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21/02/2006  
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IMIDRA (Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario)
No es lo mismo agricultura ecológica que agricultura tradicional

Jesús Ortuño Sánchez es doctor en biología y se ha especializado en los ecosistemas acuáticos y en el estudio de la contaminación de las aguas. Desde finales de 2004 trabaja para el IMIDRA, donde ha realizado un proyecto en el que analiza comparativamente la calidad de las aguas empleadas en un cultivo convencional y otro ecológico

El trabajo de este investigador del IMIDRA se centra fundamentalmente en el estudio de la contaminación de las aguas. Con su último proyecto ha intentado desterrar la idea errónea que tiene la sociedad sobre la agricultura ecológica, que en algunos casos puede ser más insana que la convencional. No se trata de volver a la agricultura tradicional, sino de hacerlo incorporándole los avances y controles modernos, para que los productos obtenidos sean de verdad más sanos y menos contaminados.

Isabel Gayol Menéndez
Jesús Ortuño y Ana Velasco


Jesús Ortuño Sánchez trabaja en la actualidad en uno de los centros que el IMIDRA posee en la Comunidad de Madrid y que está ubicado en un terreno de 500 hectáreas conocido como la finca "El Encín". El IMIDRA tiene también otro centro en Aranjuez, la finca de la chimenea, donde se trabaja con cultivos propios de la zona de las vegas de Aranjuez como la fresa, el fresón, el orégano o el maíz. Estos centros pertenecen a la red INIA (Instituto Nacional de Investigación Agroalimentaria), que ha sido transferido a las comunidades autónomas y en el caso de Madrid están inscritos en la consejería de economía e innovación de la Comunidad de Madrid.

El centro de la finca El Encín está especializado en enología o investigación de vinos y destaca por contar con el Museo Ampelográfico, considerado el tercero mejor de Europa en diversidad de cepas, que luego se utilizan para la investigación científica. Además, dentro de la finca se realiza cultivo de vid, tanto para la experimentación con cepas como para la producción, de hecho, se obtiene un vino propio de la finca denominado encinero.

Aparte de la importancia de El Encín en cuanto a investigación se refiere, la finca destaca por su riqueza medioambiental ya que por ella discurre el río Henares. El soto del río Henares es un espacio protegido de la Comunidad de Madrid, que cuenta con unos cantiles de arenisca de gran importancia ecológica y un bosque de ribera relativamente bien conservado dada su cercanía a la capital.

La agricultura ecológica sirve de poco sino se controlan los diferentes parámetros que influyen en los cultivos.

Proyectos

El proyecto de investigación en el que Jesús Ortuño ha estado trabajando durante el pasado año se centra en estudiar las relaciones entre la actividad agraria y la calidad de las aguas, concretamente en el término municipal de Aranjuez. El proyecto consistía en analizar la calidad de las aguas de riego que se utilizan en diferentes parcelas de la comarca de las vegas de Aranjuez. Por un lado, estudió los cultivos de una parcela de agricultura ecológica, aquella en la que no se utilizan fertilizantes ni abonos químicos, y por otro, cultivos de agricultura convencional, para luego realizar un estudio comparativo. Las parcelas ecológicas estudiadas eran regadas con agua del río Tajo, mientras que las de agricultura convencional se regaban con agua procedente de pozos del subsuelo, ya que así el suministro es más regular y no depende del caudal que lleve el río. La parcela convencional era de un agricultor particular que cultivaba la fresa y la parcela ecológica pertenecía a la finca La Chimenea, otro centro del IMIDRA en Aranjuez.

"Realicé una serie de análisis físico-químicos y detecté cantidades un poco altas de arsénico, detergentes y pesticidas en las aguas del Tajo, con las que se regaban las parcelas de agricultura ecológica. La paradójica conclusión es que el agua del pozo resultaba más sana que el agua del río Tajo, por lo que la agricultura convencional no presentaba niveles de arsénico tan elevados como los encontrados en los cultivos ecológicos regados con agua de río. La agricultura ecológica sirve de poco sino se controlan los diferentes parámetros que influyen en los cultivos", explica Jesús Ortuño. "Hay que entender que en la agricultura ecológica no basta con no echar nada a los cultivos, sino que hay que controlar más todas las partes del proceso que incidan en la calidad del cultivo, esa es la auténtica definición".

Según Ortuño, "el concepto difundido entre la sociedad es que el cultivo ecológico es como el cultivo tradicional, es decir, no hacer nada, no echarle fertilizantes ni abonos y dejarlo estar. Ese no es el concepto, sino al contrario. Posiblemente la agricultura ecológica sea más difícil de llevar a cabo que la convencional precisamente porque hay que realizar más controles. Hay que evitar que los cultivos sean afectados por otros cultivos cercanos, etc. En el caso del pesticida químico que encontré en el cultivo ecológico de fresas, se trataba de un elemento utilizado en los cultivos de maíz, pero afecta a las fresas porque lo tiene alrededor y le llega a través del aire por las fumigaciones. Hay que controlar la calidad de las aguas con las que riegas porque de nada sirve hacer agricultura ecológica y no echar pesticidas si el agua con que riegas está contaminada. El agua del pozo es agua del subsuelo filtrada, por lo que es posible que tenga menos contaminantes que el agua del río".

Los agricultores de cultivo ecológico utilizan el agua del río porque no es una agricultura tan intensiva como la otra. La agricultura convencional es más industrial y organizada, por lo que exige utilizar un sistema ordenado de riego, que suele ser un riego por goteo, para lo que se necesita un caudal estable, como el procedente del agua de los pozos. La agricultura ecológica, sin embargo, aprovecha los canales tradicionales de riego.

Hay que controlar la calidad de las aguas con las que riegas porque de nada sirve hacer agricultura ecológica y no echar pesticidas si el agua con que riegas está contaminada.

Hay que entender que la agricultura ecológica no es agricultura tradicional, sino que es agricultura controlada para que no aparezcan productos tóxicos, químicos, transgénicos o que puedan afectar a la salud humana. Puede ser agricultura tradicional, pero es algo más. Se trataría de volver a la agricultura tradicional pero aprovechando los adelantos actuales para conseguir un avance real, que resulte más sano. "Tenemos que entender que desde la industrialización vivimos en un medioambiente contaminado, por lo que se hace necesario que exista un control. El problema es que este mensaje no llega a la sociedad. Se cae en pensar en una vuelta a lo tradicional como algo utópico y romántico, pero no es así. A veces la modernidad ha traído avances reales con respecto a lo tradicional, de hecho cepas o cruces nuevos que han mejorado los anteriores. En el fondo se trata de controlar que lo que consumamos y cómo lo hagamos sea de mejor calidad que la agricultura tradicional, incluso que la convencional", matiza el investigador.

En el proyecto llevado a cabo por Jesús Ortuño Sánchez se analizaron las relaciones existentes entre la agricultura y la calidad de las aguas. Se trata de una relación bidireccional. La calidad del agua incide en la agricultura y viceversa. Lo primero tendría un impacto económico en la agricultura, por la salubridad de los alimentos y lo segundo supondría un impacto medioambiental por la manera en que la agricultura condiciona la calidad de las aguas.

Jesús Ortuño tiene un segundo proyecto solicitado al INIA en colaboración con otro investigador, la socióloga Ana Velasco, relacionado con las ayudas que la UE adjudica a los agricultores. Hasta ahora las ayudas que proporcionaba la UE se basaban en los niveles de producción agrícola por lo que la potenciaban, pero a partir de 2006 estos criterios han cambiado y se tienen más en cuenta los criterios medioambientales, es decir, no se va a dar dinero a quien más produzca, sino al que produzca con respeto al medioambiente y atendiendo a la buena calidad del alimento. Se va a potenciar la calidad y el respeto al medioambiente.

El segundo proyecto de Ortuño se titula: "Efecto de la política agroambiental sobre el medio natural y el entorno social: estudio de caso en dos sistemas agrarios diferentes", donde se estudiarían un caso en la sierra norte de Madrid, fundamentalmente ganadera y otro en la zona de las vegas de Aranjuez. Jesús Ortuño, como doctor en biología, se encargaría de la parte medioambiental, mientras que Ana Velasco, doctora en sociología, estudiaría el entorno social. "En este proyecto se analizarían si las ayudas agroambientales que la UE va a dar a los agricultores de la Comunidad de Madrid se van a ver reflejadas en una mejora medioambiental real del entorno donde trabajan y de la producción obtenida".

Desde la industrialización vivimos en un medioambiente contaminado, por lo que se hace necesario que exista un control.

Ana Velasco, por su parte, se encargaría de comprobar cómo van a afectar esas ayudas al entorno social y económico de los agricultores. Si renunciar a utilizar unos fertilizantes determinados les compensa económicamente o no, si tienen información para acceder a esas ayudas, etc. Pretenden estudiar cómo se están adaptando los agricultores a la política agroalimentaria de desarrollo rural, ver el tipo de compromisos que se tienen que asumir y si les favorecen o les perjudican. Desde 2006 la UE obliga a cumplir una serie de condicionantes para que los agricultores puedan optar a estas ayudas, y estudiamos si están preparados, si están de acuerdo o no y cuáles son los principales obstáculos que se encuentran para cumplir dicha normativa. Este proyecto se ha solicitado al INIA y está aún en trámite.
 

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