Un estudio del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) revela que contamos con un mecanismo universal para procesar el lenguaje, independientemente de si este nos llega por el oído o la vista
Cuando escuchamos a alguien hablar, nuestro cerebro se sincroniza con el ritmo de la voz del interlocutor para poder comprender el mensaje. Ahora, una nueva investigación liderada por el centro vasco Basque Center on Cognition, Brain and Language BCBL ha descubierto que este mecanismo, conocido como cortical tracking, no es exclusivo del oído: el cerebro también se "sintoniza" visualmente con los movimientos de la lengua de signos, aunque lo hace en una frecuencia diferente.
El estudio, publicado en la prestigiosa revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), proporciona una evidencia sólida de que el cerebro humano utiliza mecanismos universales para procesar el lenguaje, más allá de si la información llega a través del canal auditivo (habla) o del canal visual (signos).
"Nuestros resultados confirman que la sincronización entre cerebro y lenguaje es una característica fundamental del procesamiento lingüístico y que va más allá del dominio auditivo", explica Chiara Rivolta, investigadora de BCBL y autora principal del artículo.
Para llevar a cabo este trabajo, el equipo de investigación se enfrentó al reto de medir la complejidad de la señal visual. A diferencia del habla, donde el ritmo lo marcan las sílabas, la lengua de signos transmite información a través del movimiento simultáneo de las manos, el torso y la cabeza.
Utilizando sistemas de captura de movimiento (similares a los usados en videojuegos y cine) y Magnetoencefalografía (MEG) para registrar la actividad cerebral, el equipo comparó a dos grupos de oyentes: uno integrado por personas expertas en Lengua de Signos Española (LSE) y otro por personas que no conocían este idioma.
Los resultados mostraron un rasgo diferencial con respecto al lenguaje oral. Mientras que en el habla el cerebro se sincroniza a ritmos rápidos, en la lengua de signos la actividad neuronal se ajusta a una frecuencia más lenta, conocida como banda delta (0,5–2,5 Hz).
Para visualizar este hallazgo, la autora propone imaginar el cerebro como una radio. "Para el lenguaje hablado, el sintonizador busca ritmos rápidos. Sin embargo, para la lengua de signos, el cerebro utiliza un sintonizador más lento que se bloquea en los ritmos más amplios de los movimientos corporales", detalla Chiara Rivolta.
El papel de la experiencia y el hemisferio derecho
La investigación de BCBL también revela que esta capacidad cerebral de sintonización no es automática, sino que se modula con el conocimiento y la experiencia del idioma.
"Expusimos a los participantes a vídeos en LSE (conocida por el grupo de expertos) y en Lengua de Signos Rusa (desconocida para todas las personas). En quienes sabían signar, la sincronización era mucho más fuerte y precisa con los movimientos que transmiten información lingüística", precisa Rivolta.
Además, las personas con conocimiento de LSE mostraron una sincronización más fuerte en la corteza temporal derecha. Según la experta, esto sugiere que, al aprender lengua de signos, el cerebro recluta áreas del hemisferio derecho encargadas de procesar la información espacial para descifrar el mensaje lingüístico
Este hallazgo es especialmente relevante porque tradicionalmente se asocia el lenguaje casi exclusivamente al hemisferio izquierdo. Sin embargo, este trabajo indica que la naturaleza visual y espacial de la lengua de signos moldea cómo el cerebro procesa la información, ampliando la red lingüística a nuevas áreas.
El estudio, que ha contado con financiación de la Fundación "La Caixa", el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea y el Gobierno Vasco, no solo supone un avance en el campo de la neurociencia cognitiva, sino que aporta una nueva dimensión a la comprensión de las lenguas de signos.
Según los autores, entre los que se incluyen también Mikel Lizarazu, Brendan Costello y Manuel Carreiras, la lengua de signos presenta una oportunidad única y natural para investigar qué mecanismos cognitivos son universales a todo ser humano y cuáles dependen de la modalidad sensorial.
"Nuestro trabajo restituye un valor científico y social a estas lenguas minoritarias, demostrando que comparten procesos neuronales complejos al mismo nivel que las lenguas habladas", concluye la investigadora.