Superada la capacidad de desarrollo sostenible del planeta

El equipo internacional WWWF/Global Footprint Network ha presentado el primer estudio que analiza el impacto ecológico de los diferentes modos de vida en el globo. El informe describe la presión sobre la biosfera que surge del consumo humano de los recursos naturales. Utilizan el indice de huella ecológica como parámetro para cuantificar el área equivalente de la tierra necesario usando la tecnología disponible para satisfacer las infraestructuras, la alimentación y elementos que consume y los residuos que genera la población humana. En la actualidad la huella ecológica de la humanidad supera en un 23% la capacidad que ésta tiene para su regeneración, de la cual casi el 50% está asociada al uso de combustibles fósiles.

[R.M. Navarro]

La  sostenibilidad es una idea simple. Se basa en el reconocimiento de que los recursos utilizados deben ser consumidos a una velocidad inferior a la de su regeneración. En un mundo sostenible la demanda de la sociedad sobre la naturaleza está en equilibrio con la capacidad de la naturaleza para su regeneración. El parámetro de huella ecológica es una herramienta que permite cuantificar cómo la humanidad usa los recursos renovables respecto de su capacidad de regeneración. La huella ecológica mide la demanda de la humanidad sobre la biosfera, en términos de área productiva requerida para proporcionar tanto los recursos que utilizamos como para absorber nuestros desechos (fundamentalmente el CO2 procedente de los combustibles fósiles). En 2003, la huella ecológica global fue de 14100 millones de hectáreas globales, o 2.2 hectáreas globales por persona mientras que la oferta total de área productiva, o biocapacidad total del planeta, fue de 11200 hectáreas globales (1.8 hectáreas por persona). La huella ecológica de la humanidad creció por encima de la biocapacidad global en la década de los 80 (Figura 1); este exceso ha continuado cada año desde entonces, con una demanda que excedió la oferta en un 25 por ciento en 2003 (este dato se traduce en que la tierra necesitó aproximadamente un año y tres meses para producir los recursos ecológicos que utilizamos en ese año).

 

Figura 1.- Evolución de la huella ecológica de la humanidad 1961-2003 (Fuente: Informe planeta vivo 2006, WWF)

La separación de la huella ecológica en sus componentes individuales demuestra cómo contribuye cada una de las actividades humanas a la demanda global sobre el planeta (Figura 2, en hectáreas globales constantes de 2003). La huella ecológica del CO2, debida a la utilización de combustibles fósiles, se corresponde a la biocapacidad requerida para absorber y almacenar el CO2 no secuestrado por medios humanos, restándole la cantidad que absorben los océanos. En la figura 2 se observa que la huella del CO2 es el componente que más contribuye (aproximadamente el 50%) y el de mayor crecimiento (aumentando más de nueve veces entre 1961 y 2003) de entre las diferentes actividades humanas.

Figura 2.- Huella ecológica por componente 1961-2003 (Fuente: Informe planeta vivo 2006, WWF)

Teniendo estos datos en cuenta, la necesidad de reducción de la huella global de los combustibles fósiles es evidente. El reto planteado se traduce en tratar de reducir las emisiones de CO2. A la hora de plantear alternativas a los combustibles fósiles hay que tratar de reducir la huella ecológica global asociada a la energía más que la de trasladar la demanda de una parte a otra de la biosfera ya que todas las fuentes de energía que disponemos en la actualidad para sustituir a los combustibles fósiles (nuclear, hidroeléctrica, eólica y biomasa) aumentan la demanda sobre la tierra. Por ello, la reducción significativa de la huella ecológica de la energía pasa por enfoques innovadores que permitan un descenso significativo de la cantidad de recursos de la tierra que utilizan los sistemas de generación y uso de la energía. El aumento en la eficiencia en la generación y uso de la energía son metas necesarias a alcanzar en cualquiera de los planteamientos energéticos con los que reducir el notable impacto ecológico que presentan en los sistemas energéticos de la actualidad.

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