¿Hasta qué punto los ciudadanos deben “saber”?

León Olivé –


(OEI-AECID-Revista CTS) Elcreciente impacto social, cultural y ambiental de los sistemascientífico-tecnológicos ha llevado a una preocupación por su evaluacióny por la posibilidad de que diferentes grupos sociales, no sólo losexpertos científicos y tecnólogos, ni sólo los políticos, puedanintervenir para encauzar su desarrollo. Éste es el desafío que sepresenta, por ejemplo, en el caso de los cultivos transgénicos o de losbrotes epidémicos como el de la influenza AH1N1. ¿Ciencia y tecnologíapara qué y para quiénes? Esto significa poner al frente de la discusiónlos fines y los valores en función de los cuales se genera, sedesarrolla y se aplica un sistema científico-tecnológico. Entonces esnecesario discutir quiénes son los agentes pertinentes para realizar laevaluación. ¿Sólo deben participar en la evaluación los expertos?Muchos autores sostienen que se requiere la participación ciudadana.Esto incluye aspectos de legislación, de políticas públicas de cienciay tecnología, así como la evaluación de los sistemascientífico-tecnológicos mismos, incluyendo sus impactos sociales yambientales. ¿Por qué?

Retomemos los ejemplos de producción de cultivos transgénicos y deidentificación y control del virus AH1N1. Las consecuencias de lossistemas científico-tecnológicos que entran en juego en estos casosafectan a grandes sectores sociales, si no es que a la población enterade países completos o incluso de todo el planeta. Una sociedaddemocrática debería permitir y promover la participación ciudadana enla toma de decisiones, desde la legislación pertinente, por ejemplopara la vigilancia y control de riesgos generados por el cultivo detransgénicos, o para la construcción y operación de un adecuado sistemade vigilancia epidemiológica. Sólo mediante una amplia participaciónciudadana se garantiza la operación eficiente y eficaz de sistemas devigilancia y control de riesgos. Uno de los temas abiertos en México apartir del brote de AH1N1 fue el de la eficiencia de las medidasmediante las cuales el gobierno federal pretendió haberlo controlado.¿No fueron los costos, no sólo económicos, sino sociales y emocionales,demasiado altos?

En México, las medidastendientes a controlar la epidemia se tomaron verticalmente, sin que lagente tuviera la información ni los medios para evaluar el problema ypoder participar responsablemente. La mayoría de la población reaccionócon pánico ante un problema que sólo los políticos encargados de lasalud pública parecían entender, y se suscitó una crisis de confianza.En una sociedad democrática, cuando ocurre una emergencia de cualquiertipo, la gente debe movilizarse y responder con el conocimiento de quelas medidas y los dispositivos que se implementen son los adecuados.Éste es uno de los papeles más importantes de la culturacientífico-tecnológica: que se permita la participación informada yresponsable de la gente para que, en ejercicio de su autonomía, decidaactuar. Por ejemplo, lo ideal en una situación de emergencia sanitariaes que la mayor parte de la población conozca el sistema de vigilanciaepidemiológica, confíe en él, sepa qué debe hacerse socialmente pararesponder ante la emergencia y entienda que su participación esnecesaria. Sólo de esta manera un sistema de inteligenciaepidemiológica podrá vigilar el riesgo y responder eficientemente antela materialización de una amenaza. En esta situación ideal hay un podercompartido y transversal, y no la dominación de una tecnocracia que enmomentos de emergencia impone una decisión por medio del manejo deemociones (el pánico en el caso de la influenza en México).

Elcaso de la bioseguridad, por ejemplo por la liberación de organismosgenéticamente modificados al ambiente, presenta muchos rasgossemejantes al de una emergencia sanitaria, aunque tiene otrosdiferentes. La amenaza es menos directa y por lo tanto se presta menosa un manejo mediático de un impacto inmediato, como el que ocurrió conla influenza. En ambas situaciones hay grandes intereses en juego,aunque tienen una presencia aparente más notable cuando se trata desemillas transgénicas. En este caso también es más importante que lapoblación conozca las alternativas posibles para obtener los mismosfines con menor riesgo.

En suma, una condiciónnecesaria para lograr una sociedad democrática participativa, dado elnivel actual del impacto de la ciencia y tecnología, es el delincremento de la cultura científico-tecnológica. ¿Qué significa esto?La respuesta requiere de una larga discusión en donde la filosofía dela ciencia, de la tecnología y de la innovación son indispensables. Nose trata sólo de que la gente tenga acceso a las representaciones de laciencia y de la tecnología. La cultura científico-tecnológica que serequiere no se logra sólo con tener mejores periodistas científicos ydivulgadores de la ciencia, aunque esto es necesario. Se necesita de ungran esfuerzo educativo y mediático para que la gente comprenda elpotencial benéfico de la ciencia y la tecnología, su estructura, susmodos de procedimiento y las razones por las que se puede confiar enellas, pero que también sea consciente de sus límites, de los riesgosque generan, de las formas de vigilarlas. También es necesario que,mediante los análisis de la ciencia y de la tecnología y de la forma enque hoy en día están imbricadas con intereses económicos, políticos,ideológicos y otros, pueda demostrarse que la única manera de lograrque caminen por un cauce aceptable desde un punto de vista social yético es a través de acuerdos ético-políticos que nos permitan vivir enuna sociedad más justa, equitativa y plural.

Lo invitamos a sumar su opinión a este debate.

¿Esconveniente la participación ciudadana en materia de ciencia ytecnología, o deberían dejarse las decisiones sólo a los expertos?
Después de todo, ¿no son ellos los que tienen el conocimiento pertinente?
¿Qué tipos de problemas en los que la ciencia y la tecnología juegan unpapel central requieren de una participación ciudadana en sucomprensión y solución?
¿Cómo puede lograrse dicha participación?
¿Cómo podrá lograrse una cultura científico-tecnológica que vaya de lamano de un proceso de democratización auténtica?

León Olivé es Investigador Titular “C” de tiempo completo definitivo del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM

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