La Concentración Parcelaria y la Evolución de los Paisajes Agrarios

Recordando que hace unas días Delibes ha muerto en Valladolid, parece adecuado escribir sobre campo y ruralidad evocando su profunda huella de cazador y coleccionista de palabras utilizadas para dibujar paisajes, a veces ásperos, a veces bucólicos, pero siempre representando la imagen real de cada lugar.

Durante la segunda mitad del siglo XX se acometieron múltiples proyectos de concentración parcelaria a lo largo y ancho de nuestro país. Son indiscutibles los constantes aumentos productivos y finalmente los altos rendimientos obtenidos en las diferentes explotaciones agrarias que han experimentado y trabajado en uno y otro marco de ordenación.

Son numerosas las ocasiones en las que especialistas y estudiosos del tema nos vienen advirtiendo de la necesidad de introducir cambios en los criterios utilizados para concentrar o reconcentrar tierras de labor.

A estas alturas del siglo XXI es muy discutible que el marco legal vigente siga las directrices del Decreto 118/1973 (Ley de Reforma y Desarrollo Agrario). Si nos fijamos en los motivos:

Elevado nº de parcelas/explotación, dispersión de la propiedad rústica, infraestructuras inadecuadas, explotaciones inadecuadas y transformación en regadío. En aquél momento constituían una necesidad y cada uno de ellos se explican y justifican sin más añadidos. Con la mirada actual habría que complementar, matizar y cambiar.

Los objetivos y consecuencias de la concentración parcelaria que se han venido manejando hacen referencia a la •constitución de explotaciones de estructura y dimensiones adecuadas procurando:

→Adjudicar a cada propietario en el menor número posible de fincas, una superficie de igual clase de cultivo y valor a lo aportado.

→Adjudicar contiguas las fincas integradas en una misma explotación, aunque pertenezcan a distintos propietarios.

→Suprimir explotaciones antieconómicas o incremento de superficie.

→Dotar de accesos directos a vías de comunicación.

Desde el punto de vista técnico se asume y se ejecuta sin más. Sin embargo en estos procesos siempre ha sobrevolado la duda o la indefinición de ciertos términos o conceptos aplicados. Quizás, un hecho subjetivo pudiera darse cuando se habla de “una superficie de igual clase de cultivo y valor a lo aportado”, lo primero es objetivable, lo segundo no, pues el valor se obtiene después de la suma de puntos asignados, al menos, a ocho categorías diferentes de tierras, valoradas por una comisión en función de las “conocidas o potenciales producciones”.

Otros objetivos:

•Ordenación del territorio y mejora de la competitividad del sector.

•Profesionalización del sector agrario y modernización de las explotaciones agrarias.

•Regularización de las fincas (inscripción registral).

•Creación de nuevas infraestructuras rurales (favorecer/incrementar el rendimiento de las explotaciones).

•Favorece el asentamiento de la población rural.

•Mejora su calidad de vida.

•Fomentar la actividad agrícola entre los jóvenes.

Parece evidente que tanto la motivación como los objetivos y los resultados esperados están basados en criterios económicos del momento. Un país, entonces, en vías de desarrollo podía mejorar y mejoró con estas acciones. Sin embargo estos proyectos vistos desde la primavera de 2010 se antojan inconclusos, un tanto difusos y poco integradores.

Son diversas y numerosas las herramientas que nos permiten en la actualidad tener una imagen real, en diferentes escalas y en tiempos variables del territorio. A medio y largo plazo los modelos predicen un progresivo avance de la desertificación.

Más allá del debate abierto sobre el cambio climático deberíamos preocuparnos por las prácticas diarias en la gestión íntegra del sistema. Elementos vertebradores de un territorio paisajísticamente equilibrado son varios, pero en este blog hemos tratado reiteradamente los viales rurales y dentro de ellos, como señas de identidad peninsular, las vías pecuarias.

Entendemos como necesaria una actualización de leyes y reglamentos que posibiliten trabajos y decisiones técnicas que tengan en cuenta la situación que atraviesa nuestro país en todos los órdenes, no podemos seguir eliminando paisajes sensibles en nombre de un rendimiento o efectismo económico propio de otras épocas.

El procedimiento de concentración parcelaria que se inicia con un Decreto/Orden que sigue con las Bases Provisionales y las correspondientes Alegaciones, pasando por la Publicación de Bases Definitivas y Recursos, dando paso a las Bases Firmes, el Proyecto de Caminos y Desagües, la Publicación y Encuesta Proyecto con sus Alegaciones, la Publicación del Acuerdo y Recursos para finalmente la Ejecución del Acuerdo.

Se observa un procedimiento que en principio se sustenta, como todos, en una serie de fases que puestos a analizar nos encontramos que ya desde su inicio en el seno del ayuntamiento de turno debe llevar el Visto Bueno del Alcalde acompañado de la petición de los interesados (¿quién son éstos? Pues una mayoría de propietarios (>75% de superficie y >50% superficie explotación colectiva).

Un criterio de vital importancia siempre ha sido el hecho de dar razones de utilidad que agronómicamente y socialmente justifiquen el proyecto. O redefinimos ciertos conceptos o ampliamos y enriquecemos la justificación de los proyectos de concentración parcelaria.

Repasando el índice de documentos que integran las bases provisionales y en lo relatico a la Memoria se observa que está compuesta por: a) Antecedentes b) Descripción y límites de la zona a concentrar c) Investigación de la propiedad y clasificación de las tierras, d) Bienes de dominio público y otros derechos sobre la propiedad e) Datos globales de la zona f) Parcelas propuestas de exclusión y g) Vías pecuarias.

Por insistir en el argumento inicial, hay que recordar que las vías pecuarias tradicionalmente en estos proyectos, cuando más, han sido y siguen siendo un mero comodín. A veces y dependiendo de la comarca en cuestión, el comodín no cuenta. ¿Y qué decir sobre las parcelas propuestas de exclusión?, ¿sobre los datos globales de la zona o los bienes de dominio público?

Si las grandes infraestructuras lineales han roto en muchas partes la continuidad e integridad paisajística y territorial. Si la concentración parcelaria sin discriminación alguna acaba por homogeneizar suelos y eliminar biodiversidad. Si el poblamiento actual y la distribución ocupacional siguen respondiendo al patrón que ahora conocemos, es fácil concluir que la imagen territorial que nuestros antepasados nos han legado se está transformando a una velocidad no prevista.

Desde hace años, por parte de diferentes estudiosos, se han venido describiendo los paisajes agrarios, sin embargo, no siempre han sido bien explicados. Los dos conceptos son claves a la hora de observar y estudiar la evolución de éstos espacios singulares.

Finalmente volviendo a Delibes y su diccionario, será difícil comprender sus descripciones sobre linde, lindero, lindazo o palomar. Habrá que recurrir a la arqueología del paisaje.

Palomar VHCV p. 109 (…) los tres almendros del Ponciano, y los tres almendros del Olimpio, y el chopo del Elicio, y el palomar de la tía Zenona, y el Cerro Fortuna, y el soto de los Encapuchados, y la Pimpollada, y las Piedras Negras, y la Lanzadera por donde bajaban en agosto los perdigones a los rastrojos, y la nogala de la tía Bibiana, y los Enamorados, y la Fuente de la Salud, y el Cerro Pintao, y los Siete Sacramentos, y el Otero del Cristo, y la Cruz de la Sisinia, y el majuelo del tío Saturio, donde encamaba el matacán, y la Mesa de los Muertos. Todo estaba tal y como lo dejé, con el polvillo de la última trilla agarrado aún a los muros de adobe de las casas y a las bardas de los corrales.

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