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Creación de empresas de base tecnológica 

Iniciado el 11/12/2002  y finalizado el 19/1/2003    
Moderado por Xavier Pujol Gebellí.

¿Existen las facilidades suficientes para crear empresas desde la Universidad o un centro de investigación?

Una de las claves para favorecer la innovación y la transferencia de tecnología entre el entorno académico y el empresarial pasa por la creación de empresas capaces de nutrirse del conocimiento adquirido en universidades y centros de investigación y su posterior transformación en productos, bienes o servicios. Es lo que habitualmente recibe el nombre de spin off, una iniciativa que, como norma general, suele incorporar tecnologías avanzadas, además de un riesgo económico acusado en sus primeras etapas. España no es ajena a este tipo de iniciativas. Sin embargo, escasean más de lo deseable. ¿Por qué? ¿Acaso por una falta de actitud emprendedora de nuestros investigadores? ¿O quizás por una escasa disponibilidad de recursos adecuados?

La opinión de los expertos no es del todo unánime. Para una parte nada despreciable de analistas, España adolece del mismo déficit estructural que la Unión Europea, área económica en la que la promoción de empresas surgidas de los entornos académicos, en especial las de base tecnológica, experimenta un notable retraso con respecto a los dos grandes motores de la innovación en el mundo, Estados Unidos y Japón. A diferencia de estos dos polos científicos y tecnológicos, en la UE apenas se ha empezado a andar un camino que dote a los emprendedores de instrumentos legales y económicos, además de un entorno adecuado.

¿Justifica la falta de un marco europeo la situación española? A juicio de emprendedores consultados, el espejo europeo, aunque en los últimos años ha sido pródigo en iniciativas, ofrece una visión distorsionada de la realidad. Pero de suficiente calidad como para emplearla de excusa. En Europa, relatan, existen ya instrumentos para dar los primeros pasos, aunque tal vez no tengan la misma potencia que los norteamericanos o japoneses. En España, añaden, se está incluso lejos del modelo que ha empezado a imperar en la UE.

¿Cuáles son esos instrumentos? Para la mayoría de las voces consultadas se trata básicamente de tres. El primero se refiere al entorno académico español, a menudo reacio, cuando no hostil, a la creación de empresas que empleen, como capital intelectual, tanto los recursos humanos como el conocimiento surgidos de la Academia (universidades y OPI's). ¿Existe realmente esta oposición? Y si existe, ¿está justificada?

El segundo instrumento necesario, al menos en España, es de carácter legal. Se quejan muchos emprendedores de dificultades jurídicas en la constitución de empresas que limitan enormemente el abandono temporal de la universidad o del centro de investigación. Las dificultades pueden llegar incluso a impedir un retorno en condiciones en el caso que se quiera abandonar la aventura empresarial y regresar al sector público. Del mismo modo, la ley establece límites en el accionariado de la empresa que dificultan la contratación de servicios con el centro de origen. Además, está la cuestión de la propiedad intelectual, un aspecto a medio solucionar en la UE y en pañales en España.

Finalmente, el tercer instrumento, tal vez el más decisivo que solicitan los científicos-empresarios, guarda relación con el ámbito financiero. En este punto, los que han pasado por la experiencia empresarial, o los que alguna vez se lo han planteado, lamentan lo que a su juicio es una ausencia flagrante de sociedades de capital riesgo, así como de instrumentos financieros que den soporte a su iniciativa en sus primeros estadios. Por ejemplo, mayor disponibilidad de capital semilla, mayor flexibilidad por parte de las entidades financieras en la concesión de créditos, más dinero público destinado a la innovación o, incluso, mayor formación en el sector financiero en todo cuanto rodea a las nuevas tecnologías. Una frase recurrente, en este sentido, suele ser: "en un banco nadie entiende de biotecnología". Ni de biotecnología, podría añadirse en forma de coletilla, ni de tecnologías de la información, con empresas dedicadas a telecomunicaciones, desarrollos de software y aplicaciones para Internet, además de biomedicina. Estos son los ámbitos que más frecuentemente acuden a fuentes de financiación para la creación de empresas en la UE.

Pese a lo dicho, justo es reconocer la puesta en marcha de iniciativas públicas en España que pretenden variar el rumbo actual. Una de ellas es Neotec, impulsada desde el CDTI. Otras, en el ámbito autonómico, son los llamados trampolines tecnológicos como los impulsados por la Dirección General de Investigación de la Comunidad de Madrid a través del Vivero Virtual madri+d y el CIDEM en Cataluña. A todo ello habría que añadir los viveros e incubadoras de empresas promovidas por distintas administraciones (incluida la local) o el papel que están ejerciendo en este sentido algunos parques científicos y tecnológicos.

En cualquier caso, ¿entiende que estas medidas son suficientes? ¿Considera que la situación en España es tan deficitaria como argumentan los más críticos con el sistema? ¿Cree que con los instrumentos que actualmente existen hay garantías de iniciar una aventura empresarial? En definitiva, ¿con estos mimbres se atrevería a montar su propia empresa? ¿Cuáles son, en su opinión, los que deberían añadirse o modificarse?


 Comentarios:

 

1 
"Tiempo-semilla"
Autor: Rafael Luque
Hay algo aún más importante que el capital-semilla (que al final suele salir del propio bolsillo). Es lo que podríamos llamar el "tiempo-semilla".

Y es que un emprendedor, además de querer volver al sector público si su empresa no triunfa, tiene grandes dificultades en la "etapa de transición", ese tiempo en el que aún trabaja y cobra de un Organismo Público pero empieza a lanzar su empresa.

Si las instituciones quieren realmente que científicos e investigadores constituyan empresas, habría que pasar de la situación actual de "hacer la vista gorda" a que se introduzca un cambio legal en la Ley de Incompatibilidades y en la Ley de Contratos con el Estado, clarificando la situación y fijando por ejemplo un plazo de un año para que un emprendedor mantenga el pluriempleo entre su anterior puesto y su actividad en la empresa, pudiendo contratar con la Administración.

Mientras esto no se aclare, muchos grandes emprendedores mantendrán sus proyectos en el armario, pues no quieren elegir entre prescindir de ingresos o enfrentarse a una situación legal dudosa.


Escrito el 12/12/2002
Re:
Autor: Nuria Villar
Está claro que si existiera un entorno mas favorable para la puesta en marcha de este tipo de empresas de base tecnologica habría más "osados emprendedores", pero la puesta en marcha de una empresa conlleva unos riesgos asociados que hay que saber calcular y asumir.

En este sentido existen estructuras como el Vivero Virtual de Empresas de la Comunidad de Madrid, Uninova en Santiago de Compostela, etc., que ayudan a estos emprendedores a calcular este riesgo antes de la puesta en marcha de la compañía a través de la redacción de un Plan de Empresa.

Este documento ayudará a determinar el alcance del proyecto y dará un primer material para la toma de decisiones.

De esta forma podemos entender que se está ayudando en este tiempo semilla que es necesario.

Escrito el 17/12/2002

2 
Creación de empresas de base tecnológica
Autor: Juan A. Gallego Juárez
Profesor de Investigación
CSIC

Considero que la mayor dificultad para que los grupos de investigación accedan o contribuyan a la creación de empresas basadas en las tecnologías que ellos han desarrollado es no sólo la falta total de estímulos en esa dirección, sino sobre todo la dificultad para que, al menos durante algún tiempo, el grupo de investigación pueda estar involucrado en la empresa sin tener que renunciar a su condición de investigador ni a su puesto oficial.

Existe el criterio erróneo de que si el investigador se implica en la empresa debe abandonar su puesto oficial aunque sea temporalmente. Sin embargo, si lo que se quiere es que los resultados de la investigación sean productivos habría que facilitar al máximo no sólo la participación de los investigadores en la creación y desarrollo de la empresa, sino incluso ofrecer las infraestructuras de los laboratorios oficiales hasta que la empresa pueda despegar económicamente. Cuando esto suceda, entonces todos los estamentos y personas involucradas podrían ser recompensados. Los primeros pasos de una empresa tecnológica son enormemente difíciles y si, además, el sistema legal no lo favorece, la acción resulta imposible de desarrollar.

Por otra parte, habría que llevar al ánimo de nuestros dirigentes políticos que es prácticamente imposible crear empresas de nuevas tecnologías si no se implica a las personas capaces de crear las nuevas tecnologías, que no son otros que los investigadores. Al mismo tiempo, habría que concienciar a nuestros investigadores de que tienen obligación moral de contribuir al desarrollo tecnológico de la sociedad que los mantiene y para ello no basta con realizar publicaciones de calidad  sino que hay que dar pasos más adelante.

En resumen, si se quiere avanzar en esta línea hay que crear estímulos positivos en lugar de poner dificultades. Finalmente quiero decir que la financiación, con ser extraordinariamente importante, para mi no es lo más definitivo. Las estructuras y el ambiente pueden contribuir mucho más en un sentido o en otro.
Escrito el 12/12/2002

3 
Algunos planteamientos de carácter general
Autor: Fernando Béjar
Dr. en Biología

Me gustaría aportar algunas consideraciones generales al debate. En mi opinión, hay una serie de elementos claves para clarificar el asunto que nos ocupa. En primer lugar, y como pasa en cualquier asunto relacionado con la investigación y la innovación, es un puro juego de salón pretender transferir conocimiento a la sociedad si no existe previamente una política científica sólida y comparable al resto de países de nuestro entorno. Si no se genera conocimiento, no hay nada que transferir. Es necesario que se aumenten los fondos dedicados a la investigación, así como el número de investigadores, y se dé una adecuada solución a la carrera profesional de éstos. De esto ya se ha hablado mucho en otros foros de esta misma web. Solo me gustaría incidir en una idea, que me parece fundamental: pensar que hay que dedicar una parte importante del dinero para I+D+I, sobre todo en el desarrollo y la innovación, olvidando la investigación básica es un error.  ¿Qué conocimiento vamos a desarrollar y a aplicar a la innovación si los grupos que trabajan en investigación básica, que es la que realmente genera conocimiento, tienen graves dificultades para encontrar financiación para sus proyectos?

Por otro lado, la actividad emprendedora no debería potenciarse como "alternativa B" para colocar a los investigadores que el sistema no puede o quiere absorber, ni como complemento salarial para compensar la precaria situación en la que se encuentran muchos de ellos. La creación de una empresa de base científico tecnológica es, o debe ser, una aventura en la que se embarquen sólo aquellos que tienen el espíritu, el empuje y el perfil adecuados. Si fomentamos la creación de empresas por personas que lo hacen porque no tienen otra opción, estas fracasarán.

Una vez establecido esto, me parece inadmisible la postura de algunos supuestos emprendedores, que pretenden crear un negocio para su lucro personal (privado), valiéndose para ello de fondos e infraestructuras públicas. Si se cumplieran las condiciones anteriormente expuestas, sólo iniciaría la actividad empresarial quien realmente tuviera vocación para ello. En ese caso, se debe facilitar tal acción, pero quedando claro que es una iniciativa privada. Si usted quiere crear su empresa, créela, pero apueste por ello de verdad, renuncie a su sueldo y la comodidad de su puesto de funcionario y arriesgue. Esto por supuesto, debe ir acompañado por mecanismos bien establecidos de retorno a la carrera investigadora si el proyecto fracasa, pudiendo volver el investigador a su puesto al cabo de un periodo de tiempo.

De igual manera, apoyemos al emprendedor, proporcionándole asesoría y formación adecuada y creemos infraestructuras de apoyo, como son las incubadoras de empresas, pero nada de que una empresa salga adelante con instalaciones públicas, el trabajo de becarios pagados por el estado, o la explotación de patentes generadas por dinero público, pero puestas a nombre del cónyuge del investigador. Estamos hartos de ver casos (minoritarios, pero existen) en los que un investigador, en la universidad o en centros de investigación, dedica el tiempo que le pagamos todos los ciudadanos para su beneficio personal. Hasta ahora, esto ha sido favorecido por una legislación inadecuada o inexistente. Póngasele solución, y seamos muy estrictos con ello. Así evitaremos que personas capaces y honestas, que realmente apuestan en un proyecto su dinero y su esfuerzo, sean mirados con recelo por sus compañeros.

Centrándonos más en la política de incentivación de la creación de spin-offs, en mi opinión es una buena forma de acortar tiempos de transferencia de tecnología a la sociedad, y una buena manera de crear un tejido empresarial de alto valor, imprescindible para el desarrollo de una región y un país. Dado por sentado lo anterior, se deben establecer los mecanismos adecuados para hacerlo posible, y para ello hay varios modelos válidos. Uno de ellos sería el conceder la explotación de las patentes (no lo olvidemos, una patente o conocimiento generado por un investigador utilizando fondos públicos no es del investigador, sino de la institución a la que este pertenece), en condiciones atractivas para el emprendedor. Luego, hay que facilitar y acompañar la creación de la empresa. Para ello, una forma sería que la institución pública pueda participar como accionista en la empresa, beneficiándose de los beneficios que esta produzca, y aportando capital para su inicio. Otra, dando, como ya se ha dicho antes, excedencias a los funcionarios en condiciones asumibles, asegurando la posibilidad de vuelta a su puesto pasado cierto tiempo. Podría haber una tercera vía, para esos que no quieren arriesgar: montemos la empresa, usted la dirige, pero si no renuncia a su sueldo, le permito trabajar en la empresa, con una comisión de servicio o algo así, pero la empresa es de la institución, al menos mayoritariamente.  

Puede que alguna de estas sugerencias no sea viable, o sólo una ocurrencia mía poco afortunada. No pretendo tener la solución adecuada, sino dejar claro que hace falta un esfuerzo de estudio y debate, no anclado en prejuicios, capaz de dar soluciones imaginativas. En todo caso, la legislación debería ser lo suficientemente flexible como para permitir una negociación entre el investigador y la institución y llegar a la mejor fórmula en cada caso, pero siempre, dejando claro lo que es público y lo que es privado. Me parece imprescindible una estricta separación entre ambos ámbitos. En la legislación que se elabore deben quedar muy claras las reglas del juego.

Por último, la administración debe crear mecanismos adecuados de financiación de las nuevas empresas, sin regalar nada, pero con condiciones favorables, así como promover, facilitar e incentivar la creación o implantación en España de empresas de capital semilla y capital riesgo.
Escrito el 19/12/2002


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