Espacios singulares de agua, molinos y caminos

Siguiendo indicaciones  del Presidente de ACEM D. Antxon Aguirre Sorondo, nos hacemos eco en este blog  divulgando un conjunto de noticias y reflexiones con relación al día internacional de los monumentos y los sitios dedicados al patrimonio cultural del agua. Creemos que son justas y necesarias dichas reflexiones, estamos de acuerdo con el fondo de la cuestión que se aborda, además nos consta la sensibilidad que la oraganización que él preside tiene con el conjunto de espacios singulares más degradados y olvidados repartidos por todo el país. Debemos detener las diferentes prácticas que llevan a la mutilación de los espacios más singulares, el paisaje integrado es el damnificado y las generaciones siguientes lo sufrirán.

De: Antxon Aguirre <antxonaguirre@euskaltel.net>
Fecha: 16 de abril de 2011 10:12:26 GMT+02:00
Para: undisclosed-recipients@relay.upm.es
Asunto: 18 abril.UNESCO. DIA DEL AGUA.

Estimados amigos:
 
Adjunto la carta que estamos enviando. Creo que se explica por si misma. Os ruego, os suplico, que mandéis estos materiales a la prensa de vuestra zona, a las sociedades, entidades oficiales y privadas, y a cuentos estiméis puedan ayudar en  evitar se siga destruyendo el patrimonio cultural hidráulico de todos.
 
Os lo agradezco de antemano.
 
ANTXON AGUIRRE SORONDO
Presidente de ACEM
 
Esta es la carta:
 
 
Señores:
 
El próximo 18 de abril se celebra a nivel mundial,  e instituido por la UNESCO, el día dedicado al PATRIMONIO CULTURAL DEL AGUA.
 
Ante las constantes destrucciones a las que estamos asistiendo, recurrimos a Uds. al objeto de que divulguen la necesidad de conservar y mantener nuestros elementos patrimoniales hidráulicos. Dejamos a su criterio el modo.
 
Tengan la seguridad de que su colaboración será agradecida, no solamente por todos los que defendemos la cultura, sino incluso por las generaciones siguientes que podrán disfrutar de los elementos salvados.
 
En nombre de la ACEM les saluda atentamente,
 
ANTXON AGUIRRE SORONDO
Presidente de ACEM
(ASOCIACIÓN ALTRUISTA Y CULTURAL  PARA LA CONSERVACIÓN Y ESTUDIO DE LOS MOLINOS)
NIF: G-81984239
web: www.molinosacem.com

 Con motivo de la celebración el día 18  de abril del «Día internacional de los monumentos y Sitios de la UNESCO», dedicado este año en concreto al «AGUA CULTURA Y PATRIMONIO», la ACEM (Asociación para la Conservación y el Estudio de los Molinos), entidad cultural, sin animó de lucro, fundada en 1997 y con siete Congresos Internacionales realizados, en nombre de los socios y asociaciones que la integran, desea denunciar la grave situación en que se encuentra nuestro patrimonio hidráulico, principalmente las presas, y azudes, sin olvidar los molinos, batanes, y otros elementos, que están siendo derruidos frecuentemente sin respetar su valor cultural, histórico y etnográfico, y que representan un patrimonio, un bien cultural vinculado a nuestros pueblos, que son fundamentales para la comprensión de lo que fue vida cotidiana de nuestros antepasados, elementos que en la mayor parte de las demás naciones de Europa están declarados como Bienes de Interés Cultural y son respetados.

Por otra parte constatamos que hoy en día hay métodos y soluciones, y que con el mismo costo, pueden aplicarse alternativas a la fauna piscícola (si ello es el motivo), en lugar de proceder a una sistemática destrucción de los elementos patrimoniales.

 Adjuntamos a la presente algunos documentos acreditativos al respecto.

 Nos brindamos para cuantas aclaraciones y datos precisen Uds.

 Agradeceremos su difusión, pues entendemos la CULTURA es un elemento a defender por parte de todos los que formamos la sociedad actual.

 Atentamente,

 ANTXON AGUIRRE SORONDO

Presidente de ACEM

web: www.molinosacem.com

 A 12 de abril de 2011

ADIOS A LOS MOLINOS

Hemos conocido por los medios de comunicación que, a través de diferentes administraciones, se vienen realizando proyectos y obras de restauración de los ríos y que, en ocasiones, tienen la consecuencia de derribos de presas y azudes de molinos, ferrerías, batanes y otros edificios y obras hidráulicas que son testimonio de la relación de nuestros pueblos con el río y, por lo tanto, deberían ser un patrimonio sujeto a protección.

 Hay un acuerdo total de apoyo a las políticas de saneamiento y recuperación de los cauces y riberas de nuestros ríos tan castigados en los últimos tiempos por el caótico desarrollo urbanístico e industrial de las ciudades y la degradación generalizado de los espacios rurales.

Si de lo que se trata en estos proyectos es de restaurar los cursos fluviales a su estado primigenio, con unos cauces limpios de aguas puras, donde flora y fauna, desarrollen sus ciclos naturales, podríamos imaginarnos, retrocediendo en el tiempo, escenarios bucólicos como los expresados en pinturas o descripciones literarias de singular belleza.

Si retrocediésemos hasta el siglo XVIII, cuando aún existía una mayor armonía entre el hombre y los territorios fluviales, los azudes y molinos ya estaban integrados en esos paisajes. Incluso podemos retroceder mucho más  y  también  observaríamos la presencia de pesquerías del salmón, de los molinos de cereal y de los batanes de paños, las ferrerías trabajando el hierro, los noriales regando las tierras. Todo un idílico paisaje en un entorno equilibrado. 

Queremos decir, y así lo hemos manifestado en otras ocasiones, que los valores naturales y culturales de nuestros ríos son las caras de un mismo patrimonio y ambas partes estamos obligados a conservarlas y trasmitirlas a otras generaciones pues se trata de un patrimonio heredado. Hasta aquí no hay problema y suponemos que todos estaremos de acuerdo.

El problema surge cuando un proyecto de restauración,  ambiental o arquitectónico, ignora una de las partes integrantes del patrimonio. Si para que suba el salmón desde la mar es preciso derribar un “obstáculo” que existe desde hace siglos, habrá que pensar si la razón de esa perturbación son los históricos azudes y presas y no acciones más contemporáneas, de contaminación y uso inadecuado de los ríos.

Además, no se trata solo del valor histórico de azudes y molinos. Existen condiciones paisajísticas asumidas por la población que no coincide con la imagen de un romántico paisaje sino que son valores propios del “lugar” en la memoria de los pueblos. Actualmente el paisaje se desprende ya de las antiguas definiciones nacidas en el romanticismo para recalar en plena actualidad en el Convenio Europeo del Paisaje suscrito por nuestro país donde se define que: . “.. Por «paisaje» se entenderá cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos; ….Se refiere tanto a los paisajes que puedan considerarse excepcionales como a los paisajes cotidianos o degradados.”

Por centrar más el tema: no estamos hablando de grandes saltos de agua que, con seguridad son un verdadero obstáculo en el transcurrir natural de los ríos. Nos referimos a pequeños saltos que, en cualquier caso, admitirían reducidas actuaciones que posibilitasen  una buena continuidad del curso de las aguas.

El desconocimiento es el peor enemigo que tenemos. Necesitaríamos inventariar todos nuestros ríos a efectos de conocimiento y  protección de su patrimonio edificado y natural. En algunas administraciones se han realizado inventarios donde puede conocerse el valor de cada uno de esos edificios y se les asigna algún tipo de protección. En esto creemos que no debería haber dudas sobre lo que se puede derribar y lo que no según informe previo de la administración de cultura correspondiente.

Pero la labor de inventariar o catalogar entendemos ardua y lenta, y  ya ha habido suficientes pérdidas irreparables para estar esperando a los inventarios generales. Entendemos que mientras tanto es imprescindible tomar medidas cautelares y urgentes que eviten derribos indiscriminados.

Por todo ello instamos a los organismos que promueven planes de restauración de río que, antes de proceder al derribo de azudes y presas obtengan informe favorable a los Departamentos de Cultura y estos, a su vez, apoyen sus criterios en estudios especializados.

TAJAMAR

ASOCIACIÓN PARA LA PROTECCIÓN

DE LA ARQUITECTURA TRADICIONAL

Presidente: Luis Azurmendi

A.C.E.M.

ASOCIACION PARA EL ESTUDIO Y LA CONSERVACIÓN

DE LOS MOLINOS

Presidente : A. Aguirre

MANIFIESTO CON MOTIVO DEL DÍA INTERNACIONAL DE LOS MONUMENTOS Y LOS SITIOS DEDICADO AL PATRIMONIO CULTURAL DEL AGUA

El legado patrimonial del agua es uno de los tesoros más valiosos de los españoles. La sabiduría indígena, unida a la ingeniería romana, al vasto repertorio andalusí de conocimientos hídricos y a los avances mecánicos de otros países europeos dio lugar en nuestra tierra a una gran diversidad de formas de aprovechamiento hidráulico perfectamente adaptadas a sus nichos ambientales, capaces de integrar en un mismo sistema numerosos y muy diferentes usos del agua, desde el consumo humano y animal al riego de las vegas o huertas, pasando por la molinería (molinos harineros, batanes, papeleros, ferrerías), las manufacturas artesanales o la salud pública (baños, lavaderos, alcantarillado). Un patrimonio europeo que nos une con el mundo islámico y el Nuevo Mundo (cuya colonización permitió) y que posee una incuestionable relevancia mundial. 

Los sistemas hidráulicos tradicionales, fundamentados en la conducción por gravedad y la lógica de la continua reutilización de los caudales, replican el ciclo natural del agua, extendiendo los ecosistemas de ribera más allá del ámbito fluvial estricto. El agua que acciona las ruedas hidráulicas es aprovechada sin menoscabo aguas abajo por otros usuarios, y la que se filtra en el terreno desde los cajeros de tierra de las acequias y los campos regados no se pierde: mantiene la biodiversidad, recarga el acuífero y es recogida o aflora en cotas inferiores para ser utilizada de nuevo aguas abajo, en armonía con la naturaleza. Ni siquiera el agua evapotranspirada es agua perdida, porque resulta crítica para el mantenimiento del régimen de precipitaciones, por contribuir a la formación y descarga de las nubes.

Los sistemas hidráulicos tradicionales son también sustento de la identidad de las comunidades a las que sirven y factor de cohesión social. Su adaptación al medio, expresada en lo físico en el tipo de toma, el trazado de los canales, el número y el patrón de implantación de los ingenios hidráulicos, el módulo de las particiones, la extensión y diseño del parcelario regado y el propio emplazamiento de los núcleos poblacionales, se expresa asimismo en el plano inmaterial en unos usos y costumbres, a menudo plasmados en ordenanzas, que rigen la acción solidaria y mancomunada de los usuarios, estableciendo sus derechos y deberes y garantizando que cada cual pueda satisfacer sus necesidades a cambio de su contribución al mantenimiento de la red común y el respeto de las normas de la comunidad.

Este rico y diverso patrimonio, sin embargo, sufre los efectos de la desprotección jurídica cuando, paradójicamente, comienzan a proliferar los inventarios y catálogos científicos, y el valor universal excepcional de algunos de sus exponentes ha sido expresamente reconocido por la UNESCO, caso del acueducto de Segovia, el Palmeral de Elche y los jardines de la Alhambra de Granada y de Aranjuez, en el orden material, o  de los tribunales de regantes del mediterráneo peninsular, representados por el Consejo de Hombres Buenos de la Huerta de Murcia y el Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia, en el orden inmaterial.

En efecto, la falta de protección jurídica mediante declaraciones patrimoniales o la inclusión en los catálogos urbanísticos facilita la destrucción de los testimonios más venerables de nuestro patrimonio cultural del agua y con mayor potencial para un uso ambiental, cultural y económico sostenible.

El desmedido afán de crecimiento urbanístico, acompañado del incesante desarrollo de infraestructuras, redundan en el arrasamiento y la fragmentación de las huertas históricas. Al no tutelarse la singular relevancia de la cultura tradicional del agua respecto de los nuevos usos del agua, las políticas hídricas de modernización generalizan la cementación de los cajeros de las acequias históricas y su sustitución por redes de tubos en las vegas, con la consiguiente pérdida ambiental y paisajística, y el endeudamiento y la pérdida de autonomía de las comunidades de regantes tradicionales, que abandonan sus sistemas tradicionales, de eficacia probada por la Historia, en favor de una aventura tecnológica que las debilita. Incluso loables políticas públicas de restauración ambiental se traducen, por mor de una simplificada gestión político-administrativa, en proyectos que identifican equivocadamente a las arquitecturas tradicionales del agua como enemigas, promoviendo su destrucción.

Así, en la actualidad encontramos que la implementación por las Confederaciones Hidrográficas de la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos ideada por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino es causa de la demolición y alteración de numerosas presas e infraestructuras hidráulicas varias veces centenarias, en flagrante vulneración del ordenamiento jurídico, merced a una tramitación administrativa deficiente.

En efecto, los proyectos superan el trámite de evaluación de impacto ambiental porque no parten del análisis exhaustivo de la biodiversidad asociada a unas infraestructuras con las que los ecosistemas locales han coexistido durante siglos; porque reducen el valor patrimonial cultural de dichas infraestructuras a lo meramente arqueológico (ignorando sus valores histórico, etnológico, científico, técnico, paisajístico y, en ocasiones, artístico), que justifican simples “medidas correctoras” de seguimiento arqueológico (la autopsia del reo); y porque, al no reconocer la pluralidad de valores patrimoniales residentes en las arquitecturas intervenidas, desconocen alternativas técnicas viables y exigibles en atención a su monumentalidad e interés ambiental, como las de conservación y restauración. En ocasiones, se llega incluso a licitar y adjudicar proyectos que no han sido sometidos a trámite de evaluación de impacto ambiental; proyectos que programan la completa destrucción de piezas tan singulares como el Azud de la Marquesa, en la localidad valenciana de Cullera.

En toda España, se cuentan por centenares los elementos del patrimonio cultural del agua amenazados por los proyectos que desarrollan la Estrategia; y el número se dispara cuando se consideran las restantes amenazas que gravitan sobre nuestro legado patrimonial del agua.

La Asociación para la Conservación y Estudio de los Molinos hace un llamamiento público en defensa del patrimonio cultural del agua, al cual la comunidad internacional oportunamente dedica este día, y recuerda a todas las administraciones públicas el mandato del artículo 46 de la Constitución, que dice que «Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad».

Entendemos que una manera lógica, necesaria y exigible de hacer efectivo este mandato sería que los poderes públicos que invierten fondos públicos en el estudio, inventario y catalogación del patrimonio cultural del agua desde la óptica científica, como son las propias Confederaciones Hidrográficas, cooperen con las administraciones municipales y las administraciones autonómicas competentes en materia de patrimonio cultural y natural con el objeto de garantizar, a la mayor brevedad posible, su protección jurídica efectiva; y se abstengan de promover proyectos que resulten en su aniquilación o menoscabo; lo que, en el caso de los proyectos de la Estrategia, debería traducirse en el acuerdo inmediato de una moratoria, como esta asociación solicitó por escrito a la Ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino el 27 de noviembre de 2010.

ACEM

ASOCIACIÓN PARA LA CONSERVACIÓN Y AYUDA DE LOS MOLINOS

NIF: G-81984239

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