El aumento de la longevidad es un objetivo generalizado en las políticas de salud pública e incluso un objetivo de la propia población humana, pero cuando se focaliza individualmente, la mayoría de las personas solo quiere vivir una vida más larga si es saludable. Esto es lo que muestra un nuevo estudio de un equipo de gerontólogos (liderados por el Dr. Ekerdt) de la Universidad de Kansas, publicado en el Journal of Aging Studies que desarrollo entrevistas con una muestra poblacional de 90 personas de más de 61 años y de diferentes culturas y regiones (30 personas por región: Alemania, Hong Kong y los Estados Unidos). El estudio es parte de un proyecto más amplio de ámbito internacional denominado «Aging as Future» apoyado por una subvención de la Fundación Volkswagen en Alemania.

Según las conclusiones de este estudio, en términos generales los individuos encuestados son reacios a especificar su longevidad deseada por lo que, según los investigadores, es interesante ya que la longevidad es un objetivo claro de salud pública, pero a nivel individual, las vidas más largas son deseables solo si son a partir de vidas saludables.

Promover vidas más largas tiene un gran valor, especialmente para reducir la mortalidad a edades más tempranas. Sin embargo, la investigación sobre cómo las personas consideran la longevidad también cobra una gran importante porque proporciona una idea de cómo piensan las personas sobre el proceso de envejecimiento.

Los resultados de estas entrevistas refuerzan hallazgos previos que muestran cómo muchos adultos mayores, en diversas culturas, piensan sobre la vida, no cómo un pensamiento continuo desde jóvenes hasta mayores sino que se segmenta en diferentes estados. Los investigadores se refieren a cuatro «edades» o etapas de la vida, incluida la tercera edad, que es una jubilación activa donde las personas abandonan el trabajo tradicional y los roles familiares, seguidos de la cuarta edad. Esta última etapa es vista por los adultos mayores  como menos deseada, que es básicamente el período en que uno podría experimentar una discapacidad o un posible declive de la salud.

Alrededor de un tercio de los encuestados no expresó sus aspiraciones de una vida más larga. Este «cluster» mostro una tendencia a pensar que sus vidas ya habían alcanzado una etapa de finalización o como una forma de aceptación del destino. Otra agrupación mayor de encuestados mencionaron que querían extender sus vidas. Sin embargo, menos de la mitad de ese grupo notó una cantidad específica de tiempo que deseaban vivir. El cluster más amplio mostraba una tendencia más fuerte hacia expresar su deseo de vivir más tiempo solo si mantenían sus niveles de salud actuales o lo que consideraban aceptable.

Estas conclusiones podrían tener una implicación para las políticas de salud pública y los gerontólogos para añadir entre sus prioridades una focalización, no solo en la longevidad como tal, sino también en la salud o la calidad de vida que las acompaña.

Referencia: David J. Ekerdt, Catheryn S. Koss, Angel Li, Anne Münch, Stephan Lessenich, Helene H. Fung. Is longevity a value for older adults? Journal of Aging Studies, 2017; 43: 46 DOI: 10.1016/j.jaging.2017.10.002

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