Vivir sin CO2 (y sin soitu.es)

Soitu.es, uno de los portales españoles de información en Internet con más reconocimiento nacional e internacional, fue clausurado el pasado mes de octubre por problemas económicos. Su perspectiva independiente e innovadora no encontró hueco en un mercado un tanto turbulento, cuya situación se agravó por la crisis financiera. Entre sus secciones, imprescindible la de medio ambiente, que tiene un enfoque muy interesante sobre la energía y el cambio climático. En esta entrada, quiero hacer una mención a un reportaje muy especial: “Mi vida sin CO2

 

[José Luis Gálvez]

Y es que, como dice la propia redacción de Soitu.es, dejan un cadáver exquisito. En su sección de medio ambiente escribieron, entre otras cosas, sobre análisis de ciclo de vida y temas relacionados. Por ejemplo, ¿qué es mejor después de lavarse las manos: secarse con una toallita de papel o con un secador eléctrico? Abordaron temas espinosos y desconocidos en la divulgación científica más clásica de los periódicos de papel, como es el tiempo de retorno de la energía fotovoltaica o los problemas de la recarga de los coches eléctricos. Es bastante interesante ver como se incluyen conceptos de análisis y perspectiva de ciclo de vida en multitud de sus artículos, con un contenido científico muy acertado.

El artículo que más me llamó la atención es este reportaje de Mi Vida sin CO2, de Miguel Moreno. Un periodista decide minimizar las emisiones de CO2 en un día normal de su vida: se ducha con agua fría, no usa el ascensor, no enciende las luces de su casa ni del descansillo, va a trabajar en bicicleta, come teniendo en cuenta las emisiones asociadas a cada plato, etc. En resumen, termina emitiendo 19 kg de CO2 equivalente, de los cuales 18 corresponden a su trabajo en la oficina (en el cual podía aplicar poca reducción para que no lo despidiesen). Un día normal hubiera emitido 24 kg de CO2, con lo cual ha reducido “tan sólo” el 30% de sus emisiones asociadas (pasándolo relativamente mal).  El autor no trata de convencernos de que hay que volver al medievo o “sufrir para evitar el calentamiento global”. Su intención queda muy clara: la concienciación de que nuestras actividades diarias implican emisiones y que nuestra actitud respecto del uso de la energía puede cambiar nuestros patrones de emisión. Para mí, le falta decir, entre otras cosas, que no sólo el CO2, sino que otros muchos contaminantes, con diferentes efectos e impactos, también se derivan del uso de la energía.

En definitiva, artículos imprescindibles y didácticos. Recomendaré su lectura a mi vecino, que sigue bajando al perro en ascensor (¡desde un segundo piso!).

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