Debate Metas Educativas 2021 – La prescripción… ¿puede ser una herramienta para la igualdad?

Margarita Eggers Lan es Directora Plan LECTURA del Ministerio de Educación de la Nación de Argentina

Muchas veces nos hemos formulado la pregunta acerca de si lo «obligatorio» atenta contra la «libertad de elección».

¿Se puede obligar a leer? ¿Es necesario prescribir que los docentes les lean todos los días a sus alumnos? Estas preguntas, que pueden sonar a tiempos pasados, no se cuestionan en el caso de, por ejemplo, la enseñanza de las matemáticas.

Supongamos que un docente dice: «Les enseño las tablas de multiplicar del 1 al 7, porque la del 8 no la voy a enseñar. Ese día murió mi papá, y me resulta traumático hacerlo«. A nadie se le ocurriría que esto pueda pasar.

in embargo, con la lectura sucede lo contrario. Está siempre librada a la buena voluntad, a la predisposición, a la búsqueda interna de las voces que nos leyeron en la infancia…

La lectura perdió un espacio curricular en la escuela hace muchos años, y recuperarlo puede resultar una ardua tarea. Daniel Pennac empieza su decálogo de los derechos del lector por «El derecho a no leer». Sin embargo, en ese artículo Pennac dice: «El deber de educar, por su parte, consiste en el fondo en enseñar a leer a los niños, en iniciarlos en la literatura, en darles los medios para juzgar si sienten o no la «necesidad de los libros«. Puesto que si bien se puede admitir sin problema que un particular rechace la lectura, es intolerable que sea -o que se crea- rechazado por ella.» 1

Cuando desde el Plan de Lectura del Ministerio de Educación Argentino solicitamos a los docentes que lean todos los días un texto en voz alta, no estamos pidiéndoles que ejerzan un rol para el cual no están preparados. El docente es un orador natural y realiza su práctica diaria frente/ con alumnos. En el mismo sentido que el ejemplo de las matemáticas, tomo la cita de la escritora y pedagoga Graciela Bialet: «¿puede ir un accidentado a la sala de emergencias y decirle el médico: -no lo puedo atender porque me impresiona la sangre-?«2

Llegar a ser lector es un proceso complejo, es un aprendizaje modelado cultural, SOCIAL y afectivamente por otro, por el contacto con otros lectores y signado por el acceso directo a los textos. Esa posibilidad de compartir lo que puede ofrecer un texto cuando es leído por alguien que lo hace poniendo en juego sus emociones, entregando ese momento a los demás con cariño y disposición, es, como dice Mempo Giardinelli3, el mejor camino para formar lectores.

Todos los chicos deben tener las mismas oportunidades, los que nacieron entre libros y padres que les leyeron y aquellos que no pudieron compartir ese momento íntimo y trascendente. Por eso no podemos decir que sólo deben leer quienes quieran leer, cuando tantos chicos no han conocido jamás la posibilidad de que un texto les sea revelado, les resuene y los envuelva. A leer se aprende leyendo, como decía María Luisa Cresta de Leguizamón: «La lectura, y aún el aprendizaje de un idioma, se aprende leyendo«; no existe otra manera.

Leer en voz alta a los estudiantes, a los niños, es un acto modelar e iniciático. Un gesto lector. Una voz prestada al imaginario de otros. Una oreja que lee conjuntamente con esa voz que enciende los sentidos. En la historia de cada lector hubo otro que le narró, le leyó, le acercó un texto, lo indujo al mundo de los libros.

En su libro «El arte de la lectura en tiempos de crisis» Michéle Petit4, refieriéndose a algunos países de Latinoamérica, expresa: «…el acceso a la cultura escrita, al saber, a la información, constituye un derecho escamoteado con demasiada frecuencia. Al igual que la apropiación de la literatura. Y es por varios motivos que ésta les parece deseable, como veremos: el hecho de tener acceso a ella les permitirá ser más hábiles en el uso de la lengua, tener una inteligencia más sutil, más crítica; y ser capaces de explorar la experiencia humana, de darle sentido y valor poético»

Debemos crear la necesidad, el hambre de leer, para que luego pueda ser demandada. Nadie puede demandar lo que no conoce, lo que no ha reconocido como necesario. Y para que esto suceda, el Estado debe encontrar las herramientas necesarias para generar la igualdad de oportunidades, para redistribuir la riqueza de las palabras generosamente, aunque esa herramienta se llame prescripción.

1 Daniel Pennac, Como una novela, Editorial Norma.
2 Graciela Bialet, Encuentro de referentes provinciales de lectura, Ministerio de Educación, octubre 2008.
3 Mempo Giardinelli, Volver a leer, Edhasa.
4 Michele Petit, El arte de la lectura en tiempos de crisis, Océano.

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