ciencias sociales y humanas y el 90 % en las ciencias naturales.

Más allá de las barreras individuales para cada investigador, la hegemonía del inglés lleva a un creciente control de la comunidad científica anglosajona sobre los órganos de publicación y los consejos de redacción, lo que incluye el dominio sobre los enfoque de investigación que se favorecen o que se excluyen. Frente a estas desventajas estructurales no es conveniente abandonar el espacio de la ciencia a las fuerzas del libre mercado que solamente acentúa las asimetrías. Se requiere de una intervención decidida del estado, de las universidades y academias y de la iniciativa privada en cada país y región para contrarrestar los efectos negativos de la globalización y aprovechar al mismo tiempo ciertas ventajas comparativas. Éstas podrían potenciarse a través de la coordinación al interior de regiones lingüísticas.

Enrique Haimer1, en un interesante estudio, ha resumido la presencia del inglés en el campo científico. El cuadro 1 que a continuación se expone sintetiza la situación actual.

Cuadro 1. Uso de las lenguas en la circulación científica nacional e internacional:

Grupo

Ciencias

Presencia del inglés

Tipo de registro (tecnolecto)

1

ciencias naturales

física, matemáticas, química, biología, etc.

monopolio casi total del inglés

lengua especializada universal de características formularias

2

ciencias naturales aplicadas, tecnologías

biología aplicada, medicina, ingeniería, informática, etc.

hegemonía del inglés, pero sin un predominio total

Lengua especializada universal + registros aplicados específicos en cada lengua natural

3

ciencias sociales

sociología, economía, antropología, etc., incluye algunas ciencias humanas como la psicología y lingüística

Encabezadas por el inglés, pero con amplios espacios propios en las lenguas nacionales

Lengua especializada estrechamente relacionada con las lenguas naturales, relativamente poca homogeneización internacional e interlingual

4

ciencias humanas

historia, geografía, literatura, filología

mayor arraigo en sus propias lenguas, aunque el inglés está presente

Lenguaje especializado muy arraigado en las lenguas naturales, presencia fuerte de las diferencias culturales

Presencia del español en internet

La presencia del español en Internet también es reducida. Según el último estudio (Daniel Pimienta, FUNREDES, 2005), la presencia relativa del inglés no ha dejado de bajar desde 1998 (cuando tenía el 75% de la red) hasta el 45% en la actualidad. El resto de las lenguas estarían así:

Cuadro 2. Presencia del español en Internet :

Inglés

45,0%

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Español

4,50%

 

 

 

 

 

 

Francés

5,00%

 

 

 

 

 

Italiano

3,00%

 

 

 

 

Portugués

2,00%

 

 

 

Rumano

0,15%

 

 

Alemán

7,00%

 

Resto

35,00%

 

La novedad respecto a las cifras anteriores (2003) es que el español pierde el primer lugar de las lenguas romances frente al francés.

El francés crece más que el español y que el portugués y supera al español (ver cuadros más abajo). Para el español y el portugués se confirma una parada en el fuerte crecimiento de los años pasados. El despertar tardío de Francia (y Bélgica) parece explicar el auge del francés, además de una política activa de la francofonía para la producción de contenidos. Los nuevos internautas de los países con fuerte penetración de Internet ya son más consumidores que productores. Eso daría aun más razón a una política de apoyo a la producción de contenidos. No aparece ninguna reducción de la brecha en África (ver cuadros 3, 4 y 5).

Cuadro 3. Presencia relativa de las lenguas neolatinas, y del alemán, con respecto al inglés en la Red desde 1998 a 2005

Para 100 páginas en inglés:

 

español

francés

italiano

portugués

rumano

alemán

sep-98

3,37 %

3,75 %

2,00 %

1,09 %

0,20 %

5,00 %

ago-00

8,41 %

7,33 %

4,60 %

3,95 %

0,37 %

11,00 %

ago-01

11,24 %

9,13 %

6,15 %

5,57 %

0,35 %

13,74 %

feb-02

11,80 %

9,60 %

6,51 %

5,62 %

0,33 %

14,41 %

feb-03

10,83 %

8,82 %

5,28 %

4,55 %

0,23 %

13,87 %

may-04

10,19 %

10,64 %

6,15 %

4,02 %

0,31 %

15,37 %

mar-05

10,23 %

11,00 %

6,77 %

4,15 %

0,37%

15,42 %

Cuadro 4. Presencia absoluta de las lenguas en la red desde 1998 a 2005

 

inglés

español

francés

italiano

portugués

rumano

alemán

resto

Sep-98

75,00 %

2,53 %

2,81 %

1,50 %

0,82 %

0,15 %

3,75 %

 13,44 %

Ago-00

60,00 %

5,05 %

4,40 %

2,76 %

2,37 %

0,22 %

3,00 %

 22,20 %

Ago-01

55,00 %

5,20 %

4,34 %

2,71 %

2,44 %

0,18 %

6,29 %

 25,45 %

Feb-02

50,00 %

5,80 %

4,80 %

3,26 %

2,81 %

0,17 %

7,21 %

25,97 % 

Feb-03

49,00 %

5,31%

4,32 %

2,59 %

2,23 %

0,11 %

6,80 %

29,65 % 

may-04

46,30 %

4,72 %

4,93 %

2,85 %

1,86 %

0,14 %

7,12 %

32,09 % 

mar-05

45,00 %

4,60 %

4,95 %

3,05 %

1,87 %

0,17 %

6,94 %

33,43 %

Cuadro 5. Producción de páginas en español

País

% pág. en español

Productividad

 

España

47,7%

2,38

 

Estados Unidos

14,3%

0,40

Sigue muy baja la productividad a pesar del crecimiento

Argentina

10,6%

1,85

 

México

7,4%

0,53

Sigue baja la productividad

Chile

3,9%

1,05

 

Venezuela

1,3%

0,71

 

Perú

1,0%

0,30

 

Uruguay

0,8%

1,51

 

Recordemos que la productividad es la relación entre el número de internautas y el número de páginas producidas.

Es de notar el despertar de la producción de contenidos en español procedente de EEUU y el alza notable de Chile. España sigue estable y con una alta cifra de productividad. Las cifras más altas de productividad proceden de Nicaragua y Cuba.

La utilización de internet

Según datos del Banco Mundial de 2004, los usuarios de Internet en Estados Unidos alcanzaban el 64% de la población, en Europa el 44% y en América Latina y el Caribe el 11,5 %. (véase gráfico 1).

Gráfico 1. Usuarios de Internet en regiones del mundo 2004

a

Pero además, las diferencias entre los países Latinoamericanos son muy importantes (véase gráfico 2). Un estudio reciente de  Guillermo Sunkel2 da cuenta de los hogares familiares con hijos/as en edad escolar que disponen de computador y acceso a Internet. En términos de disponibilidad de computadores se observan tres tipos de situaciones: los países con nivel alto (Chile, Uruguay, Costa Rica) donde la proporción de hogares con disponibilidad de computadores fluctúa entre 21 y 28%; los países con un nivel medio (Brasil y México) donde la proporción oscila entre 16 y 19% de los hogares; y los países con un nivel bajo (Perú, Paraguay, El Salvador) con una variación entre 4,5 y 5,4% de los hogares.

Gráfico 2.

b

Por el contrario, los países miembros de la OECD ofrecen cifras muy superiores: la media  es de 79% y hay países donde la cifra asciende a 96% (Holanda), 95% (Suecia y Corea), 94% (Australia) y algo más abajo los Estados Unidos con 87%.

El acceso a Internet desde los hogares es bastante menor a la disponibilidad de computadores. Por ejemplo, en Costa Rica solo un tercio de los hogares con computador tienen acceso a Internet, y en Chile y México algo menos de la mitad de los hogares con computador están conectados a la red. Los países donde hay una menor distancia entre disponibilidad de computadores y acceso a la red son Brasil y Uruguay. El gráfico 2 está ordenado de mayor a menor acceso a Internet. Uruguay encabeza la lista con un 17% de los hogares conectados mientras que Paraguay se sitúa en el último lugar con un 0,9% de los hogares conectados.

Esto revela que hay significativas diferencias en la penetración de Internet en los países latinoamericanos a nivel de hogares, particularmente en familias con hijos/as en edad escolar. Indica también que el acceso a Internet en América Latina a nivel de hogares es extremadamente bajo al compararlo con los países desarrollados. Pero además de estas desigualdades entre los países, hay que señalar las desigualdades dentro de cada país. Un primer aspecto es que el acceso a Internet se encuentra fuertemente asociado al nivel de ingresos de los hogares (véase gráfico 3). En Uruguay, Chile y Brasil – que son los países con mayor acceso a Internet a nivel de hogares – la penetración es alta en el quintil V (fluctúa entre 46% y 56%), comienza a ser significativa en el quintil IV (especialmente en Uruguay) pero es baja en los restantes quintiles de ingresos. En México y Costa Rica – donde el acceso a Internet es de alrededor del 7% – aproximadamente un cuarto de los hogares del quintil de mayores ingresos tiene acceso a la red pero la conectividad es baja en los restantes quintiles de ingresos. Por último, en El Salvador, Perú y Paraguay – que son los países con menor acceso a Internet a nivel de hogares (fluctúa entre 0,9% y 1,5%) – la penetración de Internet está entre el 4 y el 5,7% en el quintil de mayores ingresos y bajo el 1% en los restantes quintiles.

Gráfico 3.

c

Sin embargo, y este es un dato importante y esperanzador, la presencia de ordenadores y conectividad en las escuelas está reduciendo la brecha digital que se observa en las sociedades latinoamericanas.

Un indicador que se incluye en el estudio citado es la “densidad informática”, esto es, la razón de alumnos por computador, que es un factor que condiciona el uso que estos pueden hacer de los recursos tecnológicos (véase gráfico 4). Los datos  se han obtenido considerando la matrícula total de alumnos (esto es, incluye primaria y secundaria) dividido por el total de computadores disponibles para los estudiantes (esto es, descontando los computadores de uso exclusivo para profesores y personal administrativo). Uruguay encabeza la lista con una tasa de 27 alumnos por computador, le sigue México, Chile, Argentina y a bastante distancia Brasil (193:1).  Aunque la situación es distinta en países de la OECD (según la base de datos PISA 2000 la razón de alumnos por computador en Estados Unidos es de 6.8:1, en Suecia de 9.4:1 y en Corea de 8.9:1), las diferencias escolares son menores que las que se encuentran al comparar la situación de los hogares.

Gráfico 4

d 

Apuntes interpretativos

No me cabe duda de que el retraso educativo y social de los países iberoamericanos junto con sus profundas desigualdades son los factores que están en el origen de la escasa presencia del español en el campo de la ciencia y de la tecnología. Junto con ellos,  habría que apuntar también el reducido apoyo a los investigadores, la escasa movilidad de los científicos y la insuficiente defensa del español como lengua de referencia en el campo de la ciencia. Todo ello pone de manifiesto que las acciones deben orientarse en diferentes campos complementarios pero que en modo alguno han de olvidar en fundamental: el retraso educativo y científico de las sociedades latinoamericanas.

Aunque algunos datos apuntan a una disminución de la pobreza desde 2003, en estrecha relación con el crecimiento económico en la región, la desigualdad constituye un importante factor limitante de la contribución del crecimiento a la reducción de la pobreza. Según las estimaciones de la CEPAL, la región latinoamericana muestra la mayor desigualdad del mundo, que se refleja en grandes diferencias entre los sectores de más altos y de menores ingresos. Los pobres en América Latina y el Caribe son el 40,6% de la población, algo más de 213 millones de personas. El porcentaje de personas que se estima viven en la pobreza extrema es de 100 millones, lo que supone que el 18% de los ciudadanos viven en la pobreza extrema. No debe extrañar, con estos datos, que se considere a la región latinoamericana como la más rezagada del mundo en términos de equidad.

Si la pobreza afecta de manera grave al conjunto de la población de América Latina, parece cebarse especialmente con la infancia, puesto que más de la mitad de los niños y niñas de la región la padecen. Según datos de CEPAL la proporción de niños de 0 a 12 años en situación de pobreza es de 59% (51% en las ciudades y 80% en el campo)3. La pobreza infantil está a menudo asociada con una exclusión de los servicios y las oportunidades que les corresponden, lo que contribuye a perpetuar su transmisión intergeneracional. La situación se agudiza especialmente en las áreas rurales, y se configura como un factor que tiende a reforzar el círculo de la pobreza y que impulsa la emigración a las zonas urbanas, lo que a su vez genera nuevos problemas de integración.

Estudios recientes señalan que en Latinoamérica los niveles de acceso a la educación primaria son relativamente altos y la situación ha mejorado en los últimos 15 años. Sin embargo, el promedio de escolarización en el quintil superior de ingresos es de 11,4 años mientras que en el quintil inferior es de 3,1 años.  Por otro lado el porcentaje de alumnos que completan la educación secundaria es cinco veces superior entre aquellos que se encuentran en el quintil más rico de ingresos familiares que aquellos que se encuentran en el quintil más pobre, Mientras que el 23% de los primeros terminan la educación superior, sólo el 1% de los más pobres lo consiguen. Estas diferencias en los años de estudio tienen una clara repercusión en el acceso al mercado laboral y en las posibilidades de ingresos económicos posteriores.

La población analfabeta y los jóvenes con bajos niveles de escolarización constituyen el crudo testimonio de la deuda que tienen los sistemas educativos con una importante parte de la población. Ellos son los desfavorecidos históricos de los sistemas escolares, porque ellos estaban en edad escolar cuando la escolarización primaria tendía a la universalidad, pero el sistema no logró asegurarles la inclusión educativa y los estudios elementales. El porcentaje de personas analfabetas se sitúa en torno a las 34 millones de personas, casi el 10% de la población. Además, el 40% de personas jóvenes y adultas, lo que supone cerca de 110 millones de personas, no han terminado sus estudios de Educación Primaria.

La presencia del español en los organismos internacionales

Esta situación está también en el origen de la reducida influencia de los países iberoamericanos en los foros internacionales y de la menor influencia del español en los mismos. Es un tema que aún no sido estudiado de forma sistemática. Hay un interesante estudio de Eloy Ibáñez que analiza la presencia del idioma español en los organismos y en las conferencias internacionales4. En él se analiza el grave riesgo de la implantación del monolingüismo en inglés en las Organización Internacionales lo que supondría, dada la creciente tendencia a tratar todos los problemas en este tipo de foros, que todo el desarrollo futuro de todos los países estaría supeditado al conocimiento de ese idioma así impuesto.  De esta forma, sus expertos tendrían dificultades en participar en las correspondientes reuniones internacionales, ni aprovechar las experiencias de sus colegas, ni ofrecer las suyas, ni influir en las decisiones que, cada vez más, serán coordinadas internacionalmente.

Hay que reconocer, sin embargo, que la presencia del español en los foros internacionales sigue derroteros diferentes a lo que sucede en la ciencia, en la tecnología y en la redes de información. Mientras que en estas últimas no existen normas ni controles internacionales y que es la presencia y la iniciativa lo que puede contrarrestar la debilidad en estos campos, en los foros internacionales las normas establecidas para el uso de las lenguas mayoritarias suponen un respaldo evidente ante los riesgos del monolingüismo.

Líneas de acción

Los datos aportados señalan el camino a que ha de recorrerse si se pretende tener éxito: conseguir elevar el nivel educativo y cultural de la población iberoamericana, reforzar el apoyo a la investigación científica y desarrollar un proyecto de intercambio de investigadores en el ámbito iberoamericano, y defender el papel del español en los organismos internacionales. Cada una de estas estrategias debe de aplicarse de forma autónoma aunque apoyándose las unas a las otras. Sin embargo, la primera de ellas es condición necesaria para el rápido progreso de las otras dos.

Elevar el nivel educativo de la población

Conseguir que todos los alumnos estén escolarizados durante al menos doce años (preprimaria, primaria y secundaria básica) es la necesidad imperiosa de la gran mayoría de los países latinoamericanos y condición imprescindible para el avance de la investigación científica en países de habla hispánica. Ello supone incrementar las construcciones escolares, facilitar la presencia de los alumnos en los centros educativos, incentivar a las familias para que lleven a sus hijos a la escuela, cuidar las condiciones de salud y de vivienda, y mejorar  la situación social de la población con mayor riesgo de abandono escolar. Las políticas educativas en este punto como en tantos otros no pueden ser sólo escolares, sino que deben ampliarse y completarse con políticas económicas y sociales que se orienten a erradicar la pobreza, la incultura, la falta de trabajo y la marginación.

Pero el acceso a la educación debe de suponer también una oferta educativa de similar calidad para todos los alumnos. Y una oferta de calidad de estas características exige tiempo suficiente de enseñanza, maestros preparados y valorados, materiales disponibles y una gestión eficaz del sistema educativo y de las escuelas. Para ello, es preciso ampliar los recursos destinados a la educación y orientarlos de forma eficiente a los objetivos prioritarios que cada país pretende conseguir.

En este punto surge la necesidad de terminar con el analfabetismo, no sólo para permitir un desarrollo digno de todas las personas, sino para garantizar su cooperación activa en la tarea educadora de sus hijos. El analfabetismo es el reflejo de la inequidad social y educativa y una llamada urgente para que los sectores beneficiados por la distribución desigual de los bienes económicos y sociales contribuyan a su superación.

La desaparición del analfabetismo no supone solamente que las personas adultas tengan la capacidad de comprender un texto y de escribirlo. Hoy es también necesario dejar atrás el analfabetismo digital y el analfabetismo cívico y haber alcanzado las  capacidades que constituyen los objetivos de la educación básica. Hay que afirmar, por tanto, que la erradicación de analfabetismo exige una educación que garantice a todas las personas el ejercicio de la ciudadanía.

En esta importante cuestión, en la garantía de una educación para la ciudadanía, se encuentra uno de los grandes objetivos de los sistemas educativos y, en consecuencia, de la OEI. No se trata sólo de educar sobre la ciudadanía, es decir, sobre las normas y valores cívicos propios de las sociedades democráticas, ni tampoco de educar en la ciudadanía, a través del ejercicio en la escuela de los valores democráticos, participativos, solidarios y de convivencia. Se trata, además, de preparar a todos los alumnos para que puedan integrarse de forma activa en la sociedad, ampliar sus conocimientos, adaptarse a los cambios sociales y laborales y disponer de la palabra y de la acción con las que ejercitar sus derechos como personas libres. Desde esta perspectiva, toda la enseñanza ha de orientarse a la formación de ciudadanos competentes, libres, responsables y solidarios.

Aquí nos encontramos de nuevo con la confluencia entre el conocimiento científico y el ejercicio de la ciudadanía. El pensamiento científico forma parte inexcusable del ejercicio de la ciudadanía. Es necesario comprender la realidad para actuar de forma libre y sólo los que actúan con libertad pueden son capaces de ejercer sus derechos y sus deberes cívicos de forma responsable.

Reforzar la investigación científica       

La primera gran tarea que es preciso desarrollar es el apoyo a los equipos de investigación iberoamericanos y el incremento de los recursos públicos y privados para investigación, desarrollo e innovación. Difícilmente podrá el español alcanzar un estatus respetado en el campo de la ciencia si no existe un apoyo sostenido a la investigación científica.

Junto con este esfuerzo necesario de los poderes públicos y del conjunto de la sociedad, es preciso también favorecer el intercambio de conocimientos y experiencias entre grupos de investigación iberoamericanos. La puesta en marcha de un espacio iberoamericano de conocimientos y de investigación que favorezca el intercambio y la movilidad de los investigadores sería sin duda un acicate indudable y contribuiría enormemente a la presencia del español en la actividad científica.

Además de estas  dos iniciativas centrales, conviene explorar, para los países de habla hispana, las perspectivas de un modelo intercultural plurilingüe para la producción y circulación de la ciencia que tiene como propósito contrarrestar el tránsito al monolingüismo científico en inglés al reforzar la lengua propia en las ciencias, y facilitar al mismo tiempo nuestra apropiación del inglés para propósitos científicos y tecnológicos. Apunta a trascender un enfoque estático, a veces muy estructuralista y binario del funcionamiento de las lenguas en el campo científico, para llegar a una visión de espacios discursivos plurilingües con un enfoque intercultural de las ciencias que tome en cuenta la diversidad científica y cultural existente.

Junto con estas iniciativas de mayor alcance, sería también positiva apoyar otras más limitadas pero de indudable repercusión para la presencia del español en el campo científico y tecnológico:

Las universidades, instituciones y consejos de investigación tendrían que apoyar con un conjunto de medidas el acceso a la ciencia internacional y la circulación de la producción propia, lo que implica entre otras medidas mejorar sustancialmente la enseñanza de las lenguas científicas relevantes y los servicios de traducción y redacción.

Es necesario que los mismos laboratorios y equipos participen decididamente en la elaboración de la terminología especializada, su divulgación y utilización.

En el inmenso mundo hispano bien pueden organizarse congresos internacionales de ciencias naturales que fomenten y afiancen el uso del español.

Cualquier política lingüística de apoyo a la lengua propia deberá concentrarse prioritariamente en las ciencias sociales y humanas.

Las publicaciones científicas en español no pueden competir con las publicaciones en inglés en un mercado totalmente abierto. Tanto los organismos de estado (ONCYTs.) como privados interesados en la ciencia deberán apoyar y financiar de manera mucho más decidida que hasta ahora la publicación y difusión de revistas y libros científicos en la lengua propia.

Debemos buscar una mayor presencia de nuestra lengua en las vías electrónicas de comunicación científica, con resúmenes en español en los bancos de datos internacionales y otras publicaciones bibliográficas. Necesitamos contar con una política mucho más agresiva para obtener reseñas de nuestras publicaciones en revistas de otras lenguas.

Acompañar nuestros intercambios de investigadores con países no hispanohablantes con una política lingüística y científica mucho más definida.

Revisar las prácticas de evaluación para evitar el efecto perverso de un sistema de evaluación científica que prima en exceso la publicación en inglés.

Habría que apoyar una política de traducción en ambas direcciones que ayuden a que la producción científica en español sea conocida por los lectores de la lengua mayoritaria en la actualidad en el campo de la ciencia.

Habría que crear centros de redacción, traducción y asesoría para la publicación de textos científicos, que faciliten la difusión de la producción científica nacional en los mercados internacionales.

Posiblemente se tendrían que  desarrollar mecanismos, fondos o quizás instituciones que faciliten y financien la publicación de nuestra obra en el extranjero, así como sucede en varios países europeos.

En el campo científico, y dada la situación de debilidad relativa de las lenguas iberoamericanas en este terreno, la labor de la OEI de apoyo a la producción y divulgación científica y la formación superior en el espacio iberoamericano deberá acompañar una verdadera política de promoción de nuestras lenguas como lenguas científicas. En efecto, un esfuerzo planificado es necesario para desarrollar la terminología científica y tecnológica en español, sin la cual el idioma perdería la capacidad de expresar los avances que se producen día a día. Pero también, dado que los intercambios científicos, las transacciones económicas, las producciones culturales, la gestión de los archivos, dependen cada vez más de una adecuada instrumentalización de la lengua, que le permita a sus hablantes desenvolverse cómodamente en el universo digital, los esfuerzos de la cooperación iberoamericana deberán concentrarse en apoyar el desarrollo de tecnologías lingüísticas autóctonas (traducción y corrección automática, reconocimiento de voz, buscadores, bancos terminológicos, etc.) y la capacitación para su empleo por un número creciente de ciudadanos. Estos esfuerzos serán paralelos a aquellos, también necesarios, destinados a incremementar la alfabetización digital.

Esta cuestión no deja de tener relación con otro de los temas que requieren la atención de los organismos iberoamericanos, y en el que está firmemente implicado la OEI: el del desarrollo de los contenidos, las tecnologías y las competencias necesarias para que nuestra lengua se desenvuelva plenamente en ese nuevo espacio geopolítico sin fronteras aparentes que es el de las redes informáticas. Diversos indicadores coinciden en revelar la debilidad del español en el ciberespacio. Las cifras que informan sobre el lento crecimiento en este ámbito pueden encontrar su explicación en la desigual producción de contenidos de parte de los diferentes países, en deficiencias tecnológicas y de conectividad, en bajos niveles de alfabetización digital o de formación especializada en el sector de las TIC. En cada uno de esos sectores los diversos actores iberoamericanos (organismos estatales, universidades, empresas), pueden y deben actuar coordinadamente para lograr producir avances significativos. Ya sea promoviendo la formación y la capacitación, la cooperación para el desarrollo tecnológico, el apoyo a la elaboración de contenidos. Para la consecución de estos objetivos trabaja ya la OEI junto con Instituciones públicas, Fundaciones y empresas iberoamericanas.

Defender el español en los organismos internacionales

Los escasos estudios sobre este tema señalan que aún no se percibe un movimiento coordinado y decidido para la promoción internacional del español. Posiblemente sea la SEGIB junto a la OEI quien pueda asumir esta tarea de coordinar las iniciativas aisladas existentes.

En cualquier caso, los actores comprometidos con el fortalecimiento de las lenguas iberoamericanas en estas áreas sensibles necesitarán contar con un diagnóstico exhaustivo de la situación actual. En lo que se refiere a la comunicación en el seno de los organismos internacionales, será preciso un análisis de los desempeños lingüísticos de los funcionarios iberoamericanos, un estudio cuantitativo y cualitativo de la documentación producida y/o traducida en las lenguas de la Comunidad Iberoamericana de Naciones —en los casos en que éstas sean lenguas oficiales o de trabajo—, y un inventario de los recursos disponibles, humanos y materiales, en relación con las necesidades de traducción. Un diagnóstico que contemple estos y otros ítems permitirá avanzar en el diseño de estrategias de intervención. Estrategias diversificadas y coordinadas, que apunten a desarrollar una actitud afirmativa de parte de los funcionarios iberoamericanos, pero también, gracias a un sistema de información permanentemente actualizado, una conciencia social sobre la importancia del valor internacional de las lenguas, y por tanto del respeto de los reglamentos lingüísticos en el ámbito diplomático. A partir del análisis diagnóstico se podrán determinar prioridades para un plan de acción que estimamos desde ya urgente. Habrá que reforzar, por ejemplo, la dotación de traductores altamente capacitados y de recursos tecnológicos de ayuda a la traducción, en los casos en que la escasa presencia de nuestra lengua sea debida a déficits en estos aspectos.

Nota:

1 Rainer Enrique Hamel, El español como lengua de las ciencias frente a la globalización del inglés. Diagnóstico y propuestas de acción para una política iberoamericana del lenguaje en las ciencias. En: Actas del Congreso internacional sobre lenguas neolatinas en la comunicación especializada),(2002). Disponible en Web: < Disponible en Web: <http://dtil.unilat.org/cong_com_esp/comunicaciones_es/hamel.htm#a>

2 Guillermo Sunkel. 2006. Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en la educación en  América Latina. Una exploración de indicadores. CEPAL..

3 CEPAL/UNICEF (2002). La pobreza en América Latina y el Caribe aún tiene nombre de infancia.

4 Eloy Ybáñez. Presencia del idioma español en los organismos y en las conferencias internacionales.  En: Actas del Congreso internacional sobre lenguas neolatinas en la comunicación especializada),(2002). Disponible en Web: <http://dtil.unilat.org/cong_com_esp/comunicaciones_es/ybanez_bueno.htm#a>

Más información sobre el IV Congreso

Compartir:

Deja un comentario