EL DEBATE: Las deudas de la relación género-ciencia

Bajo el título «Las deudas de la relacióngénero-ciencia», el Foro CTS aspira a estimular la discusión sobre losroles que ocupan hombre y mujer en el ámbito científico.

El própositoes revisar -y abandonar para que sea discutida por los lectores- larelación entre género y ciencia desde una perspectiva doble: en el senomismo de la práctica de los investigadores y las investigadoras, por unlado, y a un nivel epistemológico, por el otro. Además, el Foro CTS secomplace en anunciar que ya está trabajando en nuevos debates, a partirde ahora nacidos de las inquietudes y las propuestas de los lectores, aquienes se invita a seguir participando como hasta ahora.

Se sabe que la ciencia es un fenómeno quese construye socialmente. Lo que en ocasiones no se tiene en cuenta esque la cuestión del género tampoco escapa a esta característica. Hay enla ciencia, como en cualquier otro orden de la vida, distintasrepresentaciones culturales de lo masculino y de lo femenino. Esto nosobliga a rever los modos en que se ha desarrollado la relación entreciencia y masculinidad, por un lado, y la relación entre ciencia yfeminidad, por el otro. De acuerdo con los estudios de género, estasrelaciones tienen características dispares. Mientras que entre cienciay hombre se percibe una clara conjunción, entre ciencia y mujer larelación es predominantemente disyuntiva. Se trata de un ámbitohistóricamente dominado por —y sesgado hacia— la masculinidad. Setrata, también, de una inequidad que viene siendo denunciada desdeprincipios del siglo XX en adelante, a lo largo y a lo ancho deprácticamente todos los estratos sociales, más allá de la prácticacientífica en sí misma. En lo que a la ciencia se refiere, sin embargo,hay dos aristas que aún no han logrado un espacio que permita un debateen profundidad, con el objetivo de arribar a una instancia superadora.

En primer lugar, se deben reconsiderar losobstáculos específicos que tienen que sortear las investigadoras paraabrirse paso en la jungla científica. Todavía hoy, a comienzos delsiglo XXI, en América Latina falta mejorar las estadísticas sobreciencia y género, recuperar la trayectoria de la mujer en la prácticacientífica iberoamericana e instalar la problemática del género en elmedio universitario. En nuestra región, el peso de los estereotipos degénero es notable a medida que se asciende en los organigramasinstitucionales, con una amplia mayoría de hombres en los cargos demayor jerarquía, así como también en el descenso de la participaciónfemenina en los más altos niveles de formación (posgrado, doctorado yposdoctorado). En el ámbito científico, las mujeres cuentan con unaautonomía por lo general acotada, menor cantidad de tiempo paradedicarse a la investigación y mayores dificultades para optimizar suestatus salarial. Esto no sólo está asociado a una mera tarea deredefinir los espacios en cantidades y porcentajes, sino que tambiénatañe a una cuestión de calidad: la menor participación del punto devista femenino atenta contra la necesaria y enriquecedoraheterogeneidad de ideas en la generación de conocimiento. Laorientación de la ciencia en nuestra región —o sea la filosofía volcadaa políticas científicas que terminan por afectar a todo el conjunto dela sociedad— está signada básicamente por una mirada masculina que bienpodría nutrirse con una mayor intervención por parte de la mujer.

Esto último nos lleva al segundo punto,que tiene un matiz mucho más epistemológico. El hombre no sólo dominael ámbito en un sentido práctico (puestos jerárquicos, mayoría encomités, mejores salarios y tiempos de dedicación), sino que el ámbitomismo está edificado sobre esquemas interpretativos masculinos. Laciencia se construye a imagen y semejanza del hombre, lo que a su veztrae una construcción a la segunda potencia, una interpretaciónsimbólica de la naturaleza y la sociedad que es casi exclusivamentemasculina. El que sigue ya es un ejemplo clásico: las distintas formasde estudiar la fecundación animal. Una cosa es decir que elespermatozoide más apto atraviesa el óvulo; otra muy distinta esindicar que el óvulo le da acceso al espermatozoide más apto. No setrata de simple semántica, o tal vez sí, aunque en ese caso se deberíaagregar que el lenguaje siempre entraña una perspectiva paradigmática,por lo que el ejemplo mencionado arriba seguiría amparando toda unaserie de representaciones acerca de los múltiples prismas que operansobre la relación entre lo masculino y lo femenino.

Lo invitamos a sumar sus opiniones aeste debate. ¿Considera que el factor del género incide en la ciencia?¿Hay una ciencia masculina y otra femenina? ¿Bajo qué otras formasconcretas puede darse esta distinción de miradas (en la elección detemas de investigación, en los modos de construcción del conocimiento,en la aplicación de la metodología, en las formas de validación, etc.)?

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