Barreras a la producción de algas con fines energéticos.

Una infinidad de estudios y artículos relacionados con la producción de algas para la obtención de energía han visto su momento álgido en la actualidad, en parte suscitado por la crisis económica internacional y también por la variación de los precios del crudo. Estamos ante una nueva era de tecnologías de cultivo, procesado, extracción…, en el que vendedores de crece pelo intentan colarnos la idea de que la actualmente la obtención de energía a partir de algas es viable tanto económicamente como medioambientalmente.

Habitualmente, en los diferentes medios de comunicación y congresos especializados se habla del potencial de las microalgas (< 200 µm) para la producción de aceite, el cual puede ser transformado en biodiesel. Esta línea energética marca la mayoría de las tendencias de desarrollo. Pero existe un gran número de posibilidades para estos bichitos. En primer lugar, no hay que cerrar la puerta al resto de especies de algas, que se diferencian, entre otras cosas, en el tamaño y no por ello dejan de ser  aptas. Así por ejemplo el caso de mesoalgas (200 µm – 3 cm) o macroalgas (> 3 cm) forman grupos de organismos con un gran potencial. Por tanto habría que generalizar el término y hablar de ALGAS para la producción de ENERGÍA y no sólo de biodiesel.

Es más, hablar de la producción de biodiesel en microalgas es una cuestión que está cayendo en saco roto, debido a que para obtener el porcentaje de aceite tan elevado que nos cuentan (60% o más del peso total en seco) se precisa llevar al organismo a unas condiciones de estrés muy fuertes, reduciendo de manera proporcional la biomasa que los conforma, es decir, más aceite  = menos unidad de superficie.

En la mayoría de los casos se olvida mencionar el potencial que algunos tipos de algas poseen para la producción de polisacáridos de los que se puede obtener bioetanol. Y no sólo hablamos de biocarburantes, sino de biomasa en general, susceptible de ser transformada en otros tipos de energía  mediante procesos de gasificación, biodigestión o procesos Fischer Tropsch.  También es de sobra conocido el uso de algas para la fabricación de medicamentos, sumado a la importancia que posee en el sector farmacéutico y en la producción de piensos animales. Por todo esto, desarrollar el concepto de BIOREFINERÍA, donde se contemplen todas las posibilidades comerciales en función del tipo de alga utilizada, será crucial para el crecimiento del sector.

El concepto de biorefinería  integra los procesos de conversión de biomasa y el equipamiento necesario para la producción de biocombustibles, energía y productos químicos. El término  es análogo al usado en las  refinerías de petróleo, en el que se producen una amplia variedad de combustibles y productos derivados.

Costes asociados a los fertilizantes, CO2 y agua.

Hay que establecer como axioma que para que un cultivo de algas sea rentable en la actualidad y que además sea sostenible tanto ecológicamente como económicamente debemos desechar la posibilidad de usar CO2 embotellado, agua de red y fertilizantes comerciales. El coste asociado a los fertilizantes (para el suministro de nitrógeno y fósforo principalmente) es aproximadamente del 40% del coste total, por lo que es inevitable la búsqueda de otras fuentes de nutrientes como los que pueden proporcionar las aguas residuales, los efluentes de piscifactorías y los lodos de depuradora.

En el caso del CO2 es un grave error interpuesto por los vendedores de humo, de que las algas pueden funcionar como secuestradores de dióxido de carbono o como sistemas de almacenamiento. En un cultivo de algas, entre un 20 y un 50% del CO2 suministrado es asimilado, mientras que el resto se pierde a la atmósfera. Por esta razón es ridículo pensar en el suministro de CO2 mediante botellas, ya que de esta manera el balance de emisiones siempre será positivo (a lo que habría que sumar las emisiones derivadas de la producción de CO2 para embotellar). Por tanto, es imprescindible suministrar al cultivo una fuente de carbono proveniente de focos de emisión ya establecidos, como los que se producen en las centrales térmicas, cementeras y otras actividades industriales.  La diferencia entre fijación de CO2 y secuestro se debe a una escala temporal, ya que mientras la fijación capta el carbono durante el periodo de vida del alga hasta su descomposición, el secuestro trata de almacenar los gases durante un periodo prolongado de tiempo sin que este pase a la atmósfera.

Por último, indicar que el uso de agua de red es una locura. Hay que dirigir los esfuerzos hacia el uso de otros tipos de agua no potable, como el agua de mar  o procedente de salinas, aguas de depuradora (sin elementos tóxicos ni patógenos) o aguas residuales derivadas de otras actividades industriales.

*Tendremos que estar preparados para el “desvanecimiento” del sector, cuando las falacias y el humo se disperse, para poder desarrollar un sector que ya es prometedor, pero que no va a salvar el mundo. Esto último, sólo depende de nosotros.

Compartir:

2 comentarios

Deja un comentario