Biomasa. El patito feo del nuevo PANER

Los primero borradores del nuevo Plan de Acción Nacional sobre Energías Renovables (PANER 2010-2020), que establece los objetivos de producción energética, han dejado en el olvido más absoluto a la biomasa, introduciéndola en un “cajón desastre” de renovables  con mucho menos desarrollo, como son la geotermia y la marina, generando de esta manera el malestar de los sectores tecnológico-industrial y agrario. Esta iniciativa se contradice de las del resto de países europeos, que apuestan por su aprovechamiento como parte importante del mix energético.


Biomasas

Muchas son las voces que exponen su contrariedad  a la delimitación de los objetivos  marcados en el borrador del nuevo PANER 2010-2020, presentados a finales de abril en el Congreso, en el que se reduce la importancia de la biomasa drásticamente, con un total de 1.133 MW repartidos entre  biomasa (591 MW), biogás (156 MW), residuos y otras renovables menos desarrolladas, lo que representa una disminución del 45,2% al 2,6% equivalente sobre el total de las renovables para la próxima década, respecto al Plan Nacional vigente (PER 2005-2010).

La patronal APPA, así como diferentes asociaciones de agricultores y ganaderos han mostrado su malestar por el recorte de los objetivos e instan a la Administración Pública a modificarlos, dándole a la biomasa un papel más importante, individual y con un aumento de la potencia a instalar de  2.146 MW de biomasa, todo ello a 2.020. De esta manera se generarían inversiones por más de 4.000 millones de euros y se crearían unos 24.000 empleos, entre directos e indirectos, con un ahorro de 14,6 millones de toneladas de CO2 y evitándose más de la mitad de los incendios forestales.

Hasta la fecha, la biomasa ha sido la renovable con menos apoyo estatal, a pesar de que el PER vigente establecía los objetivos más ambiciosos. Un sinfín de trabas administrativas, incoherencias en la legislación y el régimen retributivo, la actual crisis económica y una falta de conocimiento de la sociedad sobre la potencialidad de la biomasa, ha hecho que el sector se encuentre en una situación muy por debajo de sus posibilidades.

Los beneficios inherentes a la producción de biomasa son muchos y diversos, siendo la renovable que más aporta al desarrollo socioeconómico del medio rural, con una estimación de creación de 9 puestos de trabajo por megavatio instalado. Además, disminuye la emisión de GEI y otros gases contaminantes y ayuda a reducir la dependencia energética exterior, ya que la biomasa es un bien autóctono que nos coloca en el tercer país europeo en recursos potenciales disponibles (aunque el décimo en generación).

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