Hipoteca a las vocaciones científicas

Carmelo Polino.Centro Redes, Argentina.

Decir que la educación media atraviesa una profunda crisis materialy de sentido se fue transformando en un triste tópico que, al igual quesucede con otros que se despliegan a diario en las pantallas detelevisión, como el delito y la violencia urbana, terminamos poraceptar resignados, perdiendo de vista el dramático significado quelleva implícito una afirmación como ésta. Sin embargo, basta revisar unpoco la situación educativa en América Latina –o escuchar a susprincipales actores- para darse cuenta de que la desidia con queaceptamos que la crisis sea un estado permanente indica, como mínimo,que tenemos una actitud temeraria frente al futuro. El sistemaeducativo, que en su momento fundacional fue concebido como unparadigma de integración y movilidad social, presenta hoy muchos ladososcuros. Los diagnósticos existentes para la región revelan con númerose interpretaciones aciagas el rumbo incierto de la educación media.

La escuela secundaria está en una encrucijada: enfrenta crisis deinfraestructuras, de identidad, de autoridad pedagógica y de formacióny actualización docente. A ello debe sumársele la debilidad de losestados para intervenir, las profundas desigualdades entre la escuelapública y privada (sobre todo muy acentuadas en algunos países), tantocomo temas relativos a deserción y exclusión que responden a problemassociales de amplio calado que impactan en la escuela de formasconcretas. No es casual que los profesores constaten –y haya un acuerdoamplio al respecto- que los estudiantes sufren déficits de atención,están “un poco a la deriva”, desmotivados o faltos de expectativas. Porun lado, la pobreza y extrema pobreza de muchísimas familias supone,objetivamente, que muchos jóvenes tienen el futuro hipotecado: condatos de 2005, la CEPAL estimaba que cuatro de cada diez habitantes deAmérica Latina son pobres, lo que representa alrededor de 213 millonesde personas. Por otro lado, aun en las clases media y media altas estosfenómenos son observables. Emilio Tenti Fanfani (2008) está en locierto cuando dice que asistimos a la masificación de la escuela mediapero en un contexto de exclusión social y cultural.  

Uno de los puntos especialmente sensibles para el tema de la formacióncientífica y, desde luego, para las políticas de promoción de lasvocaciones en ciencias, es el problema de la insuficiente calidad de laformación que brinda hoy la escuela media. En el documento de las Metas2021 (A. Marchesi, 2009), se plantea al respecto que entre losprincipales retos están la falta de competitividad de las escuelaspúblicas, las dificultades de un currículo atractivo y los magrosresultados de desempeño académico que tienen los alumnos en la región,comparados con los jóvenes de los países desarrollados. Evaluaciones derendimiento como SERCE (UNESCO-OREALC) y PISA (OCDE) marcan ladistancia que hay entre los países latinoamericanos -especialmente- ylos países desarrollados.

Si apelar a las cifras es de especial relevancia para las políticas deevaluación educativa, también es importante observar qué pasa en elcontexto pedagógico de las aulas, donde se da la interacción diariaentre profesores y estudiantes. Por un lado, disponemos de algunosindicios parciales para afirmar que una parte importante de losadolescentes, por ejemplo, señala que las materias científicas losaburren o son difíciles de comprender, o bien que no creen que leshayan aumentado su apreciación por la naturaleza u ofrezcan solucioneso mejoras en su vida diaria. Estos datos provienen de una encuestaaplicada a una muestra representativa de estudiantes de Buenos Aires ySão Paulo, y son parte de una investigación en curso del ObservatorioIberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad de la OEI,donde participan también jóvenes de Asunción, Bogotá, Lima, Lisboa,Madrid, Montevideo y Santiago de Chile.

 

Por otro lado, los profesores también reconocen limitaciones queafectan a la calidad. En el caso concreto de Buenos Aires, otrainvestigación en curso del Observatorio indica, preliminarmente, quelos docentes están preocupados porque tienen que dedicar una parteimportante del tiempo de clase a contener a sus alumnos (sea porproblemas de conducta o de desamparo familiar); que los programas secumplen cada vez menos, porque no hay tiempo para agotarlos; que lashuelgas desdibujan la planificación docente; que los estudiantes tienendéficits de atención importantes; que les cuesta relacionar contenidosde una materia con otra, o encontrarle sentido y utilidad concreta a loque están viendo en clases; y que tampoco tienen un acompañamiento enel núcleo familiar que les sirva de sostén y aliciente. La sensacióngeneralizada es que las cosas se han nivelado hacia abajo. La preguntaque resta es: ¿en qué medida esto representa una pintura extensible ala realidad argentina? y, a su vez, ¿cuánto de esta problemática seobserva, con sus lógicos matices, en otros países de la regiónlatinoamericana?

Con estos indicios, sin embargo, no cuesta comprender las tremendasdificultades que enfrenta el segmento de estudiantes que puedepermitirse seguir estudios superiores cuando egresa de la escuela.Incluso los jóvenes que provienen de familias con cierto capital(simbólico y material), llegan a la conclusión de que la escuela mediano los preparó suficientemente bien para estudiar en una universidad. Yno se trata únicamente de conocimientos (que es un problema de por síde una considerable magnitud), sino también de habilidades ydisposiciones para enfrentarse a la vida universitaria. Hay allí undesfase importante, ya mencionado por muchos especialistas, pero queparece acrecentarse en la medida en que la crisis educativa seprofundiza. Y éste es el telón de fondo sobre el cual hay que proyectaralgunos de los temas que conciernen a la promoción de las vocacionescientíficas entre los adolescentes, adoptando criterios socialmenteinclusivos. Sin duda, más allá de que es necesario que un país tengavirtudes institucionales que hagan atractiva la profesión científicapara los jóvenes, no podemos dejar de reconocer que la formación enciencias e ingenierías está en buena medida atada a la suerte que corrala educación media, hoy en un cono de sombras.  Para que hayacientíficos, ingenieros y ciudadanos con buena formación de base tieneque haber al mismo tiempo una demanda social concreta.

¿Cuáles son, entonces, nuestras demandas?

Bibliografía:

CEPAL (2005): Panorama social de América Latina – 2005, Santiago de Chile, Naciones Unidas.

Marchesi, A. (2009): Las Metas Educativas 2021. Un proyecto iberoamericano para transformar la educación en la década de los bicentenarios. Documento básico, Buenos Aires, Santillana.

Tenti Fanfani, E. (2008): “La enseñanza media hoy: masificación conexclusión social y cultural”, en G. Tiramonti, N. Montes (comps.), La escuela media en debate, Buenos Aires, Manantial.

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