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21/01/2008  
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Instituto de Química Física Rocasolano
"La química y la física española nacieron en el Rockefeller"

Enrique Lomba es director del Instituto de Química Física Rocasolano

Gracias a la donación del magnate estadounidense John D. Rockefeller, en 1932 se inauguraba en Madrid el emblemático edificio del mismo apellido, que albergaba entre sus muros el Instituto Nacional de Física y Químicas. En el marco de la II República se levantaba así un centro de investigación que situaba a España en el mapa internacional de la ciencia de élite. Por sus pasillos caminaron algunos de los físicos y químicos más importantes de la España de la época como Blas Cabrera, Juan Palacios, Enrique Moles o Miguel Catalán. Enrique Lomba, un "químico entre físicos" como él mismo se define, ha sido el último en ocupar el despacho de la dirección del Instituto.

Cristina de Pedro Martín
Enrique Lomba en su despacho

Sobre la mesa de su despacho descansa un sobre con una fotografía dentro. Alguien la tiró por error a la basura y tras un arduo trabajo de digitilización por fin llega a sus manos. Enrique Lomba me enseña orgulloso una fotografía de las famosas conferencias de Física del Instituto Internacional de Física Solvay. En ella puedo apreciar en el centro de la foto a Blas Cabrera, el que fuera el primer director del centro, codeándose con lo grande de lo grande: Marie Curie, la descubridora del polonio y el radio, su hija Irène Joliot-Curie, también Premio Nobel de Química, junto con Bohr, Schrödinger, Pauli, Dirac, los padres fundadores de la Mecánica Cuántica que revolucionaron la física en el siglo XX.

“La química y la física española nacieron aquí, en el Rockefeller”, asegura Enrique Lomba. “La gente que trabajó entre estas paredes en los años treinta fueron los primeros físicos y químicos españoles que pudieron sentarse en la misma mesa con Premios Nobel”.

A principios de 2006, Enrique Lomba desembarcaba en la dirección del Instituto de Química Física Rocasolano del CSIC, situado en el edificio Rockefeller. De trayectoria intachable, este químico de formación fue seducido ya de joven por la interrelación entre el mundo microscópico y lo que pueden percibir nuestros sentidos. Sorprendido por cómo las propiedades de los átomos se traducían mediante fórmulas matemáticas en magnitudes tan corrientes como la presión o la temperatura, se embarcó en un proceso con final aún sin desvelar.

Debido a su pasión por la naturaleza apunto estuvo de decidirse por la ecología, la etología o la ornitología. De vez en cuando cambia el ordenador por su cámara fotográfica para retratar su pasión por las aves, que le hizo madrugar más de una vez antes de que llegara su descendencia, y el senderismo en las montañas de Galicia, su tierra.

Cuando aceptó el cargo de director se comprometió a llevar a cabo un plan estratégico de remodelación del centro, en el marco del proceso de cambio en el que está inmerso el propio CSIC en estos momentos, y que va afectar a la propia manera de funcionar de los Institutos de investigación y de la institución en su conjunto. “El año pasado establecimos unos objetivos que fueron aprobados por el CSIC, que a su vez nos ha proporcionado la financiación para llevarlos a cabo”. Es una de las cosas que ha cambiado. Cuando lo habitual es que cada investigador busque su propia financiación, el Instituto Rocasolano se plantea ahora funcionar como un verdadero bloque en este sentido. “Estamos a la mitad del desarrollo de nuestro Plan Estratégico. Pronto llegará el momento de rendir cuentas, de ver qué resultados hemos tenido”, asegura Enrique Lomba.

75 años para la Química Física

La investigación hoy en el Rockefeller se agrupa en torno a tres grandes campos: procesos físicos y químicos en moléculas y medios condensados, química física de sistemas de interés biológico y química física aplicada a problemas prácticos de la sociedad. Enrique Lomba asegura que “al principio la actividad del instituto era pura química física, pero hoy en día hay mucho interés por todo lo “bio”.

Como uno de los últimos avances de los grupos de investigación del Rockefeller, Lomba quiso destacar la determinación de la estructura y la función de las proteínas. “Lo importante de esto es que cuando se determinan las relaciones entre la estructura y la función de las proteínas, es posible diseñar medicamentos a partir de información molecular.”

Además de la dirección del Instituto de Química Física Rocasolano, la labor investigadora de Enrique Lomba sigue su particular camino. Ahora está inmerso en un proyecto, en colaboración con otros investigadores del CSIC y de la Universidad Complutense, para desarrollar materiales carbonosos con alto grado de porosidad. El objetivo último de dicho proyecto es lograr un sistema eficiente de almacenamiento de hidrógeno.

Aunque con este proyecto entre manos, Enrique Lomba echa de menos el laboratorio. Ser director del Instituto Rocasolano no entra en sus planes de futuro. Si sumamos los ocho años anteriores como vicedirector del centro con los dos que lleva como director y los otros dos que le faltan, nos encontramos con un Enrique nostálgico de la investigación. “A medio plazo no me veo como director del Rocasolano ni de ningún otro centro, lo que realmente me gusta es investigar. La carrera de gestión va en detrimento de la investigación”, confiesa el químico.

Más investigadores

Enrique Lomba se muestra satisfecho con la situación española en el campo de la química física. Asegura que no hay mucho que envidiar a Europa o a Estados Unidos y que los medios con los que cuentan hoy en día son más que aceptables, si bien es cierto que un mayor número de investigadores ayudaría a potenciar la labor investigadora tanto del centro como del campo en general. Quizás esto podría solucionar uno de los problemas de la vida científica en España y en otros países. Lomba se refería a la presión de la publicación. “Si uno decide que va a estudiar algo completamente nuevo durante dos años y comprueba que no puede publicar nada concluyente pasado ese periodo de tiempo, está perdido”, asegura Lomba.

2007 conmemora las bodas de platino del Edificio Rockefeller, en la actualidad sede del Instituto de Física Química Rocasolano (CSIC), un referente en la historia de la investigación española gracias a los 75 años al servicio de la ciencia en nuestro país. “Allí radicaba uno de los núcleos de tipo intelectual y moral de más categoría que ha tenido España”. Son palabras de Bernardo Giner de los Ríos, arquitecto y ministro de la II República.


El edificio Rockefeller, sede del Instituto Nacional de Física y Química, en 1932. CSIC

Espectrómetro de resonancia magnética nuclear

Laboratorio de Biología Molecular
 

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