Tabulae rasae: La inocencia y el escepticismo

David Barrado y Navascués

Nuevamente de viaje, en otra ciudad, en otro hotel. En esta ocasión, con un doble motivo: asistir a la reunión de usuarios del observatorio hispano-alemán de Calar Alto y para tomar parte de las deliberaciones del comité de asignación de tiempos, del que soy miembro.

Me encuentro en Heidelberg, la cuna de la intelectualidad alemana, una de las universidades más antiguas de Europea. Una ciudad maravillosa para visitar durante unos días, especialmente en otoño. Muy romántic: bosques centenarios, un rio que serpentea entre montes, un inmenso castillo medio en ruinas y una ciudad prácticamente no tocada por la guerra. Creo que la conozco bastante bien. Después de todo, viví aquí casi dos años, y algunos de los momentos más dramáticos de mi vida ocurrieron durante mi estancia en esta ciudad. Pero esa es otra historia.

En otra ocasión he contado cómo se consigue tiempo de observación en una gran instalación astronómica: se tiene una idea, se selecciona el mejor instrumento de los disponibles en diferentes observatorios, se escribe una propuesta y se espera a que un comité de expertos seleccione las mejores propuestas de observación.

Durante toda mi vida profesional he mirado el problema desde ese lado de la barrera, la del solicitante. Normalmente me piden mi opinión como experto externo, pero hasta ahora nunca había sido miembro interno de un comité de asignación de tiempos. Desde hace unos meses estoy en el de Calar Alto…. Y no me siento un experto…

Son muchas las propuestas que se envían, bastantes de un gran nivel y casi todas de áreas muy distintas a mi especialización como astrofísico (que no es precisamente reducida). Como somos un grupo de pequeño tamaño, tenemos que hacer de ponentes y evaluadores de propuestas en alguna medida alejadas de nuestro ámbito. Así que nos acercamos a ellas con la inocencia de un niño, como tabulae rasae , dispuestas a ser grabadas con el buril del escriba. Sin embargo, la experiencia, los años de oficio, ayuda. Es nuestro escepticismo aprendido, el método científico que siempre interroga y se cuestiona, quien nos permite sobrevivir, sortear los obstáculos.

Y es que, en buena medida, escribir una propuesta de observación es como vender un producto. Una casa, por ejemplo. Se destacan los detalles más atractivos (en el símil casero, que está orientada al Sur, la luz que tiene, la localización tan céntrica). Los problemas, las dificultades, no se suelen mostrar de manera tan clara (las viejas tuberías que suenan en invierno, los ruidos de los coches, el problema para aparcar).

Así que hay que saber navegar por esas turbulentas aguas, separar paja de grano, distinguir lo novedoso e importante. Y mantener la ecuanimidad, evitando los conflictos de intereses. No es sencillo, y consume mucho tiempo.

Eso si, hay una recompensa: el aprendizaje. Se ve como otros grupos presentan sus resultados, sus proyectos. Se lee sobre problemas candentes que solemos dejar de lado por falta de tiempo. Se reexamina uno mismo y se pregunta si realmente la ciencia que hace vale la pena.

Se sale de la reunión  repleto de nuevas experiencias, de conocimiento. Pero también dispuesto a comenzar de nuevo, desde el inicio si es preciso. Cera o arcilla sobre la que escribir; una tabla rasa.

ENLACES:
Wikipedia. Tabula Rasa
CAHA. Observatorio hispano-alemán de Calar Alto
MPIA. Max-Plank-Institut für Astronomie
MPG. Max-Planck-Gesellschaft
CSIC. Consejo Superior de Investigaciones científicas
IAA. Instituto de Astrofísica de Andalucía
CBE. «He ido a observar y no he podido abrir»
¿Cómo observar en un gran telescopio?

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