El brote de los brotes: un mal ejemplo de cobertura mediática y de crisis alimentaria

Un año después, el brote alemán de Escherichia coli sigue siendo un ejemplo de lo que no se debe hacer en una crisis alimentaria. Entre otras cosas, se le puso a toda prisa un nombre inadecuado y dañino: la “crisis del pepino español”. No obstante, también tiene sus consecuencias positivas: un nuevo proyecto financiado por la UE para hacer frente a amenazas epidémicas, y un nuevo enfoque de la seguridad alimentaria global.

Las autoridades sanitarias alemanas alertaron de inmediato; poco después, los organismos sanitarios internacionales se hicieron eco. ¿Qué alimentos y qué patógeno se asociaban al brote? Tanto las autoridades alemanas, como los medios de comunicación querían dar una respuesta rápida. ¿Cómo informar rápida y correctamente? Difícil elección. Optaron por la rapidez antes que el rigor. Pero fallaron. Escherichia coli enteroagregativa y enterohemorrágica O104:H4 causó 46 muertos y 4.000 afectados. El mayor brote de origen alimentario en Europa.  Trudy Wassennaar, directora de Microbiología Molecular y Asesoría Genómica en Alemania, explicó las peculiaridades atípicas del brote: se produjo en adultos, los infectados desarrollaron una complicación grave denominada Síndrome Urémico Hemolítico, el patógeno presentaba multirresistencia, y el origen de la infección estuvo en el consumo de semillas de fenogreco (Frigonella foenum-graecum). Estos cuatro factores no corresponden a lo habitual en otros brotes por el mismo patógeno.

Con independencia de las repercusiones clínicas, el origen último del brote constituye un enigma: ¿cómo llegó la bacteria a las semillas? La hipótesis más sólida apunta al riego con aguas residuales de origen humano contaminadas con el E. coli causante del brote. No obstante: ¿por qué no ha habido casos en Egipto? Y si aún no se conoce este dato, ¿cómo pudo señalarse entonces tan rápida e infundadamente a los pepinos españoles?  Hubo graves consecuencias para el sector hortofrutícola, y puso de manifiesto la pésima gestión llevada a cabo por las autoridades competentes y los medios de comunicación, todos ellos a la búsqueda urgente pero perversa de justificaciones y titulares, respectivamente. Demasiados interrogantes.

Como consecuencia positiva, el pasado otoño se inició el proyecto ANTIGONE (ANTIcipating the Global Onset of Novel Epidemics) para investigar patógenos zoonóticos, entre ellos Escherichia coli, financiado por la UE y en el que participa el Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET) de la UCM. El objetivo general es identificar los factores clave que caracterizan a los agentes patógenos zoonóticos con tendencia a cruzar la barrera de especie y son capaces incluso de obtener transmisibilidad eficiente entre los seres humanos. En conjunto, los resultados de este proyecto serán mejorar nuestra capacidad de modelar y predecir futuro brotes de origen zoonótico, y desarrollar medidas preventivas efectivas y oportunas.

Por último, además del abordaje científico, se hace imprescindible una aproximación normativa en la prevención de nuevos brotes como este. El largo camino hacia la seguridad alimentaria global se basa en un hecho innegable: la deslocalización de la cadena alimentaria en un mundo globalizado. Esta nueva forma de concebir la producción tiene consecuencias muy graves, ya que genera dependencias estratégicas de consecuencias impredecibles en casos de emergencia, empobrece al país que las sufre al generar el abandono del campo, y su seguridad alimentaria queda menguada porque convierte los productos que estaban sujetos a control desde su origen, en otros que no lo están en la misma medida, como sucedió en el brote alemán.


Rosae Martín Peña y Víctor Briones Dieste

Servicio de Informática y Comunicación
Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET)
Universidad Complutense de Madrid

 

Compartir:

Un comentario

Deja un comentario