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19/05/2008  
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Departamento de Prehistoria y Arqueología
"La arqueología es un método de trabajo, otro tipo de registro, que nos ayuda a reconstruir la historia"

Jorge López Quiroga es profesor de Arqueología en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid

Lleva 18 años al servicio de la arqueología, prestando especial interés al periodo a caballo entre el mundo romano y el medieval. Su lugar favorito para la excavación: su Galicia natal.

Cristina de Pedro Martín
Jorge López Quiroga

Jorge López nos recibe en su despacho de la Universidad Autónoma. Detrás de nosotros se cierra la puerta e Indiana Jones colgado de ella nos observa durante toda la entrevista. Fue la primera señal y la pregunta era obligada. ¿Todos tus alumnos quieren ser como el Doctor Jones o realmente se ve un interés latente en ellos? Jorge nos confiesa que sí. “En las asignaturas que imparto de primer ciclo siempre me encuentro con gente que tiene una idea de la arqueología algo idílica. Creen que irán a Egipto, Petra o lugares así. Se tiene una imagen algo fantasiosa”. Jorge nos cuenta que al final de la visita obligada al Museo Arqueológico, los guías les intentan explicar lo que es y lo que no es arqueología. Y siempre usan la foto de Indiana Jones para ilustrar lo que no es la esencia de este método. “Mi trabajo aquí es enseñarlas que la arqueología es un método de trabajo, otro tipo de registro, que son los aspectos materiales, y que nos ayuda a reconstruir la historia”, sentencia el arqueólogo.

Ha nacido la arqueología industrial y contemporánea. Las grandes excavaciones nos dan pie a pensar que ya está todo descubierto. Nada más lejos de la realidad y más cerca de nosotros: fábricas del siglo XVIII en San Fernando de Henares y en Brihuega de Lozoya o las trincheras de la guerra civil en el cerro de La Gavia. “Las novedades son continuas, pero llega a menos a la gente porque no sale en los medios de comunicación generalistas”, nos cuenta. Y este será, según el investigador, el reto de la arqueología en los próximos años: la difusión. “La gente tiene que entender el trabajo que se deriva de la arqueología. Las nuevas tecnologías ayudarán a hacer llegar la puesta en valor del patrimonio a la gente. Tenemos que ser capaces de crear un lenguaje específico para que todo el mundo lo entienda, porque la excavación no es de quien excava, sino patrimonio público”, reivindica el doctor López.

"De la domus tancinus a la domus ecclesiae conimbrigensis: el área de la basílica paleocristiana de Conimbriga".
Hace unos años, Jorge López consiguió, gracias a la amistad de una profesora de la Universidad de Conimbriga, la posibilidad de excavar para perfilar mejor un edificio, la basílica paleocristiana de la ciudad lusa. Había que tener en cuenta que era una excavación que ya fue realizada hace tiempo, y que ahora había que retomar el trabajo de otros con una metodología diferente. El arqueólogo nos adelanta una de las conclusiones de la excavación. “Coimbra es una ciudad de fundación romana, y lo que se pensaba hasta ahora es que las incursiones bárbaras destruyeron la ciudad y ésta fue abandonada. Pero estamos comprobando que después de la ocupación romana, la ciudad siguió viva. Es decir, hay 1000 años más de vida que por enfoques y metodologías diferentes se consideró que no existían”.

Nuevo modelo de registro, gestión, difusión y valor del patrimonio.
El arqueólogo dirige un proyecto de la Comunidad de Madrid que ha conseguido romper una dinámica de trabajo anclada en las prácticas habituales de nuestro país y que no dejaba avanzar la investigación. El éxito del programa está asegurado al haber introducido métodos y mecanismos tan europeos, no tan carpetovetónicos como a los que estábamos habituados. El proyecto pretende consolidar redes o grupos de investigación que estén afincados en la Comunidad de Madrid, pero cuya vocación es más grande. Introduce un modelo de evaluación y de gestión de los proyectos más europeo. “Nuestro trabajo fue el único aprobado dentro del ámbito de la arqueología, y versa sobre el registro, automatización y gestión del patrimonio arqueológico y documental de la región, pero tratando de plantear un modelo de registro, gestión, difusión y valor del patrimonio a escala de la Comunidad pero que tenga un impacto a nivel nacional e internacional”, asegura el investigador.

Dentro del proyecto del profesor y su equipo, está prevista la configuración de un instituto, el Impad, que permitirá canalizar todo el trabajo. Están especialmente interesados en crear un modelo de actuación en las urgencias (las excavaciones que se realizan por las obras). Recordemos el seguimiento arqueológico que se hizo en las obras de la M-30, la ampliación de Barajas, o en cualquier nueva urbanización que se levanta. Se trata de crear un protocolo de actuación para que toda la documentación que se recopila sirva al final a los arqueólogos.

Otra línea muy importante que quiso destacar el investigador son las nuevas tecnologías. “Estamos trabajando con escáner láser, es decir con métodos que no sólo crean documentos muy interesantes a la hora de difundir el patrimonio (vídeos) sino que también nos valen como métodos de registro”. Otra novedad del proyecto es la colaboración con las empresas,. Jorge se muestra especialmente motivado en este punto, ya que cree que existe mucho recelo al trabajo que se desarrolla en las compañías, pero que tiene la ventaja de que trabajan todo el año y cuentan con gente formada en la universidad. “Ese ritmo de la empresa no lo puede llevar la universidad y, en vez de buscar la forma de colaborar para que ese trabajo redunde en beneficio de la sociedad, lo que hace es cerrarse, criticar y excluir. Y este es un problema muy importante. Por eso hemos querido dar un papel destacado a las empresas”

Pero la rivalidad con las empresas no es el único problema. La financiación es la traba principal en la arqueología, a excepción de las grandes misiones como las egipcias, cuyos gastos son asumidos por fundaciones de bancos o grandes empresas. “Nosotros trabajamos con cantidades que si te lo digo te vas a reir”, dice Jorge. Y me reí. “Dos o tres mil euros por excavación, y con ese dinero tienes que pagar absolutamente todo, hasta la financiación a los estudiantes”. Esto no ocurre cuando se trata de urgencias, como las obras de la M-30, donde se invirtieron millones de euros, sólo con los proyectos que salen de la universidad. “La financiación es muy difícil de encontrar porque hay mucha competencia, y cuando la encuentras es siempre escasa”.

No acaban aquí los problemas. No son solo económicos sino que hay una serie de variables que hacen casi imposible obtener un proyecto continuado en el tiempo. “Sólo podemos excavar en un periodo concreto del año, cuando no hay clases, y durante una etapa corta, porque se nos acaba el dinero”, se queja el investigador. La arqueología es un mundo donde existe mucha competencia y no precisamente sana. El método de la gente que suele conseguir los proyectos, catedráticos que llevan en esto más de 25 años, no tiene nada con el que postula el arqueólogo. “Los universitarios salen muchísimo mejor preparados que antes, la competencia es mayor y el sistema de selección es brutal, por eso el sistema de investigación es bastante deficitario”. De hecho, el propio arqueólogo tuvo que marcharse al extranjero para terminar de formarse. Pasó por la Universidad de París y realizó estancias de investigación en diferentes universidades y centros de investigación europeos, fue investigador contratado en la Universidad de París IV, becario DAAD y de la fundación Alexander von Humboldt, miembro Libre de la Casa de Velázquez, profesor ayudante en la Universidad de La Rochelle y contratado de reincorporación en la Universidad de Alcalá. Desde el 2002, Jorge López es investigador contratado Ramón y Cajal y profesor de Arqueología en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid.


" La excavación no es de quien excava, sino patrimonio público"
"La financiación es muy difícil de encontrar porque hay mucha competencia, y cuando la encuentras es siempre escasa"
 

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