Emprender desde las Humanidades

Fuente: El País
Todos nos resignamos cuando salen a relucir los porcentajes de Spin-off de Humanidades respecto del total aunque existen casos de éxito como el del Laboratorio de Arqueología ERA de la profesora gaditana  Rita Benítez.

En años de trabajo en diferentes áreas arqueológicas,repartidas por toda la provincia de  Cádiz,Rita Benítez, arqueóloga de profesión y pasión, había vivido, muchas veces repetida,la misma escena, «profesores, interesados en que sus alumnos vieran cómoes el trabajo en una excavación, pidiendo permiso para visitarnos». Lainvestigadora se dio cuenta de que, aparte de sentir ilusión por la actividaddidáctica, podía haber allí un modo de ganarse la vida con un trabajo en el quesentirse realizada y en el que, además, pudiera proporcionar trabajo a otroscolegas. Era el año 1997, «mi padre tenía un terreno que, hasta 1994,había estado plantado de viñas y que entonces estaba baldío. Era el lugarideal». La idea era montar un laboratorio en el que los niños, a través deexperiencias vividas en primera persona, aprendiesen historia.

«La idea era montar un laboratorio en el que los niños,a través de experiencias vividas en primera persona, aprendiesen historia»

Hoy, cuando las visitas superan los 17.000 alumnos por año,la plantilla de ERA cuenta con más de un centenar de empleados fijos

Teoría y práctica

Sobre el papel, y según decían en todos los lugares en losque presentaba la idea, el proyecto era muy original… pero había que darlo aconocer por los colegios e institutos. «A través de un centro de formaciónde profesores que hay en Cádiz, comencé a dar cursos de formación en los quetrataba de explicar cómo se podía sacar un mayor partido a la enseñanza de lashumanidades».

Explicada la teoría, venía la práctica, «el programacon actividades del tipo tiro con arco, encendido de fuego por fricción…, endefinitiva, ejemplos de prácticas que, más tarde, cuando nos visitaran con suscolegios, podrían enseñar a sus alumnos». Y el hecho es que volvían,»aquello era una locura, pues yo sola tenía que encargarme de todo…, ycuando digo de todo es de todo, empezando porque me levantaba a las cinco de lamadrugada para hacer las tortillas del almuerzo».

Así, poco a poco, ERA fue creciendo. En los terrenos de loque fue viñedo, se levantaron cabañas, se plantaron árboles…, «se hizoun esfuerzo de organización, pero los colegios tardaron en comenzar a venir conasiduidad». La escasa regularidad de las reservas y, por lo tanto, de losingresos impedían dar estabilidad a la plantilla.

Pero hoy, cuando las visitas superan los 17.000 alumnos poraño, la plantilla de ERA supera el centenar de trabajadores fijos -«quetrabajan para distintos proyectos que mantenemos con diversas Consejerías de laJunta de Andalucía, principalmente Educación, Medio Ambiente y Cultura»-,y los 40.000 metros cuadrados que ocupan las instalaciones del laboratoriorebosan actividad, Rita mantiene sus proyectos y sueños siempre vivos, unos enmarcha -«gestionamos el yacimiento fenicio de Doña Blanca, en el Puerto deSan María»- y otros aparcados.

Es éste el caso del proyecto de Innovación Curricular que,hasta este mismo año, se ha mantenido con alumnos de 3º de ESO del institutopúblico Fernando Quiñones, de Chiclana. «Durante cinco años, empleandomedios no reglados en el sistema educativo oficial, como pueden ser prácticasde jardinería o carpintería, hemos tratado de apoyar el éxito educativo dechavales que, irremisiblemente, estaban abocados al fracaso escolar». Yviendo los resultados obtenidos -«un 80% de los alumnos que han pasado poraquí ha obtenido su título de bachillerato»-, bien puede decirse que laexperiencia está siendo del todo exitosa. ¿El problema?

Problemas de coste

El programa cuesta 18.000 euros al año y nadie parece estar interesadoen aportarlos. «Hasta este año, ERA ha aportado casi todo el dinero paraque los chicos pudieran seguir viniendo. Lo hemos hecho con gusto, con muchailusión…, pero ya no podemos seguir así». Rita y sus colaboradores hanllamado a una puerta, luego a otra… y a otra…, pero la respuesta es siemprela misma, «reconocen que hemos apartado a muchos chavales de la calle; queles hemos dado herramientas para ganarse la vida; que les hemos mostrado laimportancia de la responsabilidad, el respeto y la constancia… Dicen que esoes cierto, pero que si crean una partida presupuestaria para este instituto,habría que poner partidas iguales para el resto de los institutos. Y eso seríauna cantidad astronómica… y no se puede hacer». Imposible le dicen aRita, a ella, que se levantaba de madrugada para hacer tortillas de patatas.

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