Autora: Raquel Portela, ICP-CSIC

La ciencia ha empezado a romper mitos y a deshacer medias verdades sobre los incendios forestales.

Los incendios siempre han existido y existirán, no es posible impedirlos, pero no necesariamente tienen que ser un desastre ecológico: la naturaleza sabe sobreponerse a un régimen de incendios sostenible, es decir, con la frecuencia, intensidad y estacionalidad a los que se ha adaptado durante su evolución; es más, el fuego es admitido hoy día por la comunidad científica como un factor ecológico más. Sin embargo los incendios han empezado a ser en algunas regiones recurrentes, muy intensos y de propagación descontrolada: no sostenibles. Sus consecuencias son cada vez más catastróficas y han dejado de ser una emergencia estrictamente rural para pasar a tener un gran impacto en la sociedad. De esto en el noroeste peninsular sabemos. Como ejemplo, la ola de incendios en 2006 en Galicia, que arrasó cerca de 85.000 hectáreas y la vida de 4 personas; o la de este reciente puente del Pilar en Galicia y Portugal, de la que todavía estamos viendo las consecuencias, pero ha habido y habrá muchos más ejemplos.

Las causas del problema: la intervención humana.

Para que se produzca un incendio es necesaria la ignición y la propagación del fuego. El ser humano, desde siempre, está en el origen de la mayoría de los focos. Según el informe realizado por la Fiscalía Superior de Galicia en 2007, uno de los pocos estudios serios existentes en la región, casi todos los autores de fuegos actúan en solitario, el 84% de las veces en su misma localidad, y se pueden clasificar en pirómanos (causan sólo el 7% de los fuegos), imprudentes (en torno al 25%), e incendiarios (en torno al 70%). Los incendios intencionados tienen su origen principalmente en prácticas tradicionales inadecuadas, aunque también con frecuencia carecen de un sentido definido, o pretenden obtener beneficio o causar perjuicio, en este orden). No parece que haya tramas organizadas, aunque no se descartan los posibles intereses de algunos grupos o sectores económicos. Lo que es reseñable es que la incidencia ambiental es cada vez más preocupante debido a dos aspectos relacionados con la actividad humana que favorecen la propagación: en primer lugar, que a las características de nuestro clima, en el que la época del año más cálida y la más seca coinciden, ahora se suman los efectos constatados del cambio climático: disminución de las precipitaciones en primavera (Galicia está en prealerta de sequía desde enero de este año), entrada más temprana y frecuente de olas de calor, etc. a los que quizá se podría añadir fenómenos antes casi inéditos, como ha ocurrido en estos días con la llegada, aunque sea de refilón, de la inoportunaOphelia (aunque no se ha constantado que cambios recientes en la frecuencia o intensidad de huracanesse puedan vincular al cambio climático). En segundo lugar, debido al progresivo abandono del medio rural y la actividad agraria y a la escasa gestión forestal la superficie arbolada crece de manera imparable, de modo que el combustible se acumula y cada vez más cerca de núcleos habitados.

¿La solución?

Con el éxodo rural de los años 50 aparecen por primera vez en décadas paisajes continuos, y con ellos los primeros grandes incendios (1ª generación), que se atacan con los primeros retenes y cortafuegos. La paradoja del fuego consiste en que el éxito de los programas de extinción implica un aumento en el número de incendios por la acumulación de biomasa. Con la continua acumulación de combustible proliferan incendios que son ya continuos e intensos (2ª generación) y dan lugar a la profesionalización, especialización y diversificación de los medios de respuesta en los años 70 y 80. La 3ª generación aparece en los 90, incendios grandes con focos secundarios masivos y velocidades extremas. Con la aparición dela interfase urbano-rural se constituye la 4ª generación, y la 5ª la conforman las olas de grandes incendios simultáneos que se producen últimamente, megaincendios que colapsan los operativos de extinción y ponen en riesgo la vida de los operarios.

El debate sobre cómo gestionar el fuego está abierto. La prevención, predicción y extinción de incendios son tareas complejas y costosas, y parece que serán un reto cada vez mayor. Invertir en apagar llamas sin atender a la gestión forestal es ineficiente, y la estacionalidad de los dispositivos especiales es más que cuestionable cuando los días de riesgo, también llamados de factor 30 (temperaturas superiores a 30 grados, humedad relativa por debajo del 30% y viento a más de 30 km/h) son cada vez más frecuentes y en épocas más alejadas del verano. En cualquier caso, parece evidente que es necesario un enfoque que integre políticas de prevención basadas en la propia ecología del fuego y la gestión territorial y dispositivos de prevención y extinción estables, profesionalizados y coordinados a varios niveles.


Para consultar:

Investigación y divulgación científica:

Decálogo de incendios forestales. Fundación Pau Costa (FPC).

10 ideas básicas sobre incendios forestales. Colegio Oficial de Ingenieros de Montes.

FuegoLab. Bitácora sobre incendios forestales.

RealClimate. Climate science by climate scientists.

Incendios Forestales. Una visión desde la ecología. Pausas J.G. 2012. Catarata-CSIC.

Socio-geographic analysis of the causes of the 2006’s wildfires in Galicia (Spain).  Balsa-Barreiro, J; Hermosilla, T. 2014. Forest Systems 22 (3): 497-509.

–  Global Wildfire Information System (GWIS): visor con información mundial sobre incendios

 

Divulgación documental:

Arde Galicia.  A Caixa Negra, TVG, 2006.

Incendios forestales, detrás del objetivo. Pedro Armestre para Greenpeace, 2010.

Queimar o Monte. Walkie Talkie Films, 2012.

La huella del fuego. Crónicas, RTVE, 2016.

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Un comentario

  1. Le felicito por su entrada.

    Le recomiendo que, por favor, pregunte a D. Ricardo Vélez. El sí que sabe de incendios forestales pues lleva toda su vida apagando fuegos y enseñando a muchas personas a hacer lo mismo.

    Mi tío se pasó también muchos años apagando fuegos forestales en Salamanca,

    Resulta que lo que ahora dicen lo oí yo en el año 1982 a D. Filiberto Rico y a D. Ricardo Vélez. ¿Podría al menos citarlos?

    O sencillamente cuelgue la publicación que cita del Colegio de Ingenieros de Montes

    Ah, perdón lo del código captcha, por favor póngalo un poquito más sencillo, muchas gracias

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