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17/10/2006  
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Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
“España es el país con mayor materia prima para la arqueología en Europa”

Martín Almagro Gorbea es Anticuario Perpetuo de la Real Academia de la Historia y Catedrático de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid

El anticuario es, en su acepción más antigua, la persona que hace profesión o estudio particular del conocimiento de las cosas antiguas, y a esa acepción corresponde desde el siglo XVIII la figura del Anticuario en la Real Academia de la Historia. Su labor es por tanto estudiar y también custodiar los fondos que está institución posee desde que obtuvo el patrocinio regio de Felipe V, en 1738. En el caso de Martín Almagro su tarea está relacionada con su Gabinete de Antigüedades.

Santiago Sánchez Martín
Martín Almagro Gorbea

El profesor Martín Almagro lleva prácticamente diez años en este cargo, al que preceden más de treinta años de experiencia en todo lo relacionado con la Prehistoria, ya sea en la labor académica, la investigadora, la museística o la gestora. Ahora su labor fundamental como investigador la desarrolla en el Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia, en la que están cerrando una etapa fundamental para la conexión entre la institución y la sociedad en general, y los historiadores en particular. Esta etapa se refiere a la publicación de todos los fondos que atesora este Gabinete, desde su creación en el siglo XVIII. Ha supuesto el trabajo de casi una década de estudiar, describir y publicar todos los objetos de las colecciones, que finalizará en el día en que todo cuanto atesora la Academia esté a disposición de todos en publicaciones adecuadas, objetivo ya casi alcanzado, y puesto, además, en la red virtual, para que se convierta en la primera colección de España que se puede visitar y estudiar de ese modo. Este último paso se ha planteado y ya iniciado con la colaboración con la Biblioteca Virtual Cervantes, que trabaja con la Fundación del Banco Santander y la Universidad de Alicante. También se puede acceder a través del portal de la Academia, “pero ellos nos hacen un valioso trabajo que permite no duplicar esfuerzos”, nos dice.

Uno de los grandes beneficios de esta labor es que “ya no hay que venir a la Academia para investigar, está todo expuesto en Internet. Y esto responde a una enorme labor de publicación, pues lo hemos hecho también en papel para que esté en las bibliotecas, y así facilitar todo tipo de uso. Además, todavía no hay plena seguridad de que un CD o una base de datos sean eternos”. Este material está compuesto por todas las antigüedades, entre las que destacan el disco de Teodosio y el altar relicario del Monasterio de Piedra, además de una extensa colección de monedas. “En este momento hemos publicado prácticamente toda la Epigrafía, Ya está a punto de salir el Catálogo de la Epigrafía Árabe y el de Cristiana Medieval y Moderna y ya están publicados los de Epigrafía Prerromana, Romana y Hebrea, lo que es un ejemplo extraordinario para una colección española. Del resto de las antigüedades, las españolas están todas publicadas, desde la prehistoria, las romanas prácticamente, las medievales y las modernas y contemporáneas. También tenemos terminando el catálogo de las monedas españolas, aunque aún están en prensa las modernas y contemporáneas. En este mes, acaba de publicarse el Catálogo de Monedas Griegas y el Catálogo de Monedas Bizantinas, que ha prologado la Reina de España, Dña. Sofía, pues nunca en nuestro país se habían publicado colecciones de este tipo. Y también hemos publicado ya las monedas de Roma republicanas y tenemos en este momento en prensa dos tomos de las imperiales romanas. En este sentido, creo que somos la única institución en España y de las pocas en Europa que va a tener su catálogo publicado por completo, después del estudio de cada una de las piezas”.

Publicar para valorar y difundir.

Pero Martín Almagro quiere destacar la calidad académica del trabajo, más que su indudable magnitud, y también la forma en la que ha sido llevada a cabo, puesto que es destacable la reunión de especialistas que han trabajado de forma altruista en el proyecto. Unas ciento cincuenta personas han dedicado sus esfuerzos y conocimientos para esta empresa que ha durado diez años, que el profesor valora como fundamental porque “publicar todos los catálogos no es algo puramente rutinario, ya que si no se sabe lo que se tiene, mal se puede valorar y difundir. Además del prestigio que supone para la institución, se conocen mejor sus fondos, están más presentes en exposiciones, e, incluso, se reciben más donaciones.”
En este sentido, las donaciones son unas de las principales vías para aumentar los fondos de la Real Academia de la Historia, institución que el profesor califica como “una especie de ONG de la Historia”, pues “no es una institución oficial, ni tampoco particular, sino que tiene una consideración muy especial, pues, teóricamente, fue una reunión de estudiosos que obtuvo el patrocinio regio para tener libertad de acción”. Esa filosofía la mantiene hoy, y para Martín Almagro es enormemente eficaz, por lo que hay que perpetuarla y mostrarla como ejemplo de trabajo y gestión. “Todo esto lo hace la Academia con unos presupuestos mínimos, muy inferiores a los de instituciones similares, gracias sobre todo a la valiosísima aportación de los que colaboran altruistamente con la institución, hecho que hay que resaltar, puesto que la investigación habitualmente quien mejor la hace es aquél que tiene vocación, capacidad intelectual y, sobre todo, entrega”.

Presupuestos, gestión y creación de cultura.

Como en casi todas las instituciones dedicadas a la investigación, se reclama una mayor ayuda económica. En el Gabinete de Antigüedades, que dirige el profesor Almagro, muestran un toque de indignación “tengo que denunciar, y lo digo así, que después del trabajo que hemos hecho, habíamos pedido a la ANECA para el próximo trienio una partida de unos 250.000 euros, y nos han asignado el 1,25%, es decir, 3.570 euros. No conozco ninguna academia europea que para tres años le den está cantidad, y menos aún publicando las 85 monografías que hemos publicado, muchas de ellas ya agotadas, que demuestran nuestra eficacia.” Una buena forma de valorar la calidad de las investigaciones y asignar los presupuestos consecuentemente es, en opinión de Martín Almagro, el análisis de impacto de una investigación, lo cual supone conocer la repercusión académica y social del trabajo por el número de citas en otros trabajos, por la petición de colaboraciones, etc. En este sentido, Martín Almagro es muy crítico con la forma en que se gestiona la investigación prehistórica en España “Si hay que pedir dinero como si se jugara a la Lotería, así no se puede levantar un centro y desclasamos nuestras academias y nuestras instituciones respecto a las europeas, como ha ocurrido desde el siglo XIX. Si a eso sumamos las diecisiete o dieciocho leyes de arqueología paralelas que hoy tenemos en la España autonómica y la excesiva burocratización de la investigación, el panorama resulta bastante complicado”

El Anticuario de la RAH ha sido además director del Museo de Ibiza y del Museo Arqueológico Nacional el año 1998-1999, con lo que es experto en gestión del Patrimonio. Por eso, sostiene que la clave de la gestión está en la rentabilidad, lo cual no se traduce en que la cultura tenga que “producir” directamente dinero. Pone como ejemplo el yacimiento arqueológico romano de Segobriga, cuya demostrada rentabilidad es crear cultura y desarrollar una comarca. “Un museo no tiene que producir dinero, otras cosa es que no se cuiden las inversiones, pero no es un centro de producción de dinero, es un centro de producción de cultura, aunque también es cierto que la pobreza va siempre asociada a la incultura. También hay que saber que los museos tienen unos costes muy grandes, porque deben cuidar un patrimonio que si no se perdería. Por ejemplo, el Museo Arqueológico Nacional tiene más de un millón de piezas, que no todas se pueden exponer, pero que igualmente hay que cuidar. España tendrá 5.000 villas romanas, evidentemente no se pueden musealizar las cinco mil, pero sí que hay que impedir que se pierdan, y eso es la verdadera gestión del patrimonio.”

Martín Almagro también ha sido Secretario del Instituto Español de Prehistoria (CSIC), Director de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, director de muchas excavaciones y Catedrático de Prehistoria en la Universidad de Valencia, y hoy en la Complutense de Madrid, por lo que es especialmente valioso su diagnóstico en cuanto a las relaciones de las instituciones que en España han de crear conocimiento y cultura: “Investigación, gestión, museos y universidad son aspectos de la misma cuestión, la universidad no puede ser docencia sin investigación, sino que tienen que crear saber para después transmitirlo… y sería muy importante una mayor interconexión, absolutamente necesaria. En cambio, la endogamia creciente y el encasillamiento va contra del avance de la ciencia. No es de recibo que las universidades españolas sean las que menos profesores extranjeros tienen, cuando están aumentando en toda Europa. Es como si en una liga de fútbol sólo ganasen los de casa; eso es lo que pasa en la universidad y supone que estemos perdiendo el tren del siglo XXI, como hemos perdido otros trenes en los siglos pasados.”



España, un país de referencia en arqueología.

Sobre su profesión nos dice que, cuando se habla del arqueólogo “enseguida piensan en Indiana Jones y en esos grandes descubrimientos. No cabe duda de que hacer un descubrimiento es apasionante, pero el verdadero arqueólogo encuentra el verdadero descubrimiento en aprender lo que no sabe y que es útil para nuestro conocimiento de nosotros mismos. La arqueología es una reflexión del hombre a través de su pasado, es nuestra memoria colectiva, además con una objetividad que es imposible tener, por ejemplo, en la historia contemporánea. También supone que no tenemos tantos detalles, pero esa visión que se logra del hombre es universal y sirve para cualquier persona y pueblo. Por ejemplo, con una buena formación arqueológica no puede haber nacionalismos de vía estrecha. Es en este aspecto en el que la Historia es maestra de la vida.”

De su profesión, de su labor en una institución como la Real Academia de Historia y de que España sea su lugar de nacimiento además de estudio, se extrae una consecuencia casi privilegiada para su labor investigadora: “España es, probablemente, el país de Europa mejor dotado para la arqueología; dada su riqueza en culturas prehistóricas y del mundo clásico, además del mundo árabe y de nuestro mundo colonial, que nos vinculan a tantos millones de personas que viven esas culturas. La multiplicidad cultural brinda una buena preparación para este mundo global, por lo que creo que se debería potenciar la arqueología hacia los mundos con los que tenemos lazos incuestionables, como el Mediterráneo, el mundo árabe, la América Latina o Filipinas”, afirma.

El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia cuenta con subvenciones de los Ministerios de Educación y Cultura, de la Comunidad de Madrid y también con apoyos puntuales de muy diversas instituciones y de protectores privados. Desde que, en 1735, el rey Felipe V protegiera y por tanto permitiera las reuniones de unos ilustrados amantes de la Historia, hasta hoy, han pasado casi tres siglos. Por ello, tras la Real Academia Española, es la academia más antigua. En esos años, el Gabinete de la Real Academia de la Historia ha desarrollado sus colecciones fundamentalmente en cuatro direcciones: la colección de antigüedades; el monetario; la colección de pintura, con algunos Goyas y otros cuadros espléndidos, y una muy rica documentación sobre historia de la arqueología y del patrimonio histórico español. Ahora, en pleno siglo XXI y casi concluido el proyecto de sacar a luz sus tesoros, el profesor nos resume así la tarea: “Conocemos mejor el disco de Teodosio, la gran colección de epigrafía prerromana, hemos recuperado la memoria de todos los que han donado objetos a la academia, porque el noventa por ciento de la colección son donaciones privadas…, donaciones que ya forman parte de la historia de la pieza, por lo que las piezas se conservan y exponen con el nombre de su donante, no sólo por gratitud, sino por objetividad. Esto mueve a la sociedad. Por ejemplo, recientemente, una persona, muy culta y delicada, me comentó que las monedas de su colección eran de más calidad que las de la Academia, lo que era totalmente cierto. Pero mi sorpresa fue cuando me donó una serie de magníficos ejemplares para mejorarla; la Academia agradece profundamente esas donaciones, pero no sólo por su valor, sino como muestra de su arraigo en nuestra sociedad. Eso es lo que explica que la colección se haya formado a base de donaciones y que éstas forman parte de la historia de la institución. Este es un ejemplo más de cómo la Academia cumple la función para la que se creó, que no es otra que la de hacer Historia no para recoger datos anecdóticos, sino para crear una conciencia objetiva de nosotros mismos, imprescindible para saber lo que somos y así poder proyectar nuestro futuro. Esa labor de profundo sentido social es la que ha tenido siempre esta institución y lo que hace suponer que sea una institución con gran potencialidad de futuro.”
 

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