EL AUTOR

Robert Louis Stevenson nació en Edimburgo en 1850. Creció en el seno de una familia muy literaria y muy protestante. La adolescencia lo encuentra en la Universdad dedicado a la política, la literatura y las pasiones femeninas. Poco a poco se impone en él la vocación de escritor, que a los treinta y tantos años de edad se impone con títulos como La isla del tesoro, El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde y La flecha negra. Tenía talento e imaginación, pero padecía una grave insuficiencia: el delicado estado de salud de sus pulmones, que lo llevó de Estados Unidos a Australia pasando por Europa en busca de una recuperación que no llegó nunca. La muerte lo sorprendió en la isla de Samoa, en el Pacífico. Los nativos ponen esta inscripción en su tumba: <<Esta es la tumba de Tusitala>>, es decir, del narrador de cuentos, tan identificado estaba el gran escritor con su función de contador de historias. Dejó, en efecto, pese a la brevedad de su vida, una obra tan variada como abundante. Citemos además de las ya mencionadas esas dos obras inmunes, que son El club de los suicidasy En los mares del Sur, entre muchas otras

RESUMEN ARGUMENTAL

El doctor Jekyll, médico prestigioso, siente en su espíritu, con tendencia a la duplicidad, el conflicto entre sus impulsos positivos y negativos. Un día decide hacer un experimento: ingerir unas sales y polvos que permitan su metamorfosis en el hombre malo que lleva dentro, que todos llevamos dentro, y lo consigue; se trata, desde luego, de un viaje con retorno porque existe otro remedio para devolver a Jekyll su identidad. Esta criatura, Mr. Hyde, comete pronto espantosos crímenes, pero es un enigma para todos; la habilidad técnica del narrador hace que las aventuras de los <<dos>> <<personajes>> discurran paralelamente sin chirridos, hasta que la inverosimilitud o irrealidad de la existencia de Jeckyll desemboca en una amarga confesión: Hyde le está pudiendo, las dosis de los cambios fallan y su destino final será ser Hyde, esto es, un espíritu del mal.

VALORACIÓN

Esta es una de las obras maestras absolutas de Stevenson, que lo convierten en un escritor universal. La obra ha sido leída como un estudio de la duplicidad psicológica de los hombres; duplicidad extrema porque, como el propio Stevenson reconoce, lo humano es la mezcla de los elementos positivos y negativo. Pero la obra tiene otra lectura inquietante: la tentación del hombre fáustico, capaz de manipular los procesos de la vid a haciéndose dueño absoluto de la creación. Jekyll-Hyde es un prototipo del hombre tecnocientífico, de cuantos, desde el siniestro doctor Ménguele a los creadores de la bomba atómica y a los genetistas irresponsables que alientan en oscuras covachuelas, han decidido la inexistencia de límites, de fronteras a la investigación amoral, que no persigue la dicha de los hombres sino el caos, sus intereses y, al cabo, la infelicidad. Por otra parte, más de cien años después de haber sido escrita, la novela sigue fresca, virginal, modernísima en su sobriedad, en su modernísima transparencia narrativa. El conocimiento de Stevenson --vino a decir Borges en cierta ocasión-- es uno de los atributos del hombre justo.