Comercialización y mercantilización de la ciencia

José Antonio Acevedo Díaz

La revista Science & Education dedicó un número especial a la comercialización y mercantilización de la ciencia académica; véase la introducción de Irzik (2013). Posteriormente, Erduran and Dagher (2014) incluyeron este tema en su interesante propuesta de enseñanza de la Naturaleza de la Ciencia en la educación científica.

Considero que se trata de un aspecto no-epistémico de gran interés para una mejor y más holística comprensión de la Naturaleza de la Ciencia; un asunto al que no se le suele prestar la atención necesaria en la educación científica. Me ocupé por primera vez de ello en la segunda mitad de los años 1990 (Acevedo-Díaz, 1997), y lo he retomado en ocasiones posteriores (e.g., Acevedo, 2006).

La ciencia, como búsqueda sistemática de conocimiento teórico (episteme), tiene sus orígenes en la Grecia Clásica. No obstante, como se acepta habitualmente, la ciencia moderna es un fenómeno muy posterior, que puede datarse entre finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, en el que el filósofo Francis Bacon fue su gran propagandista.

Aunque el dogma teoricista, heredero de la tradición platónica-aristotélica, siempre ha estado presente en la civilización occidental, Bacon defendió que el conocimiento para manipular las cosas materiales era más útil para el progreso social que el saber abstracto, subrayando así la vertiente instrumental de la ciencia. Así mismo, Descartes también llegó a afirmar que verdad y utilidad son inseparables. Por tanto, la ciencia moderna tuvo el sentido de lo útil e interés por los asuntos tecnológicos desde sus orígenes.

Una mirada al pasado nos permite comprobar que los científicos se han relacionado, en mayor o menor medida, con el Estado, el ejército, los empresarios y los comerciantes en cualquier época (Stewart, 1992). Son conocidas las implicaciones sociales, industriales y comerciales de afamados científicos londinenses durante los siglos XVII y XVIII, tales como Boyle y Hooke (Stewart, 1997). Así mismo, en el siglo XIX, ilustres físicos teóricos como Maxwell y Kelvin aparecen ligados también a la tecnología y a la ciencia industrial; por ejemplo, en relación con el cableado de la telegrafía transatlántica (Pestre, 2000; Smith & Wise, 1989).

Aunque los ejemplos se extienden por todas las épocas, es durante el siglo XX, y lo que va del siglo XXI, cuando ha aumentado más el interés por el valor comercial de la ciencia y su mercantilización. Lo abordaré en un par de notas próximas dedicadas, respectivamente, a la big science (macrociencia o gran ciencia) y a la tecnociencia.

Referencias

Acevedo-Díaz, J. A. (1997). ¿Publicar o patentar? Hacia una ciencia cada vez más ligada a la tecnología. Revista Española de Física, 11(2), 8-11.

Acevedo-Díaz, J. A. (2006). Modelos de relaciones entre ciencia y tecnología: un análisis social e histórico. Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, 3(2), 198-219.

Erduran, S., & Dagher, R. F. (2014). Reconceptualizing the Nature of Science for Science Education. Dordrecht: Springer.

Irzik, G. (2013). Introduction: Commercialization of Academic Science and a New Agenda for Science Education. Science & Education, 22(10), 2375-2384. https://link.springer.com/article/10.1007/s11191-013-9583-8

Pestre, D. (2000). Entre torre de marfil y Silicon Valley. Mundo científico, 209, 57-60.

Sánchez-Ron, J. M. (2004). Imagen pública e intereses privados. En F. J. Rubia, I. Fuentes y S. Casado (coords.) (2004), Percepción social de la ciencia, pp. 97-113. Madrid: Academia Europea de Ciencias y Artes (AECYA)/UNED Ediciones.

Smith, C., & Wise, N. (1989). Energy and Empire, William Thomson, Lord Kelvin, 1824-1907. Cambridge: Cambridge University Press.

Stewart, L. (1992). The Rise of Public Science. Cambridge, U.K.: Cambridge University Press.

Stewart, L. (1997). La ciudad de Londres. El encuentro de la ciencia y el mercado. Mundo científico, 183, 810-815.

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