Simulaciones CTS: El contrato del dopaje

Autor: Ángel Camacho

Resumen:
Un equipo ciclista colombiano recibe una oferta para ser patrocinado por una empresa que produce fármacos que pueden ser utilizados como sustancias dopantes. La empresa, está interesada en asociar su imagen a los valores de lo saludable propios del deporte. Pero el equipo ciclista se debate entre el interés de los corredores que quieren obtener la máxima retribución por su dura actividad y otras consideraciones como las del prestigio del equipo y el país si se acepta el mecenazgo de una empresa que produce sustancias prohibidas para los deportistas. Los usos socialmente aceptados y prohibidos de los fármacos, la posibilidad de encontrar soluciones químicas para el desenmascaramiento del fraude por dopaje en la competición deportiva, el uso que la sociedad hace del deporte como instancia refrendadora o sancionadora de ciertos valores sociales o la responsabilidad de los anunciantes respecto de aquello que apoyan, son algunos de los aspectos que se plantean en una decisión tan compleja como aceptar o no este contrato de patrocinio.

 

Presentación

La esperanza y la calidad de vida en los países desarrollados crecieron mucho durante el siglo XX, apoyadas en el auge y extensión de las tecnologías de la salud. La medicina preventiva, las prácticas quirúrgicas y la farmacología son algunas de las ramas de la medicina en las que se apoyó este crecimiento. La mejoría de las condiciones de salubridad en todos los ámbitos en los que se desenvuelve la vida de los ciudadanos y el incremento de los hábitos saludables de la población han tenido, también, una gran importancia.

Esta mejoría ha sido valorada como una conquista social indiscutible por las sociedades que la han alcanzado y cada grado de su desarrollo se ha asumido como si su existencia fuera sólo un escalón obvio en el camino hacia nuevas innovaciones y mejorías cuyo fin se desconoce.

La parte rica del mundo ha llegado a tener a su disposición un arsenal terapéutico enorme que además crece a un ritmo alto, estimulado por una demanda insaciable. Las aspiraciones a la salud de quienes pueden pagárselo son, de entrada, ilimitadas y, tanto en los sistemas sanitarios socializados, en los que el Estado se hace cargo del gasto, como en los privatizados, en los que el coste recae directamente en el individuo o en la empresa que le contrata, la preocupación por el tamaño de la factura sanitaria se ha convertido en una prioridad.

La industria farmacéutica es percibida por el ciudadano común como una fuente inagotable de productos casi mágicos, una reserva ilimitada de tecnociencia de directa aplicación sobre sus más serios e íntimos problemas. Para quienes tienen que hacerse cargo de la factura, sin embargo, la industria farmacéutica entraña otras características menos favorables porque la elevación de los costes en muchos casos no se acompaña de una mejoría terapéutica demostrable con total independencia, porque parte de sus investigaciones se dirigen al tratamiento de aquellas enfermedades que pueden producir mejores resultados económicos de la mejor manera en que además pueden producirlos: construyendo pacientes supeditados a tratamientos farmacéuticos infinitos, fidelizando clientes involuntarios.

El desarrollo de hábitos saludables en la población se ha convertido así en una necesidad sanitaria de primer orden. El incremento de las restricciones al consumo de tabaco puede entenderse en este sentido. El fomento de las prácticas deportivas, también. Ciertas pautas de comportamiento, hasta no hace mucho socialmente bien vistas, o toleradas como extravagancias graciosas, son hoy repudiadas casi como formas de insolidaridad. El descuido de la propia salud empieza a ser percibido como un rasgo asocial, como un pequeño atentado a la colectividad.

El deporte fomenta la salud. Al menos, así se presenta. Las prácticas deportivas han dejado de ser costumbres juveniles. Ahora se someten a ellas personas incluso muy mayores, con el convencimiento de que les serán muy beneficiosas para su propia salud.

El deporte profesional, por su parte, actúa como espectáculo fascinante en el que se compite por mostrar las proezas físicas que pueden alcanzar los individuos más perfectos y mejor entrenados. La fascinación que el deporte profesional provoca en las masas ha sido y es utilizada para la reconstrucción de los intereses de éstas. El deporte puede servir como sistema ejemplificador de hábitos saludables correctos, como instancia capaz de suscitar entusiasmos grupales políticamente utilizables, como soporte físico para la venta de cualquier producto.

Así, paradójicamente, los deportistas profesionales, sometidos a la presión de fuerzas tan variadas, acaban convirtiéndose en prisioneros de las desorbitadas tensiones que tienen que soportar. El entusiasmo que provocan les convierte en ídolos sociales, puede conducirles a la riqueza, pero supone un nivel de exigencia añadido al del deporte mismo porque aumenta la importancia y la intensidad de la competición.

La farmacología, que ya asiste a los ciudadanos normales, también se preocupa de los deportistas y les proporciona tanto las sustancias que pueden incrementar su rendimiento como las que pueden ocultar la trampa. El problema, en este caso, es que ese uso de los fármacos no procura la salud, sino que la deteriora. El problema es que, además, el deportista, deja de ser modelo y se convierte en villano.

En el dopaje, las dos instancias sancionadoras de lo saludable: la farmacología y el deporte, se alían para alcanzar el éxito pero, al ser descubiertos, muestran la tramoya del decorado en el que se representa nuestro sueño de salud.

El dopaje pone de manifiesto, por un lado, el papel del deporte como construcción social para la creación de modelos de salud y, por otro, la dificultad de controlar los resultados de la industria farmacéutica.

La tecnociencia y la sociedad interactúan en este asunto. La tecnociencia farmacéutica y las tecnologías sociales de la superestructura que rodea al deporte como espectáculo de masas organizado, convergen poniendo en cuestión importantes problemas sobre la compleja organización social que hemos creado para garantizar nuestra salud.

Estas cuestiones, de enorme importancia en la vida de los ciudadanos, normalmente nos son escamoteadas. El siguiente caso pretende ser una herramienta útil para permitir que los estudiantes puedan participar en una controversia tecnocientífica sobre una cuestión socialmente tan relevante.

http://www.oei.es/casocontratodopaje.htm

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