La OCDE, la productividad, los nuevos investigadores y la vieja burocracia

David Barrado y Navascués

Nuevos titulares en la prensa sobre Ciencia y Tecnología. En esta ocasión, la presentación de una informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)  titulado “Políticas e instrumentos para la investigación en España: aspectos clave y recomendaciones”. Deben ser los años y la experiencia, pero estas cosas me suelen dejar algo indiferente.

Creo que mi escepticismo viene de la recurrencia del fenómeno. No es que no crea en la necesidad de hacer más y mejor Ciencia, de aplicar esos conocimientos a procesos industriales que mejoren nuestra competitividad. O que no esté de acuerdo que deberíamos abrir nuestras puertas a personal  cualificado, que sí aporta en buena medida a nuestro desarrollo como sociedad, además de ayudar a sanear el sistema. Pero es uno más de esos informes y ruedas de prensa, que parece que se están poniendo de moda. Otra declaración. En definitiva, tengo la sensación de que es otro brindis al Sol. 

No basta con compilar estadísticas, ni aumentar cifras macroeconómicas (el 1.13 % o el 1.8 % del PIB dedicado al desarrollo científico y tecnológico). Eso, después de todo, es lo fácil y no resuelve el problema. Los caudales públicos se pueden dilapidar tanto en obras públicas como en subvenciones a industrias obsoletas y contaminantes o en investigación, si no hay planificación, si no sabemos a dónde queremos ir y el camino que hemos de seguir. Si no hay control del gasto ni una evaluación real de los objetivos conseguidos. 

Y precisamente en eso estoy yo, junto a una gran mayoría de colegas, en estos momentos: en el control del gasto. Supuestamente el pasado día 30 de marzo era la fecha límite para justificar en presupuesto anual de los proyectos de investigación subvencionados por el Ministerio de Educación y Ciencia, utilizando las nuevas reglas que impone la contabilidad nacional. Aunque no es labor del investigador principal (que solo tiene que enviar una memoria científico-técnica, una explicación de las actividades realizadas), yo, como tantos otros, he puesto mi mejor voluntad para coordinar la compilación de los datos económicos. Tarea prácticamente imposible, dado que las diferentes instituciones no están acostumbradas, no disponen de los procedimientos adecuados.

Al final, el MEC ha concedido una prórroga hasta el 18 de abril, dado que, intuyo, fueron  pocas las instituciones que cumplieron con sus compromisos. Como ejemplo, yo comencé a mediados del mes de febrero y solo el 30 de marzo, después de esfuerzos dignos de los trabajos de Hércules, conseguí la información necesaria. Al final, prácticamente he tenido que perseguir a cada uno de los gastos, factura por factura. Repito que no es labor del investigador, pero es un requerimiento del MEC que si no se realiza, implica la paralización de la subvención. Y es el investigador el más interesado en que esto no ocurra. Sé que es la norma en otras instituciones. 

¡Qué diferencia con otros países, dónde la parte económica es totalmente transparente para el investigador! En EEUU disponen de personal especializado que se dedica a la gestión de los proyectos de investigación, dejando a los investigadores tiempo para hacer los que deben: investigar. Hablan de productividad. Bien, empecemos por la de los grupos de investigación. Pongamos las herramientas necesarias para que puedan realizar su tarea. Dejenme investigar. Luego, al final de cada proyecto, pidan cuenta de los resultados reales, con evaluaciones objetivas. Aquí, en España, más que ayudar, tengo en ocasiones la sensación de que la burocracia está para poner obstáculos, para que las cosas sigan igual, para impedir que se haga algo nuevo. No es una cuestión de individuos, que muchas veces ponen la mejor voluntad para resolver los problemas. Es el sistema, la organización.

¿Cómo querra un investigador extranjero venir a España, cuando compara las escalas salariales? Cuando me preguntan sobre programas tales como el «Juan de la Cierva» o el «Ramón y Cajal», tengo que poner cara de circumstancias y añadir a reglón seguido que aquí se vive muy bien, sabiendo que es una verdad a medias.Si les cuento algo sobre el funcionamiento del sistema español de I+D, el adjetivo que viene a mis labios, casi sin querer, es kafkiano. Si alguien, a pesar de todo,  quiere solicitar el uno de estos contratos, empieza un verdadero tormento burocratico. Papeles, justificantes, compulsas… A mí, cuando me contrataron como investigador postdoctoral en la universidad de Harvard, nadie me preguntó siquiera si tenía el título de doctor. Aquí, cuando el investigador es alguien extracomunitario, la misión es, verdaderamente, imposible. Al menos en mi institución, ya que el proceso llevaría más de un año. Hace poco he tenido que desistir con el caso de una investigadora de Pakistán, que actualmente está en EEUU, y que quería integrarse en mi grupo. Al final, perdemos nosotros: mi equipo y la sociedad española.

Así que, señores tecnócratas, antes de añadir una estadística más, de incrementar el gasto, de hacer una declaración a la prensa, piensen en la organización, en su simplificación. Yo, por mi parte, me conformaría con una gestión más eficaz, en todos los niveles.

 

 

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9 comentarios

  1. El problema de fondo es que aquí se entiende que el investigador es culpable y deshonesto por defecto. Y como se supone que somos delincuentes por naturaleza, el sistema tiene que amarrar todos los cabos para impedir el fraude lo que lleva a las situaciones más estúpidas que uno pueda imaginar.

    Anécdota 1: en una convocatoria regional me dijeron en el periodo de subsanación de errores que había enviado la copia del carnet de identidad sin compulsar. La medida es obvia: evitar el chorro de DNI falsos que los delincuentes universitarios iban a enviar si no se ponía la consulta obligatoria (supongo yo).

    Anécdota 2: debo devolver 100 euros de una ayuda al desplazamiento a un congreso porque no presento los billetes del viaje. No vale de nada que presente los papeles del kilometraje por haver ido en coche propio (que exceden los 100 euros) ni que tenga el certificado de asistencia (ya se sabe que todos son falsos).

  2. Perdón por las faltas de mecanografía (que no de ortografía, creedme), las prisas… Si alguien puede corregir ese verbo que hiere a los ojos…

  3. Gracias por tus comentarios, Angel.

    Lamentablemente (y afortunadamente), yo, como administrador del blog, no puedo manipular un comentario. A mi me suele pasar algo similar. Escribo mirando al teclado y no miro la pantalla por ir más deprisa. Si lo renvias correctamente, puedo borrar el original.

    En cualquier caso, justamente el otro día hablabamos en una sobremesa sobre el papel de la admistración y el ciudadano en diferentes sociedades. En Alemania, en Suiza, etc, se asume que el ciudadano es honesto. No hay torniquetes en los metros y todo el mundo paga. La administración no persigue de manera obsesiva al ciudadano, confía (porque ha sido educado así) en su responsabilidad. Esta situación se contrapone al caso italiano, francés o español… Solo es necesario fijarse en los accesos al metro de París. Casi se diría que es una fortaleza.

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