Ciencia y Cultura


2001 UNA ODISEA ESPACIAL

 

2001. Una odisea espacial Clarke,  Arthur.

Traducción: Antonio Ribera

Plaza & Janés, Barcelona. 1993

 
 
 
 

EL AUTOR

Arthur Clarke nació en 1917, en Minehead, Somerset, Inglaterra. Instructor de rádar de la RA.F durante la segunda guerra mundial, se licenció con sobresalientes calificaciones en Física y matemáticas en el King's College, en 1948. Especialista en temas científicos interplanetarios, ha vertido sus preocupaciones en el campo de la ciencia ficción, en cuyo ámbito ha escrito no menos de veinte obras. La más célebre de todas ellas, la que le concede puesto preeminente entre los autores de ciencia ficción, es esta «2001. Una odisea espacial» por haber servido de base a la celebérrima película de Stanley Kubrick. En realidad, Clarke escribió el guión y compuso su novela cuando el filme estuvo ya rodado.

 
 

RESUMEN ARGUMENTAL

Hay películas que mejoran las obras literarias en que se basan, pero también sucede al revés. En el caso que nos ocupa, la relación fue distinta y lo mejor que puede afirmarse de Clarke es que, más allá del espléndido guión, estuvo en su novela a la altura del gran cineasta. La novela narra la «excursión» espacial que el año 2001 (la novela data de 1968) lleva a cabo el cosmonauta americano Dave Bowman, en unión del copiloto Frank Pool a la búsqueda de un misterioso monolito negro, descubierto en el espacio y que retrotrae millones de años la existencia del hombre civilizado. La novela arranca con el episodio de los monos hombres que descubren en la prehistoria el mismo monolito. Bowman lleva a cabo la odisea más grande del género humano en un viaje que lo conduce por la Luna, Júpiter, Satumo y sus lunas, Un viaje azaroso, en el que acaba quedándose solo porque la gran computadora de su nave espacial «asesina» a su copiloto, y que concluye con el reencuentro con la paz perdida, con la confianza en el destino del hombre, pese a la infinitud de los espacios y las incógnitas que pesan sobre el destino humano.

 
 

VALORACIÓN

Un texto esplendido. Clarke tiene que inventarse los paisajes cósmicos y en buena parte los mismos materiales electrónicos y técnicos. Se mueve, pues, en un ámbito bastante nuevo en este sentido. Son muy bellas las descripciones de los paisajes cósmicos, en las que se percibe el buen estudiante de cultura clásica. La novela, sin falsas retóricas, plantea problemas muy graves, como el de la rebelión del ordenador y, sobre todo, la inteligente insignificancia, pero inteligente, aunque insignificancia, de la criatura humana enfrentada al inabarcable espacio de la creación. Fue humana cuando supo utilizar los huesos como armas; sigue siendo humana con sus formidables naves espaciales, que surcan los espacios bajo el signo del misterioso monolito negro, el gran hallazgo simbólico de la novela (y del filme): un emblema del afán de trascenderse, de ir siempre más allá, que define al antiguo mono. Por cierto estos capítulos iniciales sobre el mono humano y su vida animal son francamente impagables.