¿Qué sabemos del impacto de la gestión forestal sobre la biodiversidad?

Dr. Fernando Valladares, Centro de Ciencias Medioambientales (CCMA), Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Una buena fracción de los bosques del mundo ha estado influida por las actividades humanas y sufre en la actualidad una intensa gestión. Este es el caso de los bosques de latitudes templadas en general y de los bosques europeos en particular. Con el creciente interés social, económico y científico por cuestiones como la biodiversidad y la gestión sostenible de los recursos naturales, sorprende el escaso conocimiento que se tiene sobre la relación entre la riqueza de especies y el grado de intervención en las masas forestales.

Foto 1. Bosque mediterráneo en el Parque Natural del Alto Tajo (Guadalajara, Mayo de 2008). El bosque mediterráneo ha sido gestionado desde tiempos inmemoriales, pero su gestión ha ido cambiando mucho con el tiempo. El abandono rural en esta área está generando la disminución de espacios abiertos y cultivos, con directos y negativos impactos sobre la biodiversidad regional en grupos emblemáticos como las aves, y, en concreto, las rapaces. Pero aun conocemos mal la relación entre gestión y biodiversidad en estos sistemas tal como ocurre para la mayoría de los bosques europeos. (Fotografía de Fernando Valladares)
Foto 1. Bosque mediterráneo en el Parque Natural del Alto Tajo (Guadalajara, Mayo de 2008). El bosque mediterráneo ha sido gestionado desde tiempos inmemoriales, pero su gestión ha ido cambiando mucho con el tiempo. El abandono rural en esta área está generando la disminución de espacios abiertos y cultivos, con directos y negativos impactos sobre la biodiversidad regional en grupos emblemáticos como las aves, y, en concreto, las rapaces. Pero aun conocemos mal la relación entre gestión y biodiversidad en estos sistemas tal como ocurre para la mayoría de los bosques europeos. (Fotografía de Fernando Valladares)

Ante esta situación, un grupo de científicos dentro de la red europea ALTERNET nos propusimos analizar el conocimiento existente y explorar las tendencias generales que resultaran de la información disponible. Los resultados dieron lugar a la publicación “Biodiversity differences between managed and unmanaged forests: Meta-analysis of species richness in Europe de Paillet y colaboradores aparecida en la revista Conservation Biology (2009, vol 24: 101-112). En este análisis se detectó que la gestión de los bosques conlleva una ligera pero significativa disminución general de la biodiversidad, si bien las tendencias fueron muy diferentes para cada grupo de plantas y animales. La disminución fue muy marcada en grupos dependientes de la continuidad del bosque y de la existencia de madera vieja y árboles grandes (por ejemplo, líquenes, musgos, insectos saprofíticos y xilófagos). Las plantas vasculares por el contrario se vieron en general favorecidas por la gestión, mientras que los resultados para las aves mostraron grandes diferencias regionales debido al peso de otros factores relativos a la estructura del paisaje. No todos los tipos de gestión forestal tuvieron el mismo impacto y lógicamente las talas intensivas y las matarrasas tuvieron un impacto mucho mayor que las entresacas y los aclareos ligeros. Y tal como se esperaba, el tiempo transcurrido desde la última gestión acentuaba las diferencias con los bosques gestionados  activamente, mostrando la capacidad de estos de ir recuperando con los años los niveles de biodiversidad característicos. El estudio se mostró incapaz de profundizar en los efectos de los distintos tipos de gestión debido al escaso número de investigaciones publicadas hasta la fecha en las que el diseño experimental incluyera bosques gestionados y bosques control o de referencia sin apenas gestión en las últimas décadas.

Dada la importancia del tema, el articulo de Paillet y colaboradores no cayó en saco roto. Unos pocos meses después, Halme y colaboradores publican en la misma revista una dura crítica a este trabajo, cuestionando su solvencia y por tanto sus conclusiones. En el fondo, estos autores se hacían eco no solo de la importancia del tema sino de la carencia de suficiente información, ya que la principal crítica se basó en las limitaciones para concluir sobre tendencias en la biodiversidad en bosques gestionados dados los pocos estudios previos y las grandes lagunas científicas sobre ciertos grupos de organismos. En la respuesta de Paillet y colaboradores a Halme (Conservation Biology, Volumen 24, No. 4, 1157–1160) se destaca que estas mismas limitaciones fueron argumentadas en la propia publicación original y de hecho fueron las que urgieron a un análisis, aunque fuera débil por la escasez de información. Con frecuencia, la consigna en biología de la conservación es actuar antes de que sea tarde y no esperar a saberlo todo sobre un sistema para proponer medidas para su gestión y conservación. Por ello, la biología de la conservación se considera una ciencia para gestionar la crisis ambiental por la que hacemos pasar a nuestro planeta, y como tal ciencia de crisis debe resolver sobre bases científicas necesariamente mas imperfectas y preliminares que otras ciencias.

Sabiendo el papel crucial que juega la biodiversidad para el funcionamiento de los ecosistemas y para lo provisión de numerosos bienes y servicios, resulta no sólo sorprendente sino también preocupante que la información disponible acerca del impacto de la gestión forestal sobre la biodiversidad sea tan escasa y fragmentaria. Y si eso es el panorama para los bosques europeos, cerca de los cuales se sitúan muchas universidades y centros de investigación, así como unas sociedades desarrolladas y preocupadas por la calidad y la conservación del medio ambiente, ¿Qué cabe esperar de las grandes reservas forestales en zonas tropicales o muy poco pobladas y sobre qué bases podremos planear estrategias para su gestión y conservación?

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