Que un científico quisiera crear una empresa era casi una ilegalidad

Jose Ángel Escribano, cofundador de Algenex, spin-off del Instituto Nacionalde Investigación Agraria (INIA) nos cuenta las dificultades que han superado para poder crear la empresa y obtener financiación. Algenex, hadesarrollado una tecnología de producción de kits diagnósticos y vacunas parasanidad animal.

Tan solo hace unos años, las iniciativas de creación de empresas a partir decientíficos del sector público se consideraba cerca de la ilegalidad por losgestores del Ministerio o de las instituciones científicas como la nuestra.Tampoco era bien visto por la mayoría de los científicos españoles, entre losque era una idea muy extendida, que un científico se vendía de alguna manerapor crear una empresa o si ponía su esfuerzo en desarrollos finalistas que laindustria pudiera explotar. La tradición en España de no mezclar en absoluto lopúblico y lo privado, en mi opinión ha retrasado años el despegue de áreasindustriales como la biotecnológica. Mientras que en países como Estados Unidosesto ya se había superado hacía décadas, solo en los últimos 5-7 años losgobiernos, de nuestro país y quizás debiera decir de la mayoría de los de laUE, también han cambiado la mentalidad al respecto de manera radical viendo lapérdida de competitividad en innovación, así como el colectivo científico. Hoyen día en la Unión Europea se tiene muy claro que la mayor parte del I+D selleva a cabo en la Universidad y en los centros públicos de investigación y quela mayoría de las grandes empresas en todo el mundo beben de las fuentes deestos laboratorios o en las de las pequeñas empresas que se fundan en base a undesarrollo o tecnología como Algenex. Por otra parte, está claro que lasociedad no se beneficia de igual manera de los resultados fruto del esfuerzoinvestigador si estos no se llevan hasta la sociedad en forma de productos.Esto exige una investigación finalista basada en ciencia más básica y decalidad.En España hay muy buenos científicos que hacen ciencia de primera líneaque en Estados Unidos estaría siendo explotada por empresas, pero en paísescomo España, la industria privada en biotecnología es todavía escasa y senecesitan fundar nuevas empresas que aprovechen este potencial. Aunque nosotrostuvimos que convencer a los gestores de nuestro instituto con estos argumentosde oportunidad y valor social de lo que estábamos tratando de hacer, larespuesta fue muy favorable y rápidamente firmamos convenios de cesión denuestras patentes y se nos facilitó espacio para los desarrollos iniciales.

Conseguir dinero fue más complejo y gracias a fondos de capital semilla deFundación Genoma España pudimos comenzar nuestra actividad. Dos años después decrear la empresa ya tenemos inversores, préstamos del CDTI y participamos comoempresa tanto en proyectos nacionales como internacionales, como losfinanciados por la Welcome Trust Foundation o por el programa Consolider 2010.Estos proyectos han permitido que Algenex se conecte a grupos de investigaciónde excelencia y tener acceso a información y productos que en un futuropodremos explotar comercialmente.

Si bien como decía antes, hemos tenido que superar algunas barrerasrelativas a la mentalidad del entorno y otras de índole financiera, lo quenosotros siempre tuvimos claro es que nuestra condición de científicos con unoscuantos años de experiencia en la dirección de grupos de investigación, nosdaba alguna ventaja estratégica. Como investigadores sabíamos bien como obtenerrecursos a partir de ideas o desarrollos científicos. También teníamosexperiencia en el marketing científico de nuestra investigación, algo vitalpara conseguir inversores y, lo que es más importante, sabíamos ser eficientescon pocos medios humanos y económicos. Para todo ello el sistema español de I +D supone un entrenamiento exhaustivo, dada la relativa escasez de medios conque cuenta y a cuyos recursos se accede de manera muy competitiva. Sin embargo,la tendencia del científico es a pensar que su tecnología es única y que losdemás te buscarán por lo que sabes o haces. La realidad es que en el terrenoempresarial hemos tenido que aprender que con frecuencia los demás no percibentu tecnología de manera tan optimista y hay que demostrar continuamente elvalor que tiene. En definitiva, una dificultad importante ha sido aprender asaber dar la dimensión adecuada a nuestra tecnología y pensar más allá delresultado científico a la hora de introducir productos en el mercado. Tampocoestamos entrenados los científicos a hablar con inversores o empresas y esta hasido una experiencia relativamente difícil pero muy enriquecedora, quecomplementa la experiencia de cualquier científico. Todo esto al finalcontribuye a una reflexión sobre lo que pretendes desarrollar más allá del datopublicable y eso nos ha exigido y exige un cambio importante de mentalidad.

En nuestro caso, nuestra motivación principal para crear Algenex  surgió como consecuencia de la imposibilidadde hacer acuerdos estables desde nuestros laboratorios con empresas grandes quepermitieran poner nuestros desarrollos en forma de productos en el mercado.Esto puede resultar sorprendente, pero durante años vimos pasar a expertos enI+D de grandes empresas por nuestro laboratorio y, a pesar de que todo eranbuenas palabras, nos dimos cuenta de que o dábamos nosotros mismos el paso onadie estaba realmente interesado en introducir nuevas tecnologías en aquellascompañías muy afianzadas en procedimientos y productos tradicionales. Porsupuesto también influye el incentivo económico, pero este por desgraciallegará más adelante si la empresa triunfa.

Algo que los fundadores de Algenex damos mucha importancia es queconsideramos un reto intelectual la creación de una empresa de base tecnológicay porqué no, si tenemos éxito, también esperamos que aumente nuestro prestigioprofesional. Recientemente oía decir a un empresario de éxito que las grandesempresas buscan, por encima del nivel de formación, profesionales coniniciativa emprendedora, incluso con historial de fracaso. A pesar de larelativa escasez de dinero disponible para nuevas iniciativas tecnológicas ynuestra inexperiencia empresarial, uno aprende que con esfuerzo continuado y unbuen enfoque es posible conseguir los recursos necesarios, especialmente si sesabe crear valor de los desarrollos científico-técnicos. Por supuesto, tener unbuen producto no significa tener éxito comercial y este apartado lo estamospadeciendo como lo hacen la mayoría de las pequeñas empresas de biotecnologíadel mundo, pero si se trabaja duro y se innova continuamente las empresasperduran en el tiempo y crecen. También es importante saber tener paciencia.Los grandes acuerdos no se fraguan en una semana y es importante perseverar ydemostrar científicamente de manera muy sólida que lo que uno presenta como undesarrollo importante de verdad lo es.

Por último, ya he mencionado con anterioridad que los países en vías dedesarrollo constituyen mercados prioritarios para la compañía. De hecho, losprimeros productos que pusimos en el mercado fueron dos kits para diagnósticode una enfermedad animal que ahora afecta casi en exclusividad al continenteafricano, la Peste porcina africana. Cuando te cuentan que la pérdida de doscerdos significa para una familia, en Madagascar por ejemplo, la imposibilidadpor un año de comprar ropa nueva y escolarizar a un par de niños, nos sentimosmuy orgullosos de desarrollar productos que permitan limitar estas pérdidaseconómicas en países tan pobres. En la actualidad, contribuimos a la formaciónde personal de laboratorio en algunos de esos países y a permitirles el accesoa reactivos diagnósticos de calidad a través de un proyecto financiado por laWelcome Trust Foundation. En definitiva, los fundadores de Algenex nos sentimosorgullosos de crear productos útiles para la sociedad.

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